Mohamed Salah, el creador de felicidad

El delantero egipcio es uno de los mejores futbolistas del mundo. Con su sueldo está construyendo un hospital y un colegio en su natal Nagrig. La historia de “El Faraón”.

Redacción deportes
24 de abril de 2018 - 02:00 a. m.
Mohamed Salah, la gran figura del Liverpool de Inglaterra, semifinalista de la Uefa Champions League. / AP
Mohamed Salah, la gran figura del Liverpool de Inglaterra, semifinalista de la Uefa Champions League. / AP
Foto: AP - Rui Vieira

En Egipto catalogan a Mohamed Salah como un “creador de felicidad”, un héroe de masas, no sólo por sus capacidades como futbolista y sus grandes gestas dentro de un terreno de juego, sino por su generosidad, humildad y liderazgo. Es un hombre que no se olvida de sus orígenes y gran parte de su sueldo y de lo que ha ganado a lo largo de su carrera lo ha donado para el desarrollo de Nagrig, el pueblo en el que nació hace 25 años y que sigue sumido en una crisis social que no parece terminar.

La pobreza y la miseria fueron obstáculos que le pudieron llegar a impedir destacarse como futbolista, sin embargo, tuvo suerte, la guía de sus padres y ganas de progresar. Comenzó jugando con su hermano y sus amigos del pueblo. Y las polvorientas calles de Nagrig lo fueron curtiendo, hasta tal punto de llegar a destacarse más que los jugadores mayores. Su primera escuela de fútbol quedaba en Basyoun, a media hora de donde vivía. Luego pasó a otro club en Tanta, que quedaba a una hora y media de su casa, pero su talento lo llevó a un equipo de El Cairo, el cual era de una empresa petrolera y al que debía llegar en un bus que se demoraba cuatro horas y media. En ese entonces su posición era de lateral izquierdo.

“En un partido difícil, que ganamos 4-0, estábamos todos festejando menos Mohamed, que estaba llorando porque no había metido un gol. Entonces le dije que lo iba a cambiar de posición por su velocidad y pasión por marcar. Cuando pasó al ataque, metió 35 goles en una temporada con la sub-16 y sub-17”, le dijo a The Sun, Al Shesheni, su DT de aquel momento.

“Tenía que dejar la escuela temprano para llegar a los entrenamientos. Me dieron permiso y durante ese tiempo sólo estudiaba dos horas al día. Por suerte me convertí en futbolista profesional, porque si no, creo que las cosas serían muy difíciles para mí ahora”, comentó Salah en una entrevista con los medios oficiales del Liverpool.

Su llegada al fútbol internacional se dio gracias a un partido amistoso entre la selección juvenil de Egipto y el Basel de Suiza. Salah fue figura en ese juego y al final le ofrecieron quedarse a prueba. Más tarde firmó y estuvo allí dos temporadas. Comenzó a ganar un buen sueldo, pero siempre su premisa fue donar a los más necesitados gran parte de sus ganancias.

Tras dos temporadas en el equipo helvético, pasó al Chelsea. En su primera etapa en Inglaterra no se destacó, no tuvo la confianza de José Mourinho y fue prestado a la Fiorentina de Italia, en la que comenzó a mostrar su potencial y por eso, tras 26 duelos, pasó a la Roma, equipo con el que despegó. En 83 partidos marcó 34 goles y metió 24 asistencias. Regresó al Reino Unido, al Liverpool, club en el que se ha sabido ganar el cariño de los fanáticos en menos de una temporada. Ha anotado 41 goles en 46 partidos y gracias a sus celebraciones tiene soñando a los Reds con un nuevo título en la Uefa Champions League.

Con su selección es una leyenda. Es el mejor jugador de Egipto y por un penalti suyo los faraones volvieron a clasificar a un Mundial de Fútbol, después de 28 años. Gracias a esa gesta, uno de los empresarios más poderosos del país, Mamdou Abbas (expresidente del Zamalek), le regaló una mansión como premio, pero Salah la rechazó y le pidió que donara dinero para su pueblo, Nagrig. La escuela industrial donde estudió, en Basyoun, lleva su nombre.

Ahora recibe más de 100.000 euros al mes y tiene un valor en el mercado de 200 millones. Con lo que ha ganado compró la primera ambulancia del área y numerosos equipamientos médicos que mejoran la vida de decenas de personas. Junto a su organización benéfica, aporta cerca de 3.500 euros mensuales para apoyar a las familias de Nagrig. Y tras su fichaje por el Liverpool, lo primero que hizo fue regalar 240.000 euros a un fondo monetario de Egipto. Es tan querido, que en las pasadas elecciones presidenciales obtuvo el segundo lugar en las votaciones, con casi un millón de votos, pues la gente ponía en el tarjetón su nombre, en lugar del elegido Abdel Fattah al-Sisi y del otro candidato Moussa Mostafa. Ahora Salah no es sólo “El creador de felicidad” por sus goles, sino por su generosidad.

Por Redacción deportes

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