Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Además de la guitarra, el bajo, el teclado y la batería, Zoé se metió al estudio de grabación con un matamoscas, una jaula de pájaros y un bombo hecho a partir de una maleta vieja. Sus integrantes no intentaban acondicionar el espacio para una sesión de fotos, ni mucho menos tenían la idea de emplear esos elementos en la función para la que fueron creados.
Los cinco miembros de la banda mexicana los incluyeron dentro de su repertorio con total conocimiento de causa y sus ideas para ampliar el espectro sonoro, sónico, como afirman ellos, fue apoyada y potencializada por Phil Vinall, productor de cabecera de la agrupación y autoridad en la materia debido a su trabajo al lado de Placebo, Pulp y Mark Knopfler.
León Larregui (voz, guitarra), Sergio Acosta (guitarra), Jesús Báez (teclados), Ángel Mosqueda (bajo) y Rodrigo Guardiola (batería), todos ellos con el visto bueno de Vinall, cerraron la puerta del estudio y con todos esos invitados extraños dentro de la música comenzaron a escribir la historia del trabajo discográfico Prográmaton, su quinto álbum de estudio.
“Resolvimos sacar un nuevo disco con canciones inéditas, por fin. Habíamos estado muy ocupados con el Unplugged, que nos dio mucho trabajo y nos mantuvo concentrados al máximo. Fue un proceso divertido y nos dimos toda la libertad para experimentar en arreglos y sonidos. Nuestro productor fue Phil Vinall, que nos ayudó a encontrarle un camino de provecho para este Prográmaton”, comentan los integrantes de esta banda conformada en 1997 en Guadalajara y que transitó desde la zona de la música independiente y alterna hasta convertirse en una de las propuestas abanderadas del mainstream discográfico.
A pesar de la aceptación popular que ha logrado el quinteto, a sus miembros les gusta ir en contra de la corriente, lo que no es convencional, y están acostumbrados a sentir la música desde la arista opuesta. Por eso experimentan tanto en las estructuras como en los procedimientos para elaborar sus registros. Por ejemplo, Zoé no graba su batería con diez micrófonos sino que se casa con uno solo y así consigue una sonoridad particular.
“Lo mejor que nos ha pasado fue hacer este disco, porque no nos concentramos en nuestro instrumento base sino que todos participamos en diversas manifestaciones sonoras. No nos encasillamos en una sola labor sino que nos metimos de lleno a la experimentación con el ukelele, con la jaula de pájaros, con la maleta y con el matamoscas”, dicen los integrantes de Zoé, quienes aseguran además que todas las composiciones provienen de vivencias reales de su vocalista, León Larregui, y que no les gusta disimular sus influencias y por eso hay canciones tan cercanas al new wave.
Los temas 10 a.m. y Arrullo de estrellas fueron los escogidos por la banda para ir calentando el ambiente de la evolución general del trabajo discográfico, que fue presentado esta semana en simultánea para toda Iberoamérica.
“Arrullo de estrellas tuvo un proceso lindo detrás, porque los arreglos salieron espontáneamente. Esta canción es genuina, así como todo el álbum. Si uno como artista no es honesto o sincero, el valor de la música se pierde. Se habla de un amor eterno y de un ángel de la guarda porque esa composición fue dedicada a la memoria de la mamá de León Larregui, quien falleció hace poco”, dice Zoé, banda que se prepara para materializar todas sus posibilidades sónicas.
jpiedrahita@elespectador.com