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Luis Mosquera, el guerrero del Amazonas

El leticiano de 22 años marcó el primer gol del triunfo 2-1 contra el Tolima.

Mario Chaves / Juan Diego Ramírez
02 de octubre de 2011 - 09:26 p. m.

El Amazonas es el río más extenso y caudaloso del mundo. Nace en las cumbres andinas de Perú y desemboca, pasando por Brasil, en el Atlántico. En su largo recorrido, un pedacito del río pasa por Colombia, por el Amazonas, el departamento más grande del país, aunque su tamaño no es directamente proporcional al surgimiento de futbolistas de sus tierras. Hoy sólo uno milita en la máxima división del fútbol colombiano: Luis Hernán Mosquera Chamorro.

El volante de Millonarios nació el 25 de mayo de 1989 en Leticia, en medio de la pobreza, y vio en el fútbol la oportunidad de sacar adelante a sus padres y sus hermanos. “Vengo de una familia pobre, muy pobre. Mi papá es del Chocó, mi mamá sí es de Leticia. Y somos cuatro hermanos. Yo soy el de la mitad, el que nunca estrena”, dice el tímido e introvertido Mosquera, hincha del América de Cali, enfermo por el fútbol.

Desde muy pequeño empezó a practicarlo y a perseguir el sueño de convertirse en jugador profesional. “Él se tiraba hasta de los muros del colegio para irse al estadio, para ir a entrenar. Esa era la queja de los profesores, quienes decían que en el Amazonas los futbolistas no tenían ningún futuro. Pero él jugaba y a la vez sacaba buenas notas. Creería que le pagaba a sus amigos para que le hicieran sus trabajos, porque ¿cómo más?”, recuerda su madre, Martha Chamorro, quien se fue de la casa cuando Luis tenía 16 y ahora vive en Popayán.

“Me volaba del colegio, el Inem, para ir a jugar. Con los amigos del barrio teníamos nuestra cancha. Íbamos y sacábamos madera del monte para poder armar los arcos. Yo estudiaba por mis padres, que me mandaban obligado”, bromea Mosquera.

Su aventura en Bogotá

Llegó hasta décimo grado, no terminó porque le llegó una oportunidad de alcanzar su ilusión en la capital de Colombia, cuando tenía 17 y jugaba para el equipo aficionado Fotocopias Silva. “Me trajo el señor Douglas Botías, político del departamento del Amazonas, del Partido de la U, quien me dijo que me iba a dar todo porque yo tenía capacidades”, recuerda el zurdo de 22 años, quien jugó en la Selección Bogotá.

También participó en el torneo Tabora y fue allí, con el equipo Independiente Distrital, el que dirigía Luis Cañón, donde Luis Augusto El Chiqui García se fijó en él, pues fue la figura del evento. “Me metieron a la Sub-20 con el profesor Cerveleón Cuesta, y yo no tenía plata ni para los buses. Él fue el que me dio el primer auxilio de transporte, cuando jugaba pero no estaba ni inscrito. Pero él confió en mí y a los seis meses ya estaba en el equipo profesional, después de que me subiera el DT Óscar Quintabani”, recuerda.

Su llegada a Bogotá fue traumática. El frío, la comida, un maremágnum de cemento. “Fueron dos años difíciles, porque no pude ver a mi familia en Navidad, estuve solo, viviendo en una pensión. Me hacía falta la comida”, dice, y saca una bolsa llena de granos amarillos: “Esto, la fariña, es un granulado de yuca y yo lo combino con todo, con la sopa, con el arroz, con los fríjoles”, dice un meditabundo y callado Mosquera.

Muy callado: “Lucho es de los que pasan desapercibidos. Es una persona silenciosa, le gusta trabajar, pero no se hace notar mucho. Es una persona muy sencilla”, apunta Rafael Robayo, capitán de Millonarios.

En Bogotá, Luis también tuvo obstáculos en la parte futbolística. “Cuando ya estaba por debutar en Liga, durante un partido de Copa Colombia, me lesioné el ligamento cruzado anterior. Estuve parado como un año, porque no había plata para mi cirugía y en Millonarios estábamos muy mal, pues no nos habían pagado como en cinco meses. Pensé que hasta ahí llegaba”, recuerda con pena el único leticiano en la Liga Postobón.

Y continúa: “Pero cuando me pasó me acordaba de que mi familia no tenía ni para comer decía: ¡me tengo que levantar! Se me aguaban los ojos porque comíamos a lo pobre. Entonces me propuse que ellos no tuvieran que volver a pasar por eso y me levanté. Ahora les ayudo económicamente con lo que puedo”.

Anotó su quinto gol en Liga

Debutó en febrero de 2010 contra Deportes Quindío, de la mano de El Chiqui. Ingresó en el segundo tiempo y el partido finalizó igualado sin goles. Su primer gol como profesional se lo marcó nada menos que a Santa Fe: “Por ser un clásico, el número 259 de la historia, fue mucho más especial”, dice.

El sábado marcó su quinto tanto en el triunfo 2-1 de Millonarios contra Deportes Tolima. La victoria le sirvió al equipo de Richard Páez para meterse en el grupo de los ocho.

“El profe Páez me dijo antes del juego: ‘Quiero ver un gol tuyo’. Lo logré y sobre todo me lo dediqué a mí mismo, porque hace rato que lo estaba buscando y nada. Fue un alivio”, sostiene Mosquera, muy felicitado ayer, en su día de descanso.

Porque a diferencia del semestre pasado, en el que fue titular en casi todos los partidos, este semestre no ha tenido mucha continuidad. Por eso celebró a rabiar el gol que le marcó a Anthony Silva con la pierna derecha, la de palo.

‘Millos, el mejor club del país’

A pesar de ser hincha del América de Cali, Luis Hernán Mosquera se ha encariñado con el club albiazul, con el que sueña obtener alguna vez un título.

“Me pienso quedar acá, sin importar las ofertas que haya de otros clubes en el fútbol colombiano o de donde sean. Este es el equipo más grande de Colombia. Yo quiero ser campeón aquí para poder salir por la puerta que debe ser”, dice orgulloso el leticiano, fanático del exportero Óscar Córdoba.

“Este semestre queremos igualar o superar lo hecho el semestre pasado. Empezamos regular, pero creo que podemos hacerlo: obtener un título, ya sea el de Copa Colombia, o conseguir un cupo a un torneo internacional”, añade Mosquera, un futbolista que tiene facciones de zambo y juega como un guerrero, el único de Amazonas en la Liga Postobón.

Por Mario Chaves / Juan Diego Ramírez

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