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'Lorca y el mundo gay'

El autor Ian Gibson piensa que aceptar la homosexualidad de Lorca es una de las claves para entender su obra.

 

Concha Carrón / Efe
16 de marzo de 2009 - 04:10 p. m.
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Siete décadas después de su asesinato, Federico García Lorca y su poesía salen del armario con Lorca y el mundo gay, con el que su autor, el hispanista Ian Gibson, quiere reivindicar "al poeta que fue, no al que han acallado u oscurecido con medias verdades".

Gibson, que ya estudió al poeta antes para escribir ‘Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca' en 1997, se centra en este nuevo libro en uno de los aspectos menos investigados y reconocidos de su vida, su homosexualidad, tratada como tema tabú "durante muchos años" desde distintos ámbitos.

El hispanista traza un perfil de Lorca desde sus años de juventud hasta el momento de su muerte, y se muestra convencido de que su homosexualidad es una de las claves para entender el mundo creado por éste en textos como ‘Romancero gitano' o ‘Poeta en Nueva York', así como uno de los motivos, junto con el político, de su asesinato.

‘Lorca y el mundo gay' ha servido también a su autor para descubrir "el gran amor imposible" del joven Lorca por María Luisa Nátera, una niña de quince años y ojos azules a la que probablemente conoció cuando él tenía 18 en el balneario de Lanjarón, en Granada, y cuyas hijas estuvieron en la presentación de la obra.

Gibson cree que el poeta "luchaba" contra su condición de homosexual en su juventud, motivo que le llevaba a buscar "un gran amor" como el de María Luisa Nátera, aunque la imposibilidad de establecer una relación entre ambos le llevó a sufrir "una terrible angustia" que impregnó sus primeras poesías.

Para el historiador, su libro "no es oportunista, sino oportuno", en una España actual "que ha avanzado mucho" en la libertad sexual y en la que se permiten los matrimonios gays, aunque recordó que en la época de Lorca "era muy difícil ser homosexual, y el descubrimiento de su condición le hizo sufrir mucho".

‘Lorca y el mundo gay' arranca en la adolescencia de Lorca en su Granada natal y le sigue hasta Madrid, dónde coincidió en la Residencia de Estudiantes con los otros autores de la Generación del 27.
Fue una década "extraordinaria" para el autor por su percepción de encontrarse en uno de los espacios más progresistas de la época, aunque, precisa Gibson, "tampoco era fácil ser gay en la Residencia".

El hispanista abunda en la "intensa" relación que se produjo allí entre el joven poeta con Dalí, aunque precisa que el "profundo temor" del pintor al ver que la relación iba en serio les llevó a distanciarse.

También habla de la negación que la condición de homosexual de Lorca produce en su propia familia, dónde ni siquiera sus hermanos la admitieron nunca.

Según Gibson, no existe duda de que "la homofobia" fue una de las causas del asesinato de Lorca, aunque no el único, ya que recordó que éste se había significado mucho políticamente.

Le definió como "un revolucionario" que siempre se ubicó junto a los más débiles, "a pesar de que no podía hablar abiertamente de su propia tragedia".

El antetítulo del libro, ‘Caballo azul de mi locura', está sacado de uno de los poemas escritos en Nueva York, dónde Lorca huyó al ser abandonado por el joven escultor Emilio Aladrén para casarse con una inglesa.

El cosmos de Lorca, dice Gibson, es tan amplio como inabarcable y deja entrever a un personaje "que tenía algo de maníaco-depresivo" y frente al cual sólo se podían tener dos actitudes: amarlo o envidiarlo.

Por Concha Carrón / Efe

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