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Hace 100 años, el 6 de marzo de 1910, nació en Bogotá uno de los periodistas y escritores con más extensa obra en la cultura colombiana: Eduardo Caballero Calderón. Hijo del general liberal de la Guerra de los Mil Días, Lucas Caballero Barrera, a sus 16 años ya se iniciaba en el oficio de las letras, debutando en las páginas de El Espectador. Dos años después pasó al periódico El Tiempo, donde por muchos años, además de incontables artículos y ensayos, con el seudónimo Swann, publicó una columna que con férrea disciplina lo convirtió en un referente de opinión y análisis durante varios gobiernos y décadas.
Aunque estudió Derecho en la Universidad Externado de Colombia, rápidamente dejó a un lado los asuntos legales y, casi de tiempo completo, se dedicó al ejercicio periodístico y literario. Sin duda alguna, su entorno cultural y familiar fue determinante para adoptar esta decisión. En una de sus obras menos comentadas, pero de significativo aporte para entender los primeros lustros del siglo XX en Colombia, quedó un retrato claro del porqué de su vocación. Memorias Infantiles, publicada por primera vez en 1964, representa una semblanza extraordinaria y hasta inédita de la Bogotá de entonces.
“El corto espacio entre las calles 10 y 14, y las carreras séptima y segunda”, donde discurrió su niñez y empezaba “el mundo de los grandes”. El Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, el de los Hermanos Cristianos con su Museo de Plantas, el Jockey Club, el Hotel de Maison Dorée, la Imprenta del Diario Nacional, el Salón Samper o el Cinerama de monseñor Valenzuela, entre otros lugares, en una Bogotá de antaño que llegaba hasta los parques de San Diego y La Independencia, y de allí se abría el horizonte por el Camino Real, por donde empezó a crecer la ciudad de hoy.
Y si de aquellos tiempos centenarios Eduardo Caballero Calderón dejó memorables páginas, qué decir de su otra patria chica, el entrañable pueblo boyacense de Tipacoque, tierra de sus ancestros, ubicado al costado occidental del río Chicamocha, a 174 kilómetros de Tunja, a donde su abuela viajaba en cupé, “tirado por un tronco de mulas, con Salvador al pescante”. Desde 1940 lo hizo famoso con un libro dedicado a sus peñascos, caserones, capillas y leyendas. En 1968, cuando se tornó municipio, Caballero fue su primer alcalde.
Sería corto cualquier espacio para destacar el aporte de Eduardo Caballero Calderón a Colombia. Sus libros El Cristo de espaldas, Siervo sin tierra, La penúltima hora, Manuel Pacho, El buen salvaje, Caín o Historia de dos Hermanos, entre otros; su paso por las embajadas de Perú, Argentina, Francia, España o la Unesco; su gestión política en la Asamblea de Boyacá o la Cámara de Representantes; pero sobre todo su infatigable misión periodística, al mismo ritmo de su creativo y célebre hermano, Lucas o Klim; e incluso vigente como legado en la obra de su hijo Antonio, hoy columnista de la revista Semana.
Es tan diversa y productiva su obra como su larga vida. Vivió hasta 1993, es decir, 83 años, y nunca dejó de escribir páginas históricas, novelas, ensayos, textos académicos, libretos de radioperiódico o semblanzas de provincia. Sus cenizas se encuentran en la capilla de su casa en Tipacoque, donde también por estos días se realizarán varios homenajes para recordarlo. De cualquier modo, la obra de Eduardo Caballero Calderón perdurará a través del tiempo y su imagen con un cigarrillo entre los dedos y la mirada adusta sigue siendo el símbolo de una dinastía cultural que le ha dado a Colombia nombre ilustre.
Este es el año Caballero Calderón
En el marco del Programa de Recuperación de la Memoria Literaria en Colombia, el próximo 11 de marzo a las 6:00 p.m. en la Biblioteca Nacional de Colombia el Área de Literatura del Ministerio de Cultura lanzará el Año Caballero Calderón con motivo de los cien años del natalicio del escritor bogotano Eduardo Caballero Calderón, autor de novelas como ‘Siervo sin tierra’ y ‘El Cristo de espaldas’.
En el evento habrá una exposición sobre la vida del autor y se realizará un conversatorio en el que participarán escritores como Juan Gustavo Cobo Borda y Ricardo Silva.