La amarilla de Gaviria, un logro de marca mayor

El tiempo perdido por Nairo Quintana no cambia sus posibilidades de victoria final.

Rafael Mendoza
07 de julio de 2018 - 09:55 p. m.
Fernando Gaviria, ganador de la primera etapa del Tour de Francia. / AFP
Fernando Gaviria, ganador de la primera etapa del Tour de Francia. / AFP

Triunfo y camiseta amarilla para Fernando Gaviria. Pérdida de tiempo de Nairo Quintana. Dos caras de una moneda que rodó enloquecida en los kilómetros finales de la primera etapa del Tour de Francia en la que pasó de todo, en la que Chris Froome se cayó y se salió de la carretera por lo que en la meta perdió 51 segundos y en la que, cuatro kilómetros más adelante, Nairo estrelló las dos ruedas de su bicicleta, con un bordillo cuando estaba sin compañeros que pudieran auxiliarlo. El colombiano perdió 1.15. Y en la llegada un Fernando Gaviria imponente, inmenso, que ganó como quiso a los mejores embaladores y que se convirtió en el primer líder del Tour. ¿Con cuál nos quedamos?

Indudablemente con el triunfo del embalador colombiano, con esa camiseta amarilla que muy pocos soñaban que fuera a lucir uno de esos muchachos que salieron del país tras la gloria. La encontró en una etapa llana y con tal suficiencia que muestra que está mucho más fuerte que sus encopetados rivales y que anuncia nuevas conquistas en los días por venir. Se acabaron las épocas en las que los “escarabajos” arribaban cerrando el gran lote en esos tramos interminables por el llano que nunca les gustaron. Como lo manifestó el antioqueño luego de subir al podio para vestirte de líder no solamente era una satisfacción inmensa para él sino para todo un país, que luego de las alegrías y amarguras que le dejó el Mundial de Fútbol, se apuntaba a un nuevo sueño: la conquista del Tour de Francia.

Lo de Nairo por el contrario es un accidente menor, un hecho previsible en ese peligroso tornado que se mueve a gran velocidad en los finales de las etapas llanas. No es cierto -como lo anotaban algunos comentaristas- que el boyacense perdió el Tour porque aún faltan más de tres mil kilómetros de competencia en los que va a tener múltiples oportunidades de poner en orden las cosas.

No entiendo por qué algunos periodistas consideran una tragedia la mala suerte del colombiano que pinchó sus dos ruedas a un poco más de tres kilómetros de la meta. Si los incidentes en las etapas llanas hacen perder más de cuatro, cinco, o más minutos, casi son definitivos. Pero un minuto largo se puede borrar sin problema alguno en uno de los ascensos legendarios que vendrán. Siempre supe, tanto en el Tour como en las otras dos grandes vueltas, que es mucho más fácil descontar tiempo en la montaña que ganarlo en el llano.

Basta ver la clasificación de una jornada de ascensos para saber que las diferencias son infinitamente más grandes, que en un kilómetro se puede ganar un minuto y en un arrancón desde más lejos las distancias se alargan en forma protuberante.

Ni Gaviria con su triunfo está cerca de ganar un Tour ni Nairo y Froome lo han perdido. El corredor paisa ya sabe que está en condiciones de imponerse en varios de los tramos que se encontrarán en la primera semana y seguramente de pelear por la camiseta verde de la regularidad, como ya lo logró en el Giro de Italia. En cuanto a la lucha por la general el británico está a un minuto de los aspirantes de segundo nivel y Nairo a 1.25 de corredores a los que puede dejar tirados sin ningún problema cuando la carretera se va en busca de las nubes y únicamente a 24 segundos de quien en verdad es su verdadero gran rival. Nada se ha perdido y nada se ha ganado y lo ocurrido este sábado solo va a servir para que el Sky y el Movistar aumenten la protección de sus líderes en las ocho etapas llanas que se vienen en fila.

El Tour será muy movido y cada uno de los equipos luchará por mantener las opciones con las que llegó… Y la suerte, así como la habilidad para superar los momentos complicados, seguirán acechando en cada curva, en cada glorieta, en cada carretera estrecha y hasta en los rincones más inesperados para hacer de la carrera un torbellino de emociones y para valorizar el resultado final.

Por Rafael Mendoza

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