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El pasado lunes 25 de enero llegó en un vuelo procedente de Miami el ex presidente de Independiente Santa Fe Eduardo Méndez Bustos. Luego de cumplir una condena por obstrucción a la justicia de Estados Unidos, se le vio demacrado y distante, pero satisfecho de retornar al país.
De su regreso sólo se enteró su círculo más íntimo. Después de compartir con los más cercanos los intríngulis de su amarga experiencia, de inmediato buscó a sus amigos de siempre.
Por eso al día siguiente de su retorno ya estaba en uno de sus sitios preferidos en el centro de Bogotá: el hotel Monserrat Spa, un lugar memorable para él, porque allí, en medio de olores, vapores, toallas blancas, masajes y largas tardes de conversaciones con un grupo de amigos en el baño turco, nació para el mundo del fútbol.
En el hotel lo recibió uno de sus más entrañables amigos: César Pastrana Guzmán, el dueño del establecimiento, quien durante años le enseñó secretos de la administración deportiva, producto de su experiencia de varios años como partícipe en el club aficionado Caterpillar Motor. Una entrañable relación que se correspondió incluso con negocios, aún vigentes, entre los dos.
Con detalles tan particulares como que cuando Méndez llegó a la presidencia del club, en 2005, acercó a su amigo Pastrana en calidad de vocal de la junta directiva. Éste también fue generoso y lo retribuyó alquilándole la zona del spa de su hotel. Un servicio, principalmente, para los futbolistas del club, por el que Méndez cobraba por aparte al equipo y se echaba unos buenos pesos en el bolsillo.
Luego de rememorar sus estratégicas jugadas administrativas y deportivas en Santa Fe y los tristes momentos en la cárcel, una noticia irrumpió en la conversación: Pastrana le comentó a Méndez que estaba aspirando al cargo que hacía pocos años él había dejado. Méndez asintió y sólo atinó a decirle: “saque al equipo campeón”.
A sus 45 años Pastrana, se muestra como un hombre pausado y muy cordial. Dueño de la Casa Caterpillar, una empresa de maquinaria pesada, a la que Pastrana entró como mensajero hace 29 años. A los seis meses pasó a bodega. Luego fue vendedor y a los dos años y medio se retiró para crear su empresa Prodecat. Su olfato empresarial le permitió hace nueve años, aprovechando la crisis, un gangazo para retornar como dueño de la compañía.
Con la combinación empresa-fútbol aficionado, Pastrana se convirtió en referente del deporte bogotano y puso al club Caterpillar en lo más alto en la capital. Vendría después otro reto: la presidencia de la Liga de Fútbol de Bogotá. Un cargo al que llegó en 2007 y desde donde manejó hasta hace un mes los destinos de más de 180 equipos, recursos anuales estimados en $2.000 millones, árbitros y un terreno al norte de Bogotá con 15 canchas, conocido como La Morena, que perteneció al extinto narcotraficante José Gonzalo Rodríguez Gacha y hoy es de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE).
Pastrana tiene liderazgo y un séquito de colaboradores que lo ven como el ‘sensei’ del deporte. Carlos Pachón le maneja los árbitros, Freddy Amazo los entrenadores, Eduardo Cañón las divisiones inferiores y a Félix Acosta lo tiene como sucesor en las elecciones del próximo mes en la liga.
Aunque tiene la mayoría de clubes aficionados a su favor, extrañas situaciones rodean su gestión. Ha capacitado y hasta graduado a no menos de 200 entrenadores aficionados en un supuesto convenio con el Sena y Coldeportes, pero este último organismo acaba de reconocer que el convenio tiene problemas.
El año pasado, varios jugadores de la Liga en equipos profesionales terminaron con la edad adulterada. Por la misma razón, el entrenador Ramiro Viáfara expulsó a varios jugadores de la selección sub 17 de Colombia. Un presidente de un club aficionado va más allá: “Sus equipos siempre ganan, a los clubes que no pagan la afiliación, si son de sus afectos, no los excluye de la Liga. A los demás sí, y en las asambleas algunos no tenemos derecho ni a hablar”. Por estas razones y otras, la semana pasada se solicitó la intervención de la Liga por parte de Coldeportes.
En cuanto a la Fiscalía, el asunto aún no parece despejarse del todo en el caso de César Pastrana y de Independiente Santa Fe. En la Unidad Nacional Antinarcóticos aparece un caso radicado en el que se menciona el hotel Monserrat Spa. En la Unidad de Lavado de Activos otro proceso por esta conducta hace referencia al club. Y un tercero es una denuncia por delitos contra el patrimonio económico en la Liga de Bogotá por un negocio de Pastrana. Asuntos que deberá esclarecer la justicia.
César Pastrana no tiene antecedentes penales, no ha sido llamado por las autoridades y se muestra dispuesto a responder. Mañana se decide su suerte en Santa Fe. En su camino parecen atravesarse algunos presidentes de clubes aficionados, el dirigente Édgar Plazas y el tibio comisionado de televisión Juan Andrés Carreño. Pero como van las cosas, está ad portas de cosechar lo que un día sembró con su amigo de siempre en el deporte, Eduardo Méndez Bustos.