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Cascos Azules: entre el deber y la vergüenza

En medio de un escándalo por abuso sexual a menores, los cuerpos de paz celebran 60 años.

Redacción Internacional
28 de mayo de 2008 - 11:00 p. m.
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Las operaciones de paz de Naciones Unidas cumplen 60 años en medio de una grave polémica. Según un informe revelado por la organización Save The Children, miembros de los ejércitos de paz de la ONU cometen abusos sexuales a menores en zonas de guerra y áreas de desastres.

La investigación de la ONG británica indicó que más de la mitad de los niños que entrevistaron reconoció haber sufrido incidentes de este tipo en el sur de Sudán, Haití y Costa de Marfil. En algunos casos, devela el informe, los menores sólo tenían 6 años de edad cuando fueron objeto del abuso.

Estas revelaciones no son nuevas. Desde el 2004, los Cascos Azules —como se les conoce a los miembros de los equipos de paz de la ONU—  se han visto envueltos en serios escándalos, que van desde violación sexual en lugares como Bangladesh, Eritrea o Burundi, hasta tráfico de armas en el Congo.

“Conocemos el problema. Sabemos que se producen abusos y para nosotros es terrible. Estamos haciendo todo lo posible para evitarlo, pero que haya algún problema de conducta en este tipo de personal es casi inevitable”, aseguró una portavoz del Departamento de Fuerzas de Paz de la ONU.

Naciones Unidas anunció el año pasado una investigación por abusos cometidos por más de 300 cascos azules destinados a los países mencionados por Save the Children. Ahora este organismo estudiará si la denuncia de la ONG alude a soldados ya investigados o son nuevos casos. “Seguiremos aplicando el principio de tolerancia cero”, dijo la portavoz.

Por su parte, el austríaco Manfred Nowak, relator de la ONU sobre la tortura, pidió “criterios más estrictos” en el reclutamiento de los Cascos Azules. Para Nowak, en muchos casos, los soldados procedentes de países con regímenes autoritarios que participan en misiones de paz “no reúnen criterios muy altos”.


Una misión difícil

A pesar de estas denuncias, los Cascos Azules se han convertido en la base fundamental del mantenimiento de la paz en el mundo. No en vano recibieron el Premio Nobel de Paz en 1988 por su “compromiso con la paz, a pesar de las situaciones difíciles”.

Desde que comenzaron su labor, en 1948, durante la guerra entre israelíes y palestinos, la ONU ha enviado 63 misiones a varios países del mundo, de las cuales, 17 siguen sobre el terreno. Se calcula que más de 88.000 militares y policías forman parte de estos ejércitos de paz. La mayoría de los soldados son de Bangladesh, India y Pakistán. Uruguay es uno de los diez países que más soldados aporta. Y aunque estos soldados no manejan armas y no pueden involucrarse en los conflictos, 2.468 han perdido la vida. Sólo durante el año pasado 85 cascos azules murieron.

La primera operación de mantenimiento de paz armada fue en Suez (Egipto), en 1956. Luego se inició otra a gran escala con más de 20.000 soldados en el Congo. Esa misión puso de manifiesto los riesgos que corren sus miembros al intentar estabilizar una región devastada por la guerra. 250 elementos de la ONU perdieron la vida mientras prestaban servicio en este país.

Después se establecieron misiones de corto plazo en Nueva Guinea, Yemen y la República Dominicana, e iniciaron despliegues de larga duración en Chipre  y el Medio Oriente. Al terminar la Guerra Fría hubo un rápido incremento en el número de misiones de mantenimiento de paz. Se autorizaron 20 operaciones entre 1989 y 1994. Se desplegaron Cascos Azules en Angola, Mozambique, Namibia, El Salvador, Guatemala y Camboya. También se establecieron misiones en áreas como la antigua Yugoslavia, Somalia y Ruanda, donde no había paz alguna que mantener.

Luego, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó operaciones en Bosnia y Herzegovina, Haití, Guatemala y Angola. Finalmente llegaron a Timor Oriental, Kosovo, Darfur, Chad y la República Centroafricana.

En Colombia se escuchó hablar de los Cascos Azules en octubre de 2002, cuando el presidente Álvaro Uribe Vélez anunció un plan de acompañamiento de soldados colombianos, certificados por Naciones Unidas, para que cerca de 30 mil familias desplazadas regresaran a sus parcelas. Esos militares serían, según Uribe, una especie de “cascos azules a la colombiana”. Su iniciativa no prosperó porque, según le contestó el entonces secretario Kofi Annan, las operaciones de paz no hacen este tipo de acompañamientos.

Por Redacción Internacional

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