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Kevin Costner es el perfecto ejemplo para demostrar que el éxito en Hollywood no es eterno. Aunque llegó a ser la estrella más famosa del cine, el público (léase las recaudaciones) le dio la espalda cuando empezó a filmar el estilo de cine que sólo a él le gustaba. Pero de a poco parece haber recuperado la fama, desde que volvió al mundo comercial del cine (Supermán incluido). Y ahora estrena la cuarta película del año, tratando de recuperar el prestigio del Óscar, con cintas dramáticas como Black and White y la polémica detrás de las familias con razas diferentes.
Black and White es la cuarta película que estrena este año después de Jack Ryan, 3 Days to Kill y Draft Day, además de la versión de Supermán, Man of Steel, del año anterior y otra película sobre la comunidad latina que está por estrenar con Disney en febrero.
¿Hace cuánto no filmaba tantas películas en tan poco tiempo?
Bueno, en realidad es un mito que haya filmado cuatro películas en un mismo año. En Man of Steel apenas trabajé cinco días y en Jack Ryan debo haber trabajado diez. Lo que pasa es que se hicieron hace un par de años y da la casualidad que se están estrenando casi al mismo tiempo. Comparando con los actores que consideres dentro de mi categoría, debo haber hecho menos películas que ellos. Lo bueno es que las películas hayan perdurado.
¿Qué es lo que más extraña del mundo del cine que conoció casi treinta años atrás?
Honestamente, extraño las cortinas. Hay algo mágico cuando se abren las cortinas de un cine, porque significa que algo diferente es posible. Y una película siempre tiene la oportunidad de ser grandiosa cada vez que se abre una cortina. Son oportunidades que uno tiene todos los días en un estudio de cine. ¿Qué tan bueno es el guión? ¿Le gustará al público? Son respuestas que pueden lograr que una película sea grandiosa.
¿Al momento de elegir una nueva película tiene en cuenta los admiradores que crecieron viéndolo en el cine?
Yo hago cine para la gente. No lo hago para mí. Cuando leo un guión, siento que tengo un secreto, un gran secreto que voy a poder compartir después. No conozco a nadie que haya leído un buen libro y no quiera compartirlo. Hay ciertas películas que todavía quiero hacer. Todavía me gusta el viejo estilo artístico de contar historias. Lo bueno es que hoy tenemos al cine en vez de una fogata en un campamento. Me gusta contar historias, y sí, planeo subirme a un caballo de nuevo para hacer alguna película de vaqueros.
¿Alguna vez hizo una película que no le gustara, pero la filmó igual porque sabía que podía gustarle a la gente?
Cuando decido que algo no me gusta, no lo hago, porque el cine define mi vida en el mundo. Y no permito que las películas definan quién soy. Me encanta compartir historias interesantes y hacer cine ha sido un gran privilegio. Siento que los actores tenemos suerte cuando de alguna forma encontramos un trabajo como el nuestro, porque muchos probablemente no funcionaríamos muy bien en otras profesiones. No sabemos la razón, no lo podemos explicar, pero entre los actores nos reconocemos por el deseo de inventar algo para montar un espectáculo. Es increíble que podamos ganarnos la vida así.
Kevin Costner nació el martes 18 de enero de 1955 a las 9:30 de la noche en la ciudad de Lynwood, al sur de Los Ángeles, en la época en que también nacía el juego Scrabble y Disney estaba por estrenar La dama y el vagabundo. Lejos de pensar en Hollywood, en la adolescencia se dedicó a jugar básquet, fútbol americano y béisbol. Recién cuando entró a la Universidad de Fullerton empezó a tomar clases de actuación. Ahí fue donde también conoció a su primera esposa, Cindy Costner, madre de sus tres hijos mayores, Anne, Lily y Joe, y consiguió un trabajo de marketing, hasta que por casualidad se cruzó con un actor famoso en un vuelo a México. Era nada menos que Richard Burton, quien le recomendó que se dedicara a la actuación si era lo que realmente quería. Decidido al cambio, Kevin Costner renunció al trabajo seguro y empezó a buscar un futuro de actor, mientras curiosamente trabajaba como guía turístico de casas famosas. Uno de los primeros roles resultó ser una película erótica, pero prometió dejar la actuación si ese iba a ser su futuro. Pasaron más de cinco años hasta que finalmente, en 1983, consiguió un personaje en la película Big Chill, que incluso llegó al cine con sus escenas cortadas. Pero el mismo director, Lawrence Kasdan lo volvió a contratar después, para la película Silverado, que marcó el comienzo del verdadero futuro. Dos años más tarde ya figuraba entre los mejores actores de Hollywood, gracias a los éxitos The Untouchables y No Way Out. En 1990 ganó el Óscar como mejor director por la película Dance with Wolves, que se llevó el premio a la mejor película y por la que también estuvo nominado como mejor actor. Y siguió con más y más éxitos, recaudando casi US$400 millones, solamente en Estados Unidos, con Robin Hood: Prince of Thieves, JFK, The Bodyguard y Wyatt Earp.
Los problemas empezaron cinco años después, cuando gastó US$175 millones para producir la película Waterworld, que apenas recaudó US$80 millones. Y mientras su matrimonio con Cindy Costner terminaba en divorcio, la carrera de Kevin Costner también parecía haber terminado. La siguiente película, Tin Cup, apenas recaudó US$54 millones de los US$45 millones que había costado (como los cines se quedan con el 50% de las recaudaciones, significa que todavía le faltaba recaudar otros 60 millones para recuperar los costos). The Postman costó US$80 millones y ni siquiera recaudó US$20 millones. Y algo parecido pasó con las siguientes películas, Message in a Bottle y For the Love of the Game.
Increíble pero cierto: Kevin Costner encontró el camino del fracaso tan rápido como había conseguido el éxito. Ni siquiera después de haber bajado su sueldo pudo recuperar la popularidad, cuando después de participar en una nueva versión de Supermán, en el mismo año 2014 estrenó las películas Jack Ryan: Shadow Recruit, 3 Days to Kill y Draft Day (ninguna recuperó el costo de producción). Pero con el puesto de productor, además del rol protagónico, Kevin Costner vuelve a intentar un cambio, con el drama de la nueva película Black and White y el tema del racismo que volverá a tocar el año próximo con la verdadera historia de McFarland USA, un profesor que cambió la vida de una comunidad latina en California.
¿Cree que el cine puede cambiar la forma de pensar en el mundo?
Bueno, el cine me ha dado todo tipo de lecciones a lo largo de la vida. Aprendí qué es un héroe viendo una película. Aprendí lo que no me gustaría ser, al ver una película. Aprendí cómo besar, por ver a Sean Connery besando una mujer. Aprendí lo bueno y lo malo. Y las películas también pueden ser entretenidas, aunque otras veces puedan tratar temas que nunca vas a olvidar en tu vida, porque ayudan a informarte.
¿Después de haber filmado dos películas diferentes sobre el racismo, como ‘Black and White’ y ‘McFarland USA’, piensa que en Hollywood hubo en algún momento ciertos problemas de racismo como en el resto de la sociedad en Estados Unidos?
El racismo no es un problema para mí en el cine. Yo sólo quiero mostrar la verdad. Cuando filmé The Bodyguard pensaba que la mujer más hermosa del mundo era Whitney Houston. Y cuando hice Dance with Wolves, los indios eran indios, no actores blancos con maquillaje. La raza no me molesta. La verdad es tan entretenida como la vida y por eso es importante elegir correctamente a los actores. Lo que me molesta es si un actor no llega a tiempo o no se prepara bien. Me gustan los actores profesionales. Me encantan. Y así es como los juzgo.
¿Piensa que alguna vez, como sociedad, podremos ver como algo normal a una familia no tradicional, con mezcla de razas?
No sé, me parece algo muy difícil. Si te fijas en el mundo, es muy difícil salir de la normalidad. Yo sé cómo crecí en Compton, no toda la vida, pero sí los primeros siete años, y vi cómo la gente hablaba en todos lados. Y siento que crecí un poco ignorante, pero estoy feliz de haber crecido ahí. ¿Qué es una familia tradicional hoy? La vida nos va mordiendo a todos, pero tenemos que seguir. Si te divorcias, hay que seguir. Si de repente surge un hermano que no es el hijo de tu madre, hay que seguir. Como personas, tenemos que mejorar. Necesitamos empatía. Ya te habrás dado cuenta de que no sé cómo responder tu pregunta, pero hay que seguir (risas).
Con el perfecto título Black and White, Kevin Costner abarca un problema racial en la familia que no estamos acostumbrados a ver en cine. En este caso, él es un abogado de Los Ángeles que después de la muerte de su hija decide cuidar con la esposa a la nieta de raza negra. Pero cuando la esposa también muere en un accidente de auto, él se ve envuelto en la lucha por la tenencia de esa misma nieta, después de que la otra abuela de raza negra (Octavia Spencer) exige que pase al cuidado del padre, aunque sea un adicto a las drogas que tuvo mucho que ver con la muerte de la madre.
¿Cuál fue la parte del guión que más le gusto?
La simple línea del guión de Black and White donde decía: “No es mi primer pensamiento lo que importa, es el segundo, el tercero y el cuarto lo que define quien realmente somos”.
¿Nunca se fija en el éxito de las recaudaciones?
¿Qué es un éxito masivo? Es gracioso buscar una medida así, aunque si quiero seguir haciendo este estilo de cine, la gente tiene que ir a ver la película. Y espero que lo hagan. Pero yo me preocupo por saber cómo van a juzgar esta película dentro de 5, 10 o 15 años. Para mí, esa es siempre la mejor señal del éxito de una película. Vivimos en un momento en el que la gente dice quién es el que se viste mejor o peor y lo que está de moda. Pero uno tiene que decidir por sí mismo si algo le gusta. En el estreno hubo 4.000 personas que entendieron lo que yo entendí, se rieron en las mismas escenas y lloraron en las mismas escenas. Quiero conseguir un clásico del cine. Eso es lo que busco. Y eso significa hacer una película que alguien quiera pasarle a otro, como una buena historia o una buena canción que pasa de mano en mano. Y espero que pase algo así con una película como Black and White.