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¿Cómo empezó Pisotón?
Es el resultado de siete años de investigación en mi tesis doctoral, en la Universidad de Salamanca. Buscaba, a través de la educación psicoafectiva, una respuesta que permitiera promocionar el cuidado de la salud de nuestros niños.
¿Por qué se tomó la decisión de expandirlo a todo el país?
Ese era el deseo: llegar a todos los pequeños, sobre todo a aquellos que pertenecen a los estratos 1, 2 y 3. Pisotón es para todos los estratos, porque todos tenemos conflictos.
Si el programa Pisotón está enfocado en los niños víctimas del conflicto, ¿de qué manera beneficiará el programa a los damnificados por el invierno?
Pisotón no es sólo para niños en el conflicto armado. No nació del conflicto colombiano, nació del conflicto que todos llevamos dentro. Con los damnificados haremos una recuperación psicoafectiva.
¿Cuáles son las necesidades que han identificado en la población afectada por la ola invernal?
Niños abandonados y en estados depresivos, algunos incluso abusados sexualmente. Hemos encontrado serias necesidades afectivas. Y cuando los niños tienen tantas necesidades y no tienen herramientas, la defensa es la violencia y la agresión.
¿En qué se va a invertir el dinero que llegará al programa?
Hay dos inversiones. Primera, la del material, que es un kit con cuentos, juegos, un manual y un títere. Por otro lado, el material de formación de los maestros, que son diplomados que duran casi 80 horas. La idea es llegar a 15 regiones y formar, más o menos, 4.500 maestros.
¿En qué lugares del país y cuántas personas se han visto beneficiadas con el programa?
Hemos formado cerca de 6.000 maestros y el programa ha beneficiado a 16.000 niños. Sin embargo, hay más de tres millones que han pasado por el programa. Pisotón también está en México, Bolivia, Ecuador y Panamá.
Con una experiencia de 13 años, ¿cuáles son las principales transformaciones que ha generado el programa?
Hay dos tipos de transformación: transversal y longitudinal. En la transversal vemos que el pequeño cambió y tiene un buen pronóstico, pero, si no se sigue trabajando, vuelve al mismo estado. Cuando uno interviene a tiempo, sí es posible que el niño reconozca sus herramientas para salir adelante. El menor deja de rumiar lo faltante y no se queda en la queja. El longitudinal dura cuatro años. Como quien aprende a leer y escribir, hay que aprender de las emociones.
¿Qué se necesita para que un niño tenga un desarrollo físico y mental eficaz?
En los dos primeros años de vida se necesita mucha relación afectiva. Eso da seguridad, confianza, autonomía y regulación. Muchos procesos psicológicos se logran cuando hay una madre suficientemente buena.
¿Cómo concibe el juego dentro de la formación del niño?
Es importantísimo. Por eso, Pisotón tiene cuento, psicodrama y relato vivencial. El niño primero se identifica con el cuento, luego se relaciona su historia con la del personaje y, finalmente, es capaz de pinchar la nubecita negra que empaña el camino y sacarle el agüita sucia.
¿Cuál era su juego callejero preferido?
Jugaba a la lleva y al escondite. Podíamos jugar en la calle porque había mucha seguridad.
¿Qué la inspiró para crear Pisotón?
El dolor de los niños. Soy psicoterapeuta de niños. Uno de los planteamientos que tengo es que se puede evitar tanto dolor en los niños. Y sí, se puede.