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Lai, propietario del mayor imperio editorial de la ciudad en pro de la democracia, ha visto cómo su hogar fue blanco de ataques con bombas incendiarias y el saqueo de sus oficinas: ha sido blanco de una conjura de asesinato y, hace poco, de múltiples ataques en línea por parte de lo que sospecha que fueron hackers patrocinados por el estado. Por la noche del domingo, atacantes no identificados arrojaron cócteles molotov a las entradas de su hogar y las oficinas de su empresa.
Pero, si las protestas que llevaron a tramos de Hong Kong a un alto total a lo largo del otoño fueron una culminación parcial de sus décadas promoviendo la democracia, Lai, de 66 años de edad, encuentra quizá su mayor prueba en sus consecuencias; las cuales pudieran tener repercusiones para la libertad de medios en Hong Kong y la creciente intolerancia de Beijing hacia la disensión en lo que, hasta 1997, fue una colonia británica.
Es el tipo de lucha callejera de la política que él ha estado esperando. Por la tarde del 28 de septiembre, Lai fue golpeado por fragmentos de una lata de gas lacrimógeno, misma que estuvo entre las 87 disparadas por la policía ese día sobre las multitudes de manifestantes, principalmente estudiantes jóvenes.
“Estamos parados ahí, y vimos personas corriendo hacia el camino y ocuparlo, y en ese momento, dije: 'Oh, Dios mío, esto es maravilloso’”, dijo Lai en una reciente entrevista. “Ese fue el comienzo”.
Las organizaciones informativas de Lai, sumamente populares, dieron cobertura total sobre lo que sucedido después: un asedio de 11 semanas por parte de manifestantes acampados en tres de los principales centros de negocios y compras de Hong Kong, en lo que se conoce como Ocupa Central o el Movimiento Paraguas. Lai fue una presencia casi diaria en el principal campamento de protesta hasta que fue detenido con los últimos que resistían cuando la policía despejó el sitio, el 11 de diciembre.
Ahora, la lucha de Lai al parecer está lista para pasar de las calles a las cortes. Indignados por lo que ha sido catalogado en el mejor de los casos como una asamblea ilegal y, en el peor, una afrenta a la soberanía de China sobre el territorio, las autoridades de Hong Kong han estado preparando cargos formales en contra de veintenas de personas a las que han identificado como las figuras principales en las protestas de Ocupa. El viernes pasado, Lai recibió instrucciones para reportarse al cuartel general de policía el 21 de enero.
“V a ser muy interesante ver si él va a cargar el peso más pesado como la 'mano negra’ más negra”, dijo Michael DeGolyer, catedrático de economía política en la Universidad Bautista de Hong Kong, quien conduce una serie de encuestas sobre democracia. Mano negra es un término que las autoridades chinas han usado para referirse a aquellos que agitan la actividad antigubernamental.
“Se podría argumentar que él, quizá, fue el partidario más significativo de Ocupa Central, en términos de suministrarle una plataforma” a través de sus medios informativos, agregó DeGolyer. “Aquí vamos a tener considerable libertad del tema de prensa, lo cual nos dirá mucho sobre el futuro de Hong Kong”.
Por separado, la dependencia de combate a la corrupción en Hong Kong ha estado investigando desde hace ya tiempo las donaciones de Lai a los políticos y sus partidos de la ciudad a favor de la democracia. La investigación siguió tras quejas públicas después de que se filtraron mensajes de correo detallando algunas de las donaciones en el verano, resultado de ataques de piratas informáticos en contra de la empresa de Lai, Next Media Ltd. Él ha dicho que, a todas luces, los ataques fueron patrocinados por el estado.
“Como el caso está en marcha, más vale que yo mantenga la boca cerrada”, dijo Lai. “Pero, creo que sin consideración a lo que venga, lo aceptaré. No me preocupa esto, ya que no creo haber hecho nada malo”.
La senda de Lai al negocio editorial fue más bien improbable. Nació en Guangzhou, ciudad al sur de China, de una acaudalada familia que perdió todo cuando los comunistas tomaron el poder en 1949. La familia Lai le pagó a un traficante para que lo llevara en bote a Hong Kong en 1960, a los 12 años de edad. Empezó a trabajar y dormir en una de las numerosas maquiladoras que había en la ciudad en esa época, produciendo artículos de punto.
Al principio desempeñó trabajos diversos, convirtiéndose después en tejedor. Aprendió inglés solo sobre la marcha, lo suficiente para conseguir un puesto como encargado de oficina en una comercializadora en Central, el principal distrito comercial. Para cuando Lai tenía 27 años de edad, él y dos socios habían echado a andar su propia fabriquita de ropa, que para finales de los años 80 había crecido hasta convertirse en la primera tienda al por menor de “moda rápida”, Giordiano.
Cuando manifestantes estudiantiles inundaron las calles de Beijing en manifestaciones por la democracia en la primavera de 1989, Giordiano tuvo muy buenas ventas en Hong Kong con la venta de camisetas con la leyenda impresa: “La dinastía ha muerto, por favor dimita” en grandes caracteres chinos en rojo. Después de que el gobierno chino ordenara una represión militar dentro y alrededor de la Plaza de Tienanmén el 4 de junio de 1989, matando a cientos de personas, posiblemente miles, la política de Lai se recrudeció.
Decidió que se ramificaría en los medios de comunicación fundando la publicación Next Magazine al siguiente año. La revista divide su cobertura entre serias investigaciones para exponer escándalos y exposiciones al estilo de los paparazzi de las vidas privadas de celebridades locales. La columna semanal de Lai en Next, misma él aún escribe, apuntó a la dirigencia china en Beijing. Un artículo de julio de 1994 insultaba repetidamente a Li Peng, el primer ministro - quien fue consideración una fuerza motriz detrás de la represión de 1989 - y le dijo que “se muera”.
A las pocas semanas, las autoridades empezaron a cerrar tiendas Giordiano en la China continental, el mercado de crecimiento más acelerado para la cadena al menudeo de Lai. Al poco tiempo, Lai decidió que no tenía más opción que vender el negocio.
“Fui ingenuo. No que esperara que ocurriría algo como esto, pero tampoco preví que fuera a ser miel sobre hojuelas para mi carrera en China”, dijo Lai. “Si yo realmente tratara el negocio como empresario, no habría hecho lo que he hecho: oponerme a China. Ningún empresario en su juicio haría esto, porque sabes que habrá repercusiones”.
Lai usó el dinero de la venta de Giordiano para invertir más en medios. Lanzó un periódico en 1995, Apple Daily, que rápidamente se volvió uno de los más grandes en Hong Kong. Después, creó una unidad de noticias animadas en Taiwán, Next Media Animation.
La influencia que Lai ejerce en la industria de medios de comunicación en Hong Kong y círculos políticos ha atraído a muchos detractores con el paso de los años.
Incluso entro del movimiento por la democracia en Hong Kong, que está siendo encabezado cada vez más por una generación más joven, el predominio de noticas impresas, en línea y móviles de las publicaciones de Lai puede crear agitación.
Lai “ha desempeñado un papel de suma importancia en el movimiento hongkonés por la democracia, al igual que sus medios de comunicación siempre han estado del lado de la democracia”, dijo Joshua Wong, líder estudiantil de 18 años de edad, por teléfono este domingo.
De cualquier forma, dijo Wong, “El movimiento democrático de Hong Kong no puede solo depender de un canal mediático”. “No es saludable, e incluso se genera el riesgo de terminar controlado por una publicación”, prosiguió.
Al parecer, Lai está consciente de los riesgos, así que el mes pasado hizo el movimiento sorpresivo de renunciar a la presidencia de Next Media. “Mientras más tiempo estoy en el frente del movimiento, menos apropiado que yo debiera estar conectado tan estrechamente con nuestros medios de comunicación”, dijo. “No puedes tener a los medios tan cerca de ti que se convierten en tu voz. Esto no es bueno, ya que se vuelve demasiado extremo y la gente lo resentirá”.
Lai dice que él puede ver el día, quizá en 10 años, en que los medios impresos dejen de ser viables económicamente y sus propias publicaciones cambien a plataformas digitales. Él aún posee 73.5 por ciento de Next Media y dice que está totalmente opuesto a venderla. A diferencia de muchos empresarios chinos, él no alberga planes de transmitir el negocio a cualquiera de sus seis hijos, cuyas edades van de los 8 a los 37 años.
“Yo no creo que debería pedirles a mis hijos que hereden mi negocio, ya que ellos no pueden empezar donde yo empecé”, dijo. “Yo era de la calle. Soy una persona de una fibra muy diferente. He sido un luchador durante toda mi vida”.