A un paso de la F1: Tatiana Calderón llegó con su monoplaza rosado a la Fórmula 2

¿Qué tan difícil es para una mujer labrar su camino en el automovilismo? Responde la bogotana, quien se convirtió este fin de semana en la primera piloto de la historia en competir en esta categoría. Rompiendo esquemas.

Thomas Blanco - @thomblalin
31 de marzo de 2019 - 03:00 a. m.
La piloto bogotana Tatiana Calderón compite en el automovilismo desde los nueve años.  / Cortesía
La piloto bogotana Tatiana Calderón compite en el automovilismo desde los nueve años. / Cortesía

No se autoproclama feminista. La ideología, el discurso, toda esa parafernalia se la deja a otras mujeres. Lo único que le preocupa es romper el statu quo en un club reservado para los hombres: la Fórmula 1. Allí en esa misma mesa se ha sentado Tatiana Calderón, quien desde hoy, cuando acabó su participación en el Circuito Internacional de Baréin, primera carrera de la Fórmula 2, antesala de la gran carpa del automovilismo, quedó a un peldaño de hacer su sueño realidad.

La bogotana se convirtió en la primera mujer de la historia en competir en esta categoría. Finalizó la carrera en la casilla 15 con su equipo BWT Arden, organización con la que estuvo en la GP3 Series en 2016.

Hace 44 años no se ve a una mujer disputando una competencia en la categoría reina del automovilismo mundial. Solo ha habido dos: la primera fue María Teresa Fillipis (1958) cuando corrió el Gran Premio de Bélgica, pero el periplo de la italiana fue efímero, fugaz. Y no por falta de condiciones: en la siguiente válida, el director de la carrera no la dejó inscribir. “El único casco que una mujer debe llevar es el de una peluquería”, apuntó. Machismo puro.

Luego, en el Gran Premio de España de 1975, el turno llegó para otra italiana: Lella Lombardi, quien terminó en la sexta casilla. Ella es la única mujer que ha podido sumar puntos en la Fórmula 1. Desde ese momento no ha aparecido otra piloto en la máxima categoría del automovilismo. Tatiana se postula para ser la tercera.

“Ha sido un camino muy difícil. Al comienzo no te toman en serio, hasta que puedes demostrar tu potencial. Solo por el hecho de ser mujer tienes que ganarte el respeto de la gente con la que trabajas: los ingenieros, los mecánicos, todos. Ese respeto toca refrendarlo una y otra vez; casi que no hay margen de error”, dice la bogotana de 26 años en diálogo con El Espectador.

Y ni hablar de la mirada por encima del hombro de sus rivales. “En la pista creen que porque soy mujer me voy a asustar cuando me tiran el carro encima y no. A veces me ha tocado estrellarme para probarles que no tengo miedo”, agrega.

Una selección natural en la que ha salido victoriosa. En la cima de esa pirámide ya no hay una dicotomía entre blancos y negros, sino en varias tonalidades de gris. Porque ser mujer le pudo jugar en contra, pero a la vez puede ser un valor añadido para llamar la atención y ganarse uno de los veinte asientos de la Fórmula 1.

“Si alguien apuesta por mí se arriesga, porque hace muchos años no se ve algo parecido. Aunque a la vez la parte mediática y publicitaria puede ser muy provechosa para el que tome ese riesgo. Son mejores tiempos para nosotras: a veces se necesita estar en el momento indicado en el equipo correcto. Si hay alguna ventaja por ser mujer la voy a aprovechar porque hay muchas desventajas también (risas)”.

Otro de los nombres que captan la atención del mundo en la F2 es el de Mick Schumacher, hijo del siete veces campeón de la F1, Michael Schumacher. También está Giuliano Alesi, hijo de la leyenda Jean Alesi. Quienes se perfilan como favoritos son Nick de Vries (tuvo coqueteos con McLaren), Sergio Sette Camara, piloto de pruebas de McLaren, y Nicholas Lafiti, piloto de pruebas de Williams. Tatiana no se queda atrás: también es piloto de pruebas con la escudería Alfa Romeo de la Fórmula 1.

Hasta en el automovilismo llega la oligarquía. No hay que vender mentiras: es una disciplina en la que hay que mezclar un buen coctel de talento, contactos, dinero y relaciones públicas. ¿Cuál es el ADN de Tatiana Calderón? Es hija de Alberto Calderón Palau y María Clara Noguera Calderón, nieta de Rodrigo Noguera Laborde, cofundador, junto a Álvaro Gómez Hurtado, de la Universidad Sergio Arboleda. Y sobrina del actual rector: Rodrigo Noguera Calderón.

Alberto, su padre, quien es primo hermano del expresidente Juan Manuel Santos Calderón, ha sido su principal patrocinador. Además de hacer parte del consejo directivo de la institución educativa, es un empresario exitoso. Desde el colegio los negocios fueron lo suyo: que para ese entonces se centraban en comercializar quesos y huevos. Luego de graduarse de Economía en la Universidad Javeriana se dedicó a importar carros provenientes de los antiguos países comunistas que abrieron sus fronteras tras la caída del muro de Berlín.

Así fue como llegaron al país marcas como la rusa Lada y la serbia Zastava. Con esa experiencia empezó a buscar representación con empresas más comerciales y logró la de la coreana Kia y la de la china JAC Motors, que han sido patrocinadores de Tatiana.

Mientras ella se despertaba a las cuatro de la mañana para ver a Juan Pablo Montoya ganar sus siete grandes premios en la Fórmula 1, su papá se puso a la tarea de cruzar el Atlántico en busca de patrocinios adicionales, porque en el automovilismo también hay que poner billete. Desde un promedio de US$50.000 dólares para una carrera de una fórmula básica como la Mazda, hasta un millón de euros para aspirar a un contrato de piloto de desarrollo de la F1. “Sin toda mi familia nada de esto sería posible. Es muy bonito compartir los buenos y malos momentos”.

Y aunque la contextura física de las mujeres puede cobrarle factura, para Tatiana solo se trata de una motivación adicional para prepararse mejor. “Nosotras tenemos 30 % menos de masa muscular que los hombres”.

La bogotana, quien también pertenece a la escudería Telmex-Claro y Coldeportes, entrena cinco veces a la semana: tres días con pesas y los otros dos con trabajo específico en la espalda y el cuello. Porque debe estar lista para ganarle el pulso a las fuerzas g. Algo así como cargar treinta kilogramos en el cuello en las frenadas. Además, a 250 kilómetros por hora la dirección del timón de los vehículos es demasiado pesada. Y en la F2 no hay dirección hidráulica. El físico también debe responder: los pilotos registran entre 150 y 160 pulsaciones por minuto en la hora y media que dura en promedio una carrera.

Todo eso sumado a la concentración, que debe estar sincronizada con la parte motriz. Responder indicaciones del radio, mirar el espejo, tener capacidad de reacción y contar con una precisión quirúrgica en los giros, pues pasarse un par de metros puede costar irse contra el muro. Una mala preparación es sinónimo de calvario y peligro.

Por eso el miedo no es una opción. “Cuando corro siento libertad, porque al final soy yo la que toma las decisiones, yo soy la que decide para dónde quiero que coja el vehículo. Es poder ser yo misma ahí dentro y desafiar los límites que crees que hay en una cultura que dice que no se pueden hacer ciertas cosas”.

Eso sí, Tatiana no esconde el temor que les tiene a las agujas y a las arañas. “Me sacan corriendo”.

Sabe que está a un escalón de llegar a la Fórmula 1, pero primero debe demostrar sus condiciones. Esta temporada la ve como una de acondicionamiento, en la que estar entre los diez primeros le parece un objetivo sensato, también realista. “Los equipos con mucho presupuesto temen tener a una mujer. Y la verdad es que en este deporte solo con el talento no alcanza: el carro tiene del 70 % al 80 % de incidencia. No siento presión de afuera; yo misma me la pongo, porque de verdad creo que puedo llegar a la élite algún día”.

Fuera de las pistas, Tatiana hace metamorfosis: es alegre, suave y sencilla. “Me gusta trotar, montar bicicleta y esquiar. Siempre voy corriendo a todas partes, por el estilo de vida que llevo con los viajes. Desde chiquita fui muy competitiva: luchaba con mi hermano por ver quién apretaba primero el botón del ascensor”.

Tatiana Calderón, el nombre que poco a poco se está grabando en la memoria colectiva del automovilismo mundial, luego de un empedrado camino de miradas por encima del hombro en una disciplina exclusiva para los hombres.Nunca se le va a olvidar cómo la miraban con asombro los niños cuando se quitaba el casco y se daban cuenta contra quién competían. “Si les gana la mechudita, les compro una peluca a todos”, gritó alguna vez un papá en el Campeonato Nacional de Karts de 2001. Le tocó comerse sus palabras. “Pero tengo que reconocer que las mamás sí me hacían barra”, dice entre risas.

Tatiana calienta motores, llegó la hora. A bordo de su monoplaza rosado. Un color que espera ver muy pronto en la Fórmula 1.

Thomas Blanco Lineros- @thomblalin

Por Thomas Blanco - @thomblalin

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