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La dinastía de los Santos

Devenir de una familia de origen santandereano y boyacense, que desde el periodismo y la política en Bogotá llegó a la cúspide del poder. El primer presidente  fue Eduardo Santos en 1938 y el segundo asumirá el próximo 7 de agosto.

El Espectador
26 de junio de 2010 - 07:59 p. m.

En protesta contra el cobro de nuevos impuestos en el Virreinato de la Nueva Granada, hace 229 años estalló en el municipio de Socorro (Santander) la Revolución de Los Comuneros. Al romper el edicto que ordenaba las contribuciones, el 16 de marzo de 1781, Manuela Beltrán dio el primer paso a una revuelta que se diseminó por toda la región. Los ecos de la protesta llegaron al caserío de Pinchote, donde Pedro Santos Meneses levantaba su familia dedicado al cultivo de tabaco y café. Y en calidad de capitán, se sumó a la insurrección.

El movimiento fue traicionado, su líder popular José Antonio Galán fue llevado a la horca y Pedro Santos Meneses, como otros hacendados de la región, regresó a su terruño. El 7 de abril de 1782, tras demarcar los linderos entre Socorro y San Gil, junto con Antonio José Villamil, le dio identidad al pueblo de Pinchote. Como una bendición para su hogar, tres días después, su esposa Petronila Plata dio a luz al quinto hijo del matrimonio, una niña que fue bautizada con el nombre de Antonia y que creció oyendo historias de libertades y fusilamientos.

La familia Santos Plata se ubicó después en la hacienda El Hatillo, y llegaron más hijos. Fueron 11 y, como Antonia, se criaron entre las plantaciones de tabaco y los sueños de independencia de una nueva generación de neogranadinos que añoraba el momento de separarse de España. Por eso, cuando Simón Bolívar emprendió la Campaña Libertadora de 1819, a sus 37 años Antonia y su hermano Fernando no dudaron en sumarse a sus filas. Con otros amigos, familiares y paisanos formaron la guerrilla de Coromoro en la provincia de Socorro.

Como Los Almeida en el Valle de Tenza (Boyacá) o La Niebla de la gente de Vélez o Zapatoca, la guerrilla de Coromoro hostigaba a las fuerzas realistas, interceptaba sus comunicaciones o abastecía y mantenía informados a los ejércitos rebeldes. Hasta que el último gobernador de la provincia Luis González detectó que su base de operaciones era la hacienda El Hatillo y desplazó un destacamento militar a la propiedad, donde puso presa a Antonia Santos, a su hermano Santiago, a su sobrina Helena y a dos esclavos de la familia.

La orden del virrey Juan Sámano fue perentoria: condenada a muerte por enemiga del Rey de España. Junto a otros patriotas, calificados como “reos de lesa majestad”, a las nueve y media de la mañana del 28 de julio de 1819, tres días después de la batalla del Pantano de Vargas que le abrió las puertas de la victoria al ejército de Simón Bolívar, Antonia Santos Plata fue llevada al cadalso. En una esquina de la Plaza del Socorro, tras despojarse de sus zarcillos de oro y un relicario, y regalarle un anillo a unos de sus verdugos, fue fusilada.

Los Santos Plata pagaron tributo a la independencia, que se selló diez días después en la batalla de Boyacá del 7 de agosto. Sus hermanos Fernando y Josefa, igualmente rebeldes, se encargaron de que nunca fuera olvidada. Y la familia empezó a crecer en una nueva época marcada por las diferencias entre los libertadores. Cada hijo formó su hogar y el tercero de los Santos Plata, José María, en un segundo matrimonio se unió a otra joven santandereana llamada Facunda Galvis. De esa relación conyugal nacieron tres hijos, el segundo de los cuales recobró la política.

Se llamó Francisco Santos Galvis y nació el 21 de agosto de 1848 en Coromoro, no muy lejos de Charalá, siempre en territorio santandereano. Eran tiempos de agitación política y los partidos Liberal y Conservador apenas enunciaban sus primeros manifiestos. Dos años después murió su padre y su hogar se trasladó a San Gil, donde a los 18 años ya oficiaba como vicerrector del colegio San José de Guanentá. Pero su ilusión era volverse abogado y por eso se marchó a Bogotá para estudiar Derecho en la Universidad del Rosario.

A los 25 años había cumplido su sueño y gracias a su liderazgo regional, dos años después oficiaba como representante a la Cámara en la Comisión de Hacienda. Era el año 1876 y por primera vez un santandereano ocupaba la Presidencia de Colombia: Aquileo Parra. Pero el conservatismo quería el poder y le declaró la guerra. El gobierno triunfó, pero el radicalismo liberal imperante desde 1863 empezó a ceder frente al nuevo protagonista de la política nacional: Rafael Núñez. El abogado Francisco Santos Galvis se convirtió en uno de sus férreos opositores.

Y lo hizo fundando el semanario El Corresponsal, junto con el estudiante, futuro congresista y escritor Diego Mendoza Pérez, sobrino del ex presidente radical Santiago Pérez. Lo suspendió un año después porque en Guateque había conocido a la joven Leopoldina Montejo, con quien se casó en Ráquira el 6 de mayo de 1879. Como lo relata Enrique Santos Molano en su libro Los jóvenes Santos, en contraste con su marido, Leopoldina era tan religiosa que a su familia la hacía rezar hasta por los reyes católicos de España.

El matrimonio Santos Montejo se fue a vivir a Vélez, donde Francisco Santos se desempeñó algunos meses como juez, tarea que también cumplió en Socorro y Curití. Pero se trasladaron a Bogotá por la época en que Francisco Javier Zaldúa empezaba su Presidencia. Entonces Santos, quien había vuelto a abrir periódico, El Republicano, fue nombrado auxiliar de la Tesorería General. Zaldúa murió en ejercicio y su reemplazo, José Eusebio Otálora, lo ascendió a Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Ya inmerso en los gajes de la vida pública llegaron sus hijos: Hernando, Guillermo, Enrique, Eduardo, Gustavo, Jorge y Julio. Los dos últimos no sobrevivieron a la niñez. Entre tanto, con el correr de los años, Santos fue diputado por Santander, Tesorero General de la Unión antes de que Núñez cambiara la Constitución y segundo vicepresidente de la Cámara después de que la Carta Política de 1886 cambió las reglas de juego. Todo parecía exitoso hasta que sobrevino la tragedia. El 8 de enero de 1900, Francisco Santos Galvis se suicidó en el municipio de Curití (Santander).


Dicen que padecía una grave enfermedad. Los comentarios son evasivos y escasos. Lo cierto es que su hijo mayor, Hernando, tenía 17 años, y el menor, Gustavo, ocho. Y Leopoldina los sacó adelante con disciplina y ejemplo. El más rebelde fue Enrique, nacido en 1886. Él mismo diría años después que “era un demonio comparado con los cuatro ángeles de sus hermanos”. La prueba es que a los 14 años intentó sumarse a los liberales en la Guerra de los Mil Días y lo pusieron interno. Años después lo mandaron a vivir donde un amigo de la familia en Venezuela.

Su polo a tierra, el mismo de sus hermanos, fue el periodismo. En 1901 ya escribía en el periódico Esfinge, mientras su hermano Hernando se sumó a la redacción de El Nuevo Tiempo, el periódico más influyente de principios del siglo XX. Mientras Enrique y Hernando escribían, su hermano Eduardo se hacía abogado. En 1909, Enrique partió a Tunja donde abrió negocio y creó el periódico La Linterna, que se convirtió en un dolor de cabeza de la IglesiaCatólica. Eduardo, con su amigo Tomás Rueda Vargas, creó La Revista.

Unos y otros coincidieron en un ideal: la Unión Republicana para superar los odios partidistas y llevar a la Presidencia a Carlos E. Restrepo. Ese objetivo se concretó en 1910 y como Restrepo designó como canciller al periodista Enrique Olaya, éste a su vez nombró a Eduardo Santos en la embajada en París, a donde marchó con su hermano Gustavo. Estuvo 22 meses en Europa, tiempo durante el cual su cuñado, Alfonso Villegas Restrepo, el 30 de enero de 1911 lanzó el periódico El Tiempo. Dos años después, en julio de 1913, Eduardo Santos le compró el diario por $5.000.

En 1917, Enrique Santos, quien había cancelado La Linterna, se sumó a la empresa de su hermano Eduardo. Lo demás es historia conocida. Entre los dos consolidaron el medio de comunicación más influyente del país y, con el concurso de otros periódicos igualmente trascendentes como La Gaceta Republicana, El Liberal y El Espectador, constituyeron la plataforma de la prensa liberal que dio al traste con la hegemonía conservadora en 1930. Ocho años después, Eduardo Santos Montejo fue elegido Presidente de la República para el período 1938-1942.

Eduardo Santos contrajo matrimonio en 1917 con Lorenza Villegas y sólo tuvo una hija, Clara, quien murió a los tres años. En cambio su hermano Enrique, de su matrimonio con Noemí Castillo, tuvo dos hijos, Enrique y Hernando, quienes con el paso de los años terminaron asumiendo la dirección de El Tiempo. El ex presidente Santos falleció en marzo de 1974 y Enrique o ‘Calibán’, como más se le conoció por el seudónimo de su reconocida columna de opinión, murió en 1971. Para la época, la sexta generación de los Santos, después de Pedro Santos Meneses, comenzaba a abrirse paso en el periodismo.

Los hermanos Enrique y Hernando Santos Castillo se casaron con las hermanas Clemencia y Elena Calderón Nieto. Los hijos de estas dos parejas, desde los años 80 en adelante, fueron ocupando posiciones destacadas en el periódico de su familia o en otras profesiones ajenas al diario (ver recuadro anexo). Francisco Santos Calderón, hijo de Hernando, está por concluir ocho años como vicepresidente de Colombia. Su primo hermano, Juan Manuel Santos Calderón, asumirá la Presidencia de la República el próximo 7 de agosto. El periódico El Tiempo cumplirá el 30 de enero de 2011 su primer centenario.

En tiempos de Independencia

La familia Santos Plata desarrolló sus actividades en la región de Guanentá. Los 11 hijos del matrimonio se movieron por los municipios de Socorro, San Gil, Pinchote, Charalá, Curití, Coromoro, entre otros. Su hacienda se llamó El Hatillo.

En 1819, en el momento de las luchas de Independencia, además de Antonia Santos, también pagó con su vida Elena Santos Rosillo, hija de Joaquín Santos Plata. Su hermano Fernando Santos fue el jefe de la guerrilla patriota de Coromoro. Su hermana Josefa se casó con Gabriel Uribe, otro integrante del ejército patriota.

Otro hermano, José María, fue el padre de Francisco Santos Galvis.

Con proyección actual

De los hijos de Enrique Santos Castillo, Enrique, después de 46 años, acaba de dejar El Tiempo, del que fue su director. Su hijo Alejandro es el director de la revista Semana. Luis Fernando es el presidente del periódico. Felipe es empresario y Juan Manuel es el Presidente electo .

En cuanto a los hijos de Hernando Santos, Hernando es cardiólogo de la Clínica Shaio; Guillermo es experto en sistemas; Camilo es piloto de Avianca; Juanita es esposa del actual director de El Tiempo, Roberto Pombo; Adriana es  esposa del presidente de RTI, Patricio Wills; Rafael tiene a su cargo la responsabilidad social del diario y Francisco es Vicepresidente.

Por El Espectador

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