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El piso sin baldosa de la plaza de mercado 12 Octubre y sus paredes desteñidas, hacen verla sola y abandonada. Hay muchos puestos disponibles para vendedores de frutas y verduras, que por $64.000 al mes podrían exhibir sus productos allí. Un viernes a las 9:00 a.m. son pocos los compradores, quizá porque no es día de mercado, o porque el rumor de las venta de drogas, en el entorno de este lugar, ha alertado a los clientes.
El decaído estado de la edificación también puede ser un motivo, eso piensa doña Gladys Camacho, quien atiende un restaurante allí hace 15 años. “La plaza está muy decaída, necesitamos que nos pongan baldosa, que nos arreglen la entrada, que pinten las paredes. La plaza está opaca, nos falta vida”. Y a eso, alega doña Gladys, se le suma, “la gente mala que hay en la calle y le hace daño al que entra”.
El consumo de drogas dentro y en los alrededores de las plazas de mercado, y el estado de las edificaciones, fueron dos de los aspectos que se tuvieron en cuenta en la investigación, “Plazas de mercado de Bogotá: una mirada a su conflictividad”, realizado por el Centro de Estudios y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana, de la Secretaría de Gobierno de Bogotá.
“El estudio determinó que los conflictos dentro de las plazas están especialmente relacionados con el consumo de alcohol y de drogas psicoactivas, más en el perímetro de la plaza que dentro de ellas. Además se identificaron algunos elementos delincuenciales que pueden perturbar la tranquilidad de los clientes”, explica Rubén Darío Ramírez, director del Centro.
El estudio se hizo en los 19 centros que hacen parte de la Red Distrital de Plazas de Mercado, que son administradas por el Instituto para la Economía Solidaria, IPES. Factores como el consumo de alcohol, el hacinamiento, la prostitución, la presencia de menores y de ancianos, las ventas ambulantes y la extorsión, fueron investigados en cada uno de los establecimientos y en sus entornos.
Según los resultados, las mayores problemáticas dentro de las plazas son las lesiones personales y el consumo de alcohol una de las principales motivaciones para las riñas, éste último en plazas como Quirigua, Samper Mendoza y San Benito. En más de la mitad de las 19 plazas estudiadas, el hurto en sus diferentes modalidades como a personas, a establecimientos comerciales, de vehículos y motos, está en alerta roja.
También se estudiaron algunos factores que aparentemente no tendrían relación con la conflictividad, pero a través de los estudios se han identificado como un problema. Por ejemplo, la presencia de ancianos. En todos los mercados se identificaron adultos mayores. En el 68% de los mercados la presencia de esta población es baja, en el 26% es moderada y en el porcentaje restante es alta.
Ramírez explica que el estudio de este factor se debe a que en muchas ocasiones estas personas, al igual que los niños, son víctimas de explotación laboral y de mendicidad. “Son personas que comenzaron siendo coteros, pasaron a ser vivanderos y ahora la plaza de mercado es toda su vida, todo su ámbito. Dentro de ellos, hay algunos con serios problemas de discapacidad, que deben ser inscritos en un programa de integración social para que puedan tener mínimos niveles de calidad de vida”.
Es el caso de Natalia, quien lleva más de 40 años —la mitad de su vida—, trabajando en la plaza de mercado del 7 de Agosto. Antes, su puesto de frutas era uno de los más frondosos, pero ahora, que los años están acabando con su memoria, que no sabe cuál es el valor de la plata y que apenas alcanza a ver sombras, se ha convertido en un problema. Se rehúsa a dejar su puesto, que sólo tiene una canasta de limones viejos, y no quiere entrar a un programa de adultos mayores.
“A Natalia la tengo entre el corazón y la cabeza. Yo sé que toda su vida está acá, pero ya no tiene plata para abastecer el negocio, no sabe manejar el dinero y no se quiere ir. Como ella, hay otro adulto mayor que está en la misma situación”, dice Hernando González Atuesta, coordinador de la plaza de mercado 7 de Agosto.
Otro de los factores que se tuvieron en cuenta, es el del parentesco. “Hay plazas como la de Las Cruces y la del 7 de Agosto donde los vivanderos son generaciones de una misma familia cuenta Rubén Darío Ramírez. Se puede presentar violencia intrafamiliar: conflictos entre hermanos por los locales que dejan como herencia los padres o los abuelos, o envidias entre parientes. No es un problema preocupante, pero se debe tener en cuenta”. En la plaza 7 de Agosto, por ejemplo, el parentesco entre los vivanderos está muy marcado. “Los artesanos son la familia Moreno cuenta González, el coordinador , y en las carnicerías está la familia Reina”.
La extorsión también fue medida en este estudio. En los mercados de Kennedy, 7 de Agosto y Los Luceros, este problema tiene una intensidad baja. Una de las clases de extorsión que se maneja en estos lugares, es el llamado “gota a gota”. Los prestamistas les ofrecen a los vivanderos el dinero para comprar las cargas de frutas o verduras, y diariamente les cobran un interés de usura hasta del 10%.
Una de las conclusiones de este estudio es que , “las problemáticas de convivencia se presentan con mayor intensidad en el interior de las plazas, mientras que las actividades delictivas se desarrollan más en los alrededores. En muchos casos las estructuras delincuenciales aprovechan la dinámica comercial de las plazas para su accionar”, dice la investigación. Además se identificó que las ventas ambulantes, en la parte externa, es uno de los focos de conflicto por la desigualdad en la competencia de precios, la generación de basuras y la obstaculización de las vías de acceso a la plaza.
El IPES también ha estado al frente de las problemáticas dentro de las plazas de mercado. “En la plaza 12 de Octubre, teníamos un problema de venta de drogas. Esos conflictos los venimos resolviendo con la ayuda de las alcaldías locales y la Policía”, dice Leonardo Rodríguez López, subdirector empresarial, comercial y logístico del IPES.
Además, según Rodríguez, estos problemas serán atacados a través de un reglamento operativo y de convivencia, que deben cumplir todos los comerciantes. “Allí está señalado que se prohíbe la venta de alcohol y sustancias psicoactivas, y que tiene una sanción que puede ir hasta la suspensión del puesto”. Esta misma semana empezaría a regir el reglamento.
Las plazas de mercado tienen vida desde las 6:00 a.m. hasta las 4:00 p.m. Dentro de estos espacios, y sobre todo, en sus entornos, las dinámicas van mucho más allá de la venta de frutas y verduras, como lo demuestra esta investigación. Una de las prioridades, quizá la más importante, es que los compradores y los vivanderos se sientan seguros. Finalmente, la plaza es la vida misma de los comerciantes.