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La única claridad que tuvo Esteman cuando emprendió el proceso de realización de su segundo álbum era el número de canciones que lo integraría. Todo lo demás hizo parte del desconcierto y de caminar sobre la incertidumbre. La propuesta sonora liderada por Esteban Mateus tendría únicamente doce temas. Diez era una dosis reducida de música. Trece, en cambio, ya era un listado demasiado extenso para seguirle la pista.
Doce es, para Esteman, una cifra emblemática que enamora a los amantes de los discos, de los cd completos que superan el impacto mediático de un sencillo, el rey todopoderoso que domina la escena de la industria en la actualidad. Esa misma nostalgia de los álbumes de antaño motivó a la banda a publicar Caótica belleza, su segundo trabajo discográfico.
“Es un álbum en el que trabajé durante dos años y cada vez que lo escucho siento que es el reflejo de lo que he vivido durante este lapso que sucedió al 1er Acto. Las doce canciones que aquí aparecen me definen mucho como artista y como persona en un momento muy especial para las sonoridades colombianas”, cuenta Esteban Mateus, quien debutó en la música con canciones como No te metas a mi facebook y Cosita tropical, que con muy poco kilometraje se volvieron éxitos en redes.
El componente escénico siempre ha sido determinante para el estilo de Esteman y ahora con sus nuevas creaciones se hace más evidente la sintonía entre el sonido y los desarrollos visuales que acompañan la propuesta. Caótica Belleza nació a partir de las vivencias que ha tenido Mateus al lado de los integrantes de la banda y tiene mucha relación con las colaboraciones, entendiéndolas no solamente como la posibilidad de hacer duetos eventuales.
“La participación de la banda en el disco no ha sido permanente. Aquí lo que hicimos fue rotar a los músicos y no tenemos la misma bajista, ni al mismo baterista en todas las canciones. Creo que la aparición del grupo se dará en el momento del descubrimiento en vivo, porque los sonidos antillanos los encontré con los integrantes y eso no lo puedo desconocer”, dice el artista.
El objetivo de Caótica belleza es resaltar la identidad latinoamericana, porque se trata de un viaje a través de diferentes sonidos con la implementación de instrumentos como el charango y el ukelele. A Esteman no le gusta casarse con ningún estilo, más bien opta por deambular por el caos y por crear el desconcierto sonoro que hoy lo caracteriza.
La ayuda de Natalia Lafourcade, Carla Morrison, Jose Quiñónez y Li Saumet, quienes participan en este registro, estimuló el panorama creativo de Esteman. Sus participaciones no solo influyeron durante la grabación, que se llevó a cabo en estudios de Los Ángeles, Miami y Bogotá, sino que también motivó el surgimiento de atmósferas especiales que se evidencian en el álbum.
“A mí me gustan todas las canciones de Caótica belleza, pero recuerdo especialmente a Frenesí, el bolero tradicional de Alberto Domínguez. Me encantaba la versión de Linda Ronstadt, porque estaba arropada con big band pero al mismo tiempo conservaba la esencia de la original. Yo quería grabarla a la manera antigua, en bloque, y resultó ser un tributo al aire del bolero chachachá”, manifiesta Esteman.
Con todo y sus procesos viscerales, para el músico líder del proyecto Esteman, las cosas no son, en absoluto, blancas. Tampoco son solo negras. El bogotano está en el punto medio de un péndulo y puede disfrutar de la libertad para desplazarse desde los contenidos independientes hasta aquellos territorios, algo menospreciados por los músicos de culto, definidos como de gusto masivo. Dentro de ese entorno ambiguo del gris, que tanto se ajusta a su pensamiento, se divierte y hace lo posible para que su música refleje la característica de la tras escena porque no quiere que exista nada oculto en lo que hace sobre el escenario.
Caótica belleza se presenta en vivo a partir de esta semana en Medellín. El 23 de septiembre debutará en el Teatro Mayor, en Bogotá, con una puesta en escena en la que reinará, una vez más, el desconcierto.
jpiedrahita@elespectador.com