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Yuri vale toda la plata del mundo

Colombia sumó este miércoles una presea de plata en el judo y aseguró una más en boxeo. Leidy Solis terminó cuarta en la levantamiento de pesas.

Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial Río de Janeiro
11 de agosto de 2016 - 04:24 a. m.
Yuri Alvear en la pelea que le dio la medalla de plata, la que le ganó a la británica Sally Conway. / AFP
Yuri Alvear en la pelea que le dio la medalla de plata, la que le ganó a la británica Sally Conway. / AFP
Foto: EFE - ORLANDO BARRÍA
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Lo soñó, lo luchó, lo logró. La vallecaucana Yuri Alvear conquistó este miércoles en Río de Janeiro la medalla de plata en la prueba de los 70 kilogramos del judo, luego de superar en las fases previas a la puertorriqueña María Pérez, la española María Bernabéu y la británica Sally Conway.

En el combate por el título, Yuri, de 30 años de edad, cayó por sumisión ante la japonesa Haruka Tachimoto, pero cumplió con su promesa de mejorar su actuación de hace cuatro años en Londres, en donde se colgó el bronce.

Justo después de la pelea definitiva, en la Arena Carioca 2, y en medio de los gritos de apoyo y consuelo de varias decenas de compatriotas, la colombiana atendió con su característica amabilidad a todos los medios de comunicación, entre ellos El Espectador.

“Quería dedicarle a todo el país la medalla de oro, di todo de mí, pero no se pudo. Lo siento”, señaló entre lágrimas y con la voz entrecortada.

Sin embargo, ante las evidentes muestras de cariño y admiración, por convertirse en doble medallista olímpica e igualar a Helmut Bellingrodt, Jackeline Rentería y Óscar Figueroa, advirtió: “Estoy muy agradecida con todos. Con Dios primero que todo, con mi familia, la gente de Jamundí, de Cali, del Valle, de la Escuela Nacional del Deporte, con Coldeportes y el Comité Olímpico, con las empresas que me patrocinan, con mis compañeros, mis amigos. Por todos ustedes es que estoy parada acá”.

Múltiple campeona mundial, en Holanda 2009, Brasil 2013 y Rusia 2014, Alvear es ahora una de las judocas más galardonadas de la historia y la única en repetir podio de las que se consagraron en 2012. “Eso me deja satisfecha. No es fácil mantenerse en la cima en un deporte de combate y menos en este. Soñaba con el oro, claro, tenía esa gran ilusión y trabajé muy duro por eso, preparé hasta el último detalle, pero no alcanzó. No hay excusas, estuve concentrada durante toda la competencia, enfocada en mi objetivo, pero no se dio”.

Yuri es una mujer tranquila, respetuosa y muy creyente. Pocas veces se deja alterar o pierde el control, pero cuando salta al tatami se transforma en una fiera, así no gesticule ni grite para intimidar a sus rivales.

Así se le vio ayer en sus tres primeras presentaciones, porque salió favorecida en el sorteo y avanzó directamente a segunda ronda. Incluso cuando le ganó a Conway y aseguró la plata, no demostró su alegría, como si todavía no tuviera nada que celebrar.

Pero minutos después de la final sí se emocionó. En la parte baja del espectacular coliseo carioca, uno de los tres edificios gemelos conectados por túneles y puentes, abrazó a sus entrenadores, el japonés Noriyuki Hayakawa y Baudilio Hernández, también artífices de su gran éxito.

Luego, tras un breve descanso, habló con algunos directivos, quienes le contaron rápidamente cómo fue el día más agitado de la historia olímpica de Colombia, pues mientras ella ganaba la plata, la pesista Leidy Solís perdía el bronce en su último ejercicio. También vallecaucana, Leidy quedó a dos kilos del tercer lugar, pero terminó con un merecido cuarto puesto, cuya recompensa es un diploma olímpico. En la mañana, el boxeador Yuberjén Martínez había ganado la semifinal de los 49 kilogramos y asegurado, mínimo, el bronce.

Quien persevera, triunfa

Yuri Alvear nació en Cali, pero desde que estaba muy chiquita su familia vive en Jamundí, a la que considera su tierra. Estudió bachillerato en el Liceo Técnico Comercial, en donde jugó baloncesto hasta el día en que alguien la invitó a una práctica de judo.

A ella le llamó la atención ese arte marcial, pero en su hogar no sonaba muy bien la idea de que la niña se dedicara a pelear. Aún así, sus padres, Arnobi y Miriam, no se lo impidieron.

Menos mal, porque Yuri demostró muy pronto su talento, aunque más que eso era la dedicación y disciplina con la que entrenaba.

Las rifas y bazares que hacía con sus compañeros para financiar sus viajes para competir a nivel nacional valieron la pena, porque pronto llegaron los triunfos, el reconocimiento y las oportunidades. Puso el Valle en lo más alto del podio y después le dio a Colombia prestigio internacional, mientras que terminaba su carrera profesional en la Escuela Nacional del Deporte.

Ayer les confesó a los periodistas colombianos que la acompañaban en la zona mixta, que se siente plenamente satisfecha con todo lo que ha logrado dentro y fuera de los coliseos. “Cuando comencé no imaginé que iría a un mundial, menos a unos Juegos Olímpicos. Mi carrera y mi vida han sido una bendición. El Señor la ha marcado y ha sido supremamente bondadoso conmigo”.

Alegría insuperable

Yuri, la bella campeona de la sonrisa amable, es una mujer reservada, que prefiere que sus actos hablen por ella. Sin embargo, ayer estaba desbordada de alegría y con ganas de expresarse. Tanto que advirtió que aunque todavía no ha pensado en su futuro deportivo, tiene con qué llegar a Tokio 2020.

“Nunca olvidaré estos Juegos, han sido mi mejor experiencia deportiva y personal. Tenía el objetivo de mejorar lo de Londres y lo logré, eso estaba en mis planes. Lo que no alcancé ni a soñar, hasta hace una semana, fue ser la abanderada de mi país en la inauguración. La sola ceremonia ya es algo emocionante, pero llevar el tricolor e ir al frente es algo que no se puede describir”. admitió.

La medalla que logró ayer la judoca vallecaucana es la número 21 en la historia de Colombia, la séptima de plata. Antes de ella, Helmut Bellingrodt fue segundo en el tiro al jabalí en Múnich 1972 y repitió en Los Ángeles 1984; el pesista Diego Salazar ocupó ese mismo lugar en Pekín 2008, y en Londres 2012 los subcampeones fueron el ciclista Rigoberto Urán, la saltadora Caterine Ibargüen y otro pesista, Óscar Figueroa, dueño de un oro en Río 2016, con el que se unió a María Isabel Urrutia y Mariana Pajón como campeones olímpicos. Otras 11 preseas son de bronce y una más, la que será la vigésima segunda, todavía no tiene color. Se colgará el boxeador Yuberjén Martínez.

Por Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial Río de Janeiro

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