Violado por el Estado

Una jueza revocó la medida de aseguramiento contra José de Jesús Arias, quien había sido señalado por todos como culpable de violación. Hay quienes se preguntan qué hubiera ocurrido si la cadena perpetua fuera legal.

Santiago La Rotta
21 de octubre de 2008 - 09:40 p. m.

El 27 de agosto de este año todos celebraron, los medios, el Alcalde, las autoridades, los vecinos enardecidos de Bosa: habían recapturado a quien sindicaban con certeza de violar a una niña de 10 años. Días antes, el 19 de ese mes, la Policía había aprehendido a José de Jesús Arias Lozano, el hombre a quien todos los dedos señalaban. Sin embargo, un juez de garantías declaró ilegal la captura y dejó en libertad al supuesto violador. Entonces sobrevino el alboroto. La sociedad entera, con el Alcalde a la cabeza, se manifestó en contra de lo que consideraron, en su momento, como un hecho intolerable. “Esto es aberrante, me produce asco, deja mucho que desear y me produce indignación”, le dijo por aquellos días a un medio de comunicación Samuel Moreno.

“La solicitud de revocatoria de la medida de aseguramiento contra el señor Arias es procedente, según lo ha solicitado la Fiscalía”, anunció ayer en una audiencia pública, en el complejo judicial de Paloquemao, la jueza 12 penal municipal. José de Jesús Arias, el hombre a quien casi linchan sus propios vecinos, a quien el Alcalde y los medios condenaron públicamente como el violador, debe ser liberado gracias a una prueba de ADN que concluye que él no fue el agresor de la niña.

“Lo que demuestra el caso de mi representado es que la justicia mediática sigue operando. Que, aun sin las pruebas necesarias, el señalamiento de los medios, antes de un juicio y el debido procedimiento para hallar la culpabilidad de alguien, se convierte en sentencia. El mismo Alcalde, a quien respeto mucho, y el comandante de la Policía Metropolitana, general Rodolfo Palomino, dijeron que mi defendido era culpable. José de Jesús puede demandar al Estado por daños y perjuicios sufrifos por el escarnio público al que fue sometido”, dijo Antonio Miguel Camacho Ospina, defensor público, quien representó a Arias.

Afuera de la sala de audiencias había una mujer que lloraba. Era Rosa Lilia Arias, quien con cada intervención de las partes, la Fiscalía, la defensa, la jueza, sentía más cerca a su hermano. “Yo lo visité este domingo y ambos nos dijimos que era la última vez que nos veíamos en la cárcel. Allá adentro, como todos pensaban que era un violador, le pegaron los demás reclusos y los guardias. Menos mal ya se acabó”, dijo cuando todo concluyó, en medio de la felicidad de su hermano y del abogado.

Después de la fiesta hay que limpiar los estragos. “¿Quién va a resarcir el daño que un señalamiento público de violación causó sobre José de Jesús? Este es el momento en que él no puede volver a su barrio porque la gente del sector no deja. A su familia no le arriendan una casa debido a que todos dicen que ellos son los familiares del violador. El Alcalde y el general Palomino deben, como mínimo, ofrecer disculpas públicas por sus señalamientos injustificados”, afirmó el abogado Camacho.

Más allá de las disculpas y del oso judicial, lo que aún queda por establecer es quién fue el verdadero violador de la menor en Bosa. Deambulando, sin que nadie se lo diga en la cara, sin que sus vecinos intenten agredirlo, sin que los medios y las autoridades se ensañen con él, hay un hombre que violó a una niña de 10 años. Al término de todo, un espectador anónimo preguntó: “¿Qué hubiera pasado con un hombre inocente si existiera la cadena perpetua en Colombia?”.

Por Santiago La Rotta

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