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Adiós a un ícono del arte

Las exequias del maestro Rayo se efectuarán  este martes a las 4:00 p.m. en la Iglesia de San Sebastián, en Roldanillo, Valle.

El Espectador
07 de junio de 2010 - 09:00 p. m.
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Murió temeroso de que la falta de recursos económicos echara por la borda su gran obra, fundada en 1981: el Museo Rayo de Dibujo y Grabado Latinoamericano en Roldanillo, Valle, donde  el maestro Omar Rayo nació el 20 de enero de 1928.

“Yo insisto en decir que al Gobierno no le interesa la cultura, no sé por qué razón si justamente la cultura es la que hace mejor a un país, la que hace mejor a la gente y que tenga un mejor futuro. Entonces yo me siento olvidado...”, sentenciaba el maestro. Si bien Rayo se quejó alguna vez de la falta de recursos, la Ministra de Cultura Paula Marcela Moreno afirmó que el Gobierno “ha apoyado la labor del Museo Rayo y sus actividades culturales desde su inicio, y lo seguirá haciendo con el ánimo de que su legado trascienda a las futuras generaciones de colombianos".  

Sus inicios como artista  datan de su etapa de  adolescente, cuando encontró en un periódico un aviso de  un curso de dibujo por correspondencia de la Academia Zaer de Buenos Aires, Argentina. En 1947 empezó su carrera profesional en Cali, trabajando como caricaturista e ilustrador en varias revistas, y un año más tarde arrancó su trabajo con las témperas y  sus exposiciones en varias ciudades de Colombia. Después recorre casi toda Suramérica en vez de irse a España, como se lo habían propuesto.  “Me voy para Suramérica porque quiero conocer primero a mi madre, y no a mi abuela”, confesó. 

De 1959 a 1960 vivió en México, gracias a una beca otorgada por la Organización de Estados Americanos (OEA). Su carrera iba en ascenso. En 1970 ganó el Salón Nacional de Artistas de Colombia y un premio especial en la Primera Bienal de Grabado Latinoamericano, de San Juan de Puerto Rico. Después fue galardonado con la beca Guggenheim en   Nueva York, donde se  radicó hasta 1976.

Su obra hablaba de modernidad, de formas  geométricas, de volúmenes, de pliegues, de un oscilar entre el cuadro y la  escultura, del mundo en  blanco y negro, y después el de los colores básicos y fuertes, como el rojo, el amarillo y el azul.  Su producción artística  ha estado expuesta en los principales museos y salas de exposición alrededor del  mundo —y seguramente aún llena— y seguirá plasmada en las páginas de libros de arte de  gran formato. Justamente, el editor Benjamín Villegas,  quien lo  había visitado hace cuatro años para  la edición de un libro sobre artistas colombianos, lamenta su fallecimiento. “Estoy sorprendido, aunque consciente de que el maestro Rayo venía enfermo los últimos años.   De hecho, mi viaje a Roldanillo para que él se involucrara en el libro,  coincidió con una recaída de salud. El museo en Roldanillo es lo más importante que hizo, como legado, y él es quizá el único artista colombiano que se propuso crear en su pueblo un museo de las más altas especificaciones arquitectónicas y técnicas para albergar una colección seria de arte y tratar de llevarle ese arte colombiano y del mundo a la gente”, dijo el editor a Caracol Radio.

Por su parte, la Ministra de Cultura, Paula Marcela Moreno, afirmó: “el maestro Rayo introdujo el lenguaje del pensamiento artístico geométrico relacionado con el primitivismo abstracto, abriendo fronteras a mitad del siglo pasado en el arte colombiano, lo que  además lo relacionó con grandes figuras del arte latinoamericano de su generación. Su compromiso artístico lo llevó también a establecer uno de los primeros museos regionales de arte moderno en Colombia, sembrando el gusto por las colecciones entre su contexto más próximo. Su ejemplo fue seguido por otros grandes maestros de América Latina”.

El cuerpo del maestro (quien murió el lunes cuando era transportado en una ambulancia desde su tierra natal  a la clínica Valle del Lili en Cali,  tras sufrir un  infarto) fue trasladado al Museo Rayo y después al Consejo Municipal de Roldanillo, donde permaneció en cámara ardiente. Sus exequias se realizarán este martes a las 4:00 p.m. en la Iglesia de San Sebastián, en Roldanillo, Valle.

Por El Espectador

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