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Cerró su carrera como futbolista el 9 de julio de 2006. El mismo día en que le propinó un fuerte cabezazo en el pecho a Marco Materazzi y se fue expulsado en la final del Mundial de Alemania. Vivió su último partido en las duchas. El francés, uno de los mejores jugadores de la historia, se despidió del fútbol por la puerta de atrás. Italia se proclamó campeona del mundo y Zidane dijo adiós para siempre con una acción que nubló por completo la calidad que desplegó como volante creativo del Real Madrid. (Leer más: Real Madrid, campeón de la Supercopa de Europa)
Pero sólo fue un hasta luego. Siete años después, en 2013, volvió al club de sus amores al ser nombrado asistente técnico de Carlo Ancelotti. Así empezó. Un año más tarde se convirtió en el director técnico del Real Madrid Castilla, equipo filial del cuadro merengue. Hizo la escuela desde abajo.
Y fue el 4 de enero de 2016 cuando fue escogido para asumir las riendas del equipo más laureado del fútbol internacional. Llegó en reemplazo de Rafa Benítez. Una determinación que marcó un punto de quiebre en la historia del Real Madrid.
Desde ese momento hasta hoy, el cuadro merengue ha conquistado dos Champions Leagues, una Liga de España, dos Supercopas de Europa, una Supercopa de España y un Mundial de Clubes. Zidane, tras 590 días en el banquillo, ha ganado siete títulos de ocho posibles. Es decir, ha ganado una copa cada 84 días.
El DT galo es de amores y odios. Pero los números no mienten. Es el primer entrenador en la historia en proclamarse campeón dos veces consecutivas de la Champions League. Y de su mano llegó un invicto de 40 fechas incluyendo todas las competiciones, un record histórico en el Real Madrid y en el fútbol español.
En diciembre, Zinedine Zidane podrá seguir ampliando su palmarés cuando el elenco madrileño busque repetir el título del Mundial Clubes. Zizue está haciendo historia. Y va por más.