Juan Pablo Carreño: en la vanguardia de la música

El bumangués compuso la música de la ópera policíaca “La Digitale”, escrita por el francés Sylvain Cohen. Admira el ambiente cultural de Bogotá y dice que vivir allí fue central para su formación profesional.

El Espectador
10 de marzo de 2017 - 04:23 a. m.
Juan Pablo Carreño: en la vanguardia de la música
Foto: OLIVIER ROLLER
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¿Cómo fueron sus primeros años en Bucaramanga?

Mi papá me metió en clases de música por casualidad: nuestra vecina, Amalia Carrera, dictaba lecciones para niños. Más adelante ella me llevó al Taller de Formación Musical, que tenía una pequeña orquesta que tocaba música sinfónica y tradicional. El taller se convirtió en la primera generación de la orquesta juvenil Batuta.

Después estudió en la Javeriana. ¿Cómo fue su llegada la capital?

Bogotá me dio todo para buscar mi identidad artística. Me aportó mucho desde el cine, la música, la literatura y el teatro. He tenido la oportunidad de vivir en siete capitales del mundo y me parece que la dinámica cultural de Bogotá es increíble: desde los teatros del submundo hasta los más reconocidos. Además están los festivales de música, algo que envidiarían muchas ciudades.

¿Cuándo decidió dedicarse de lleno a la música?

Saliendo del colegio estaba entre estudiar derecho o música. Con algunos amigos de Batuta, con los que había compartido desde los seis años, nos decidimos por lo segundo y nos fuimos a Bogotá. Para mí fue como abrir los ojos y descubrir un mundo fantástico. En la universidad viví experiencias afectivas, musicales y espirituales que fueron fundamentales para empezar mi vida profesional.¿Cuál es su recuerdo más fuerte de su época universitaria?

El primer día, cuando subía las escaleras desde el túnel de la Séptima hasta el edificio donde quedaba el Departamento de Música. Iba de saco y corbata, con mi violín, como un buen provinciano que llegaba a la capital a presentarse a la universidad. Guillermo Gaviria, el decano, me recibió en la audición. Con él tuve una relación alumno-maestro muy intensa.

¿En qué momento surgió la idea de estudiar en Francia?

Uno de mis profesores, el compositor Luis Riso Salas, se fue a Francia y desde allí les abrió las puertas a muchos compositores colombianos. En una ocasión vino a Bogotá a visitar a su familia y dictó unos talleres. Nos dijo que en el Conservatorio de París había estudiado con el portugués Luis Nunes, cuya obra “Machina Mundis” me había marcado. Allí supe que París era donde debía estar.

¿Por qué terminó estudiando en Miami?

Terminé la carrera y me ofrecieron una beca. En ese momento estaba vaciado y la propuesta me llamó mucho la atención. Estuve dos años en Miami haciendo estudios de posgrado. Por cosas del destino, la universidad me pagó un viaje a Barcelona y aproveché para ir a París. Allí un amigo me puso en contacto con Emmanuel Nunes y fue él quien me dijo que me fuera para Europa.

¿Cómo surgió su proyecto musical con la película “Garras de oro”?

Tenía ganas de hacer un cine concierto y mi amigo Gustavo Vasco me dijo que Garras de oro era la película indicada. En ese momento acababa de ser recuperada por Patrimonio Fílmico Colombiano y me llamó mucho la atención porque fue la primera película antiimperialista del cine mundial.

¿Qué opina del olvido que ha recaído sobre esa película?

La película habla sobre la secesión de Panamá por la influencia de Estados Unidos y fue censurada por el gobierno de ese país. Para mí es la joya de la corona del cine colombiano. Fue hecha en los años 20 y estuvo desaparecida hasta los 80, porque casi a nadie le importaba. Eso dice mucho de nuestra relación con el patrimonio. En otro lugar, esa película haría parte de la historia colectiva.

¿De qué se trata la ópera que estrena hoy en Bogotá?

La Digitale fue escrita por Sylvain Cohen. Cuando me propusieron hacer su música me reuní con él y le dije que me parecía más una tragedia que una historia policíaca. La protagonista trata de envenenar a alguien con el extracto de una planta. Comienza cuando está siendo interrogada y termina cuando la están examinando en la morgue, porque ella también muere por envenenamiento.

¿Por qué era importante hacer que la música de la obra girara en torno a la intoxicación?

Cuando la obra comienza, el personaje principal está muriendo porque ha ingerido una dosis de veneno. Sobre esa idea construimos una doble dramaturgia. La primera es la historia que el público ve en el escenario y la segunda gira alrededor del envenenamiento, que altera la percepción del personaje principal y algo de lo que se cuenta a través del discurso musical.

¿Qué proyectos tiene para 2017?

Viene el estreno de mi segundo cuarteto de cuerdas, que fue una comisión del Banco de la República, y también estoy escribiendo una obra lírica. Es una misa por la reconciliación consigo mismo. La primera parte es un diálogo entre un texto de san Francisco de Asís y testimonios de víctimas de la violencia en Colombia, sobre todo de la masacre de El Salado.

¿Por qué escogió ese texto?

El texto de san Francisco es una recomposición de salmos del Antiguo Testamento. Los salmos son poemas hebreos, pero él los cristianiza para narrar los últimos momentos de vida de Jesús. Hablan de una violencia física y espiritual muy conmovedora y es difícil que un colombiano no vea en ellos algo de nuestra historia reciente.

¿Qué lo llevó a trabajar en una obra por la reconciliación?

La posibilidad de hacer la paz es la posibilidad de redefinirnos como colombianos. Si la gente pensara que la paz era más importante que cualquier otra cosa, este sería otro país. Los colombianos tenemos la oportunidad de hacer la paz, pero para eso es importante que primero nos reconciliemos con nosotros mismos.

Por El Espectador

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