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“Con mi hijo estuvimos tres meses muertos en vida”

Relato de la dramática experiencia de una madre de Medellín que nunca logró que le practicaran un aborto, a pesar de que su niño no tenía ninguna opción de vida.

Cecilia Orozco Tascón
25 de octubre de 2009 - 03:00 a. m.
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Por el contrario, con el avance del embarazo, la salud y nutrición del feto se deterioraban. Maribel, casada y entonces de 30 años, había sido despedida de su trabajo porque sus jefes supieron que esperaba bebé.

Cecilia Orozco Tascón. (C.O.T.)—  Maribel, ¿por qué quiso abortar?

Maribel Paniagua Díaz. (M.P.D.)— El 28 de abril de 2006, cuando fui a hacerme una ecografía, el médico diagnosticó que el bebé no tenía líquido amniótico y eso era muy grave.

C.O.T.- ¿Cuántos meses o semanas de embarazo tenía entonces?

M.P.D.- Tenía 18 semanas. Había una carencia total de líquido amniótico y los riñones del niño podrían ser poliquísticos, o podría tratarse de una ausencia renal bilateral, lo que significaba que el bebé no iba a desarrollar ninguno de los dos riñones. 

C.O.T.- ¿Los médicos le indicaron qué se esperaba de ese pronóstico?

M.P.D.- Sí. En los dos casos el diagnóstico era que en el momento en que naciera, el bebé iba a morir por hipoplasia pulmonar. Como no había líquido amniótico, los pulmones no se iban a desarrollar. Entonces al nacer el bebé moriría porque no podía respirar.

C.O.T.- ¿No había ninguna esperanza de que sobreviviera?

M.P.D.- No. El diagnóstico era que el niño moriría en cualquier momento en el vientre, o al nacer. Las condiciones de mi bebé no eran compatibles con la vida. Ese día salí destrozada del consultorio. Creo que ha sido el peor día par mí.

C.O.T.- ¿Cuántos años tenía usted cuando quiso practicarse el aborto?

M.P.D.- Ahora tengo 34. En el momento del embarazo tenía 30, e iba a tener a mi segundo hijo, que era deseado por mi esposo y por mí porque nuestro primer niño ya tenía diez años.

C.O.T.- ¿Quiere decir que el padre del bebé es su pareja y que su relación es estable?

M.P.D.- Sí. Soy casada y profesional, y al comienzo del embarazo tenía trabajo. Pensamos que estábamos en un buen momento para tener un segundo hijo.

C.O.T.- ¿Por qué dice que al inicio del embarazo tenía trabajo? ¿Lo perdió?

M.P.D.- Sí. En febrero de ese mismo año 2006, cuando en mi trabajo se dieron cuenta de que estaba embarazada, me despidieron.

C.O.T.- Pero eso está prohibido. 

M.P.D.- Sí, yo lo sé y por eso demandé a la empresa. Gané en primera instancia, pero la firma apeló. Ahora estoy esperando la decisión de segunda instancia. Ya embarazada, empecé a tener problemas económicos por el despido. Y encima, nos dieron esa noticia. Yo estaba afiliada al sistema de salud de la Policía Nacional porque mi esposo pertenece a la institución. Entonces fuimos a la clínica de la Policía y les conté a los médicos los resultados de la ecografía, pues inicialmente me la practiqué en un laboratorio particular. Me dieron una nueva orden para que repitiera el examen. El diagnóstico fue el mismo.

C.O.T.- ¿Cuándo empezó a pensar en el aborto? 

M.P.D.- Enseguida que supe que no había posibilidades de vida para mi bebé. Fui a indagar sobre en qué condiciones me podían interrumpir el embarazo porque no quería sufrir, ni que el bebé sufriera. Me dijeron que no, que simplemente en Colombia estaba prohibido hacerlo y que tenía que esperar a que el bebé se muriera adentro. O que si eso no ocurría, debía esperar a que el niño naciera y muriera. Eso fue el 28 de abril. El 10 de mayo se publicó la sentencia de la Corte Constitucional que despenalizaba en tres casos la práctica del aborto.

C.O.T.- ¿Regresó a la clínica a tramitar su solicitud?

M.P.D.- Sí. Pensé que había encontrado la solución porque en ese momento lo único que yo pensaba era que tenía un bebé aprisionado en mi cuerpo y que no iba a sobrevivir de ninguna manera. No quería sentir que cada día que pasaba, él estaba sufriendo más.

C.O.T.- ¿Qué le dijeron entonces los médicos?

M.P.D.-  El ginecólogo me atendió y me dijo que aunque hubiera una sentencia, no había reglamentación. Y que por eso no podían aceptar realizarme el aborto. Me ordenó que siguiera haciéndome los exámenes cada semana y que fuera a verlo porque como no había líquido amniótico, no iba a sentir cuando el bebé se muriera y que si no me daba cuenta, podía darme una infección. 

C.O.T.- ¿Los médicos le explicaron qué clase de riesgo podía correr usted en caso de que hubiera infección por la muerte del feto?

M.P.D.- No, nunca me lo explicaron. Creo que se debía a que como no me daban ninguna opción, les parecía innecesario.

C.O.T.- ¿En el período de gestación su salud se deterioró?

 

M.P.D.- Anímicamente sí. Entré en un estado de depresión muy grande. Me encerré en la casa y no contestaba el teléfono porque no quería hablar con nadie. Tampoco quería salir a la calle, pues lo primero que me preguntaba la gente cuando me veían, era que cuántos meses tenía de embarazo y que si era niño o niña. Yo no tenía respuestas. Encontrarme con otras personas se convirtió en un martirio porque mi embarazo era muy notorio.

C.O.T.- ¿Cuánto tiempo pasó hasta cuando tuvo al niño?, o, ¿finalmente pudo practicarse el aborto?

 

M.P.D.- No, nunca logré que me lo practicaran a pesar de que seguí yendo infructuosamente donde el ginecólogo. Cuando él me decía que en Colombia era ilegal el aborto, yo le contestaba que no era cierto porque había sido publicada la sentencia de la Corte Constitucional. Pero él también insistía en que  no había una reglamentación y que ellos no iban a arriesgar la tarjeta profesional por mí. Como iba cada ochos días a hacerme los chequeos, salían unas personas que parecían practicantes a darme cátedra de moral.

 

C.O.T.- ¿De moral o de religión?

 

M.P.D.- De religión. Me trataban de asesina y me decían que los médicos habían estudiado para dar vida, no para quitarla. Me sentía un poco pisoteada porque querían cambiar mi decisión diciéndome que lo que yo iba a hacer era pecado.

 

C.O.T.- ¿Supone que querían hacerla sentir culpable?

 

M.P.D.- Exactamente, porque me torturaban haciéndome sentir los latidos del corazón del bebé durante la ecografía. Me decían: “Mira, aquí hay una vida. Oye los latidos del corazón”. Yo les contestaba que sí, que había vida pero también que había muerte porque mi bebé no iba a nacer. También pensaba que debía proteger mi vida. Pero cada vez me deterioraba más. Sin embargo, siempre ellas volvían a repetirme que tenía que escuchar los latidos del corazón. Cuando me hacían las nuevas ecografías, los médicos me decían que la placenta estaba envejecida. Pregunté cuáles eran los efectos de ese envejecimiento. Me respondieron que al bebé ya no le pasaba suficiente alimento, o sea que se estaba desnutriendo. Eso me puso peor.

 

C.O.T.- Cada nueva ecografía era entonces una tortura…

 

M.P.D.- Claro que sí. Empecé a pensar en eliminar ese sufrimiento y a preguntarme por qué no me  permitían interrumpirlo. Sentía que mi bebe sufría mucho y yo lo único que quería era liberarlo y liberarme de esa tortura.

 

C.O.T.- ¿Cuántos meses duró ese proceso? ¿Llegó su embarazo al término de los nueves meses?

 

M.P.D.- El 13 de julio, o sea tres meses después del diagnóstico, la placenta estaba muy mal. Comencé trabajo de parto y fue natural. Pero la diferencia se notó en el tratamiento que me dieron.

 

C.O.T.- ¿Se sintió maltratada en la clínica? ¿Por qué?

 

M.P.D.- Los médicos fueron displicentes porque como no había posibilidades de vida, ¿qué iban a cuidar? Me sentí maltratada. Ni siquiera tuve el parto en una sala de cirugía sino que me dejaron en la cama de una habitación.

 

C.O.T.- De todas maneras, podían haberse presentado riesgos ¿No los previnieron?

 

M.P.D.- No. La actitud de quienes estaban allí era como si quisieran salir de eso lo más rápido posible. De hecho, cuando estaba en el trabajo de parto, la doctora se sentó y me dijo: “Puje que usted sola lo va a sacar porque es un bebé muy pequeñito y no importa”. Hice el trabajo sin ayuda de nadie. Sólo me miraban y en cuanto estuvo afuera, llegó una enfermera, lo envolvió y se lo llevó.

 

C.O.T.- ¿No hubo asistencia médica efectiva? ¿Nadie le ayudó?

 

M.P.D.- No. Y lo peor es que como el bebé no tenía líquido amniótico, no rotó al momento del nacimiento. Entonces nació de pie. Fue muy doloroso porque aparte del dolor físico, estaba el dolor de tener que saber lo que estaba pasando.

 

C.O.T.- ¿Cuánto duro el parto?

 

M.P.D.- Comencé hacia las 6 de la tarde y nació a las 11 de la noche. Sufrí unos dolores terribles que yo nunca había sentido.

 

C.O.T.- ¿Tuvo compañía médica permanente o sólo había enfermeras?

 

M.P.D.- Había una médica y varias enfermeras, pero entraban y salían. Me dejaban sola con mi esposo y llegaban cuando yo las llamaba.

 

C.O.T.- ¿Tramitó alguna queja?

 

M.P.D.- No, no tenía mucho ánimo. La necropsia tampoco era cubierta por la clínica. Entonces me dijeron que si quería saber con exactitud las causas de lo que había pasado y para precisar si había problemas congénitos, nosotros, por nuestra cuenta, lleváramos al bebé a la Universidad de Antioquia y allá un genetista hizo la autopsia. Resultó que el bebé tenía ausencia renal bilateral y además, muchas malformaciones. Para mí, verlo fue una impresión muy grande. Tenía la carita con la nariz achatada por la compresión que sufrió al no tener el líquido amniótico y los pies y otros huesitos estaban fracturados.

 

C.O.T.- ¿Por qué quiso verlo, Maribel? ¿No resultaba demasiado doloroso?

 

M.P.D.- Como no sentí al bebé por la falta del líquido mientras estaba embarazada, me pareció que si no lo veía, no podía cerrar ese capítulo. Tenía que verlo e ir a enterrarlo para darme cuenta de que todo terminaba ahí.

 

C.O.T.- ¿Hoy cómo se siente con respecto a esa parte de su vida?

 

M.P.D.- A veces me vienen los recuerdos y hoy pienso que fui muy fuerte para soportar esa etapa. Ahora puedo hablar del tema y eso es un adelanto. No quisiera que nadie pasara por lo que yo pasé, pero sí estoy segura de que si me hubieran hecho el aborto en el momento en que se conoció el resultado de la ecografía, mi dolor físico y emocional, y el de mi bebé, no hubiera sido tan duro y largo. Con mi hijo estuvimos tres meses muertos en vida.

 

C.O.T.- Si hoy le tocara hablar en público de este tema, ¿qué le gustaría decir?

 

M.P.D.- Que sentí en carne propia la discriminación con las mujeres. Primero, vulneraron laboralmente mis derechos de maternidad. O sea, una mujer que laboralmente esté activa no tiene derecho a querer ser madre. Después, tampoco tiene derecho a elegir sobre su cuerpo y a realizarse un aborto. Ése fue el otro derecho que me vulneraron con la disculpa de que no existía una legislación, a pesar de que estaba la orden de la Corte Constitucional. Ahora estoy reviviendo lo que pasé por las discusiones sobre la sentencia de enseñar los derechos de las mujeres (ver parte superior de esta página).

 

C.O.T.- ¿Cree que también hubo discriminación religiosa, en el sentido de que trataron de imponerle unas creencias específicas?

 

M.P.D.- Totalmente. Me daban clase de religión, pero nunca me preguntaron por mis sentimientos ni por mis deseos. Trataron de opacar mis pensamientos con la religión.

 

C.O.T.- ¿Usted es católica?

 

M.P.D.- Sí. Estudié en colegio católico y nunca me he alejado de la Iglesia.

 

C.O.T.- ¿En algún momento pensó en confesarse por sus deseos de abortar?

 

M.P.D.- No, porque para mí, mis deseos nunca fueron pecado.

 

Despedida e ignorada en sus deseos de abortar

 

Cecilia Orozco T.- ¿Cuándo entabló demanda laboral por el despido de que fue objeto después de que su empresa supo que estaba embarazada?

 

Maribel Paniagua D.- Me despidieron en febrero (de 2006), pero como tuve el problema de mi bebé, sólo puse la demanda después del parto. Entablé el pleito alrededor de agosto de ese mismo año. Llevo tres años y la decisión de segunda instancia está pendiente.

 

C.O.T.- ¿De cuál empresa fue despedida?

 

M.P.D.- Se llama Agropecuaria Los Nietos S.A. Es una comercializadora de banano y exporta a través de Unibán.

 

C.O.T.- Han pasado tres años y sin embargo las polémicas por la práctica del aborto continúan. ¿Qué opina de esas polémicas?

M.P.D.- En un momento pensé que estábamos avanzando. Cada vez que veía en la televisión que a una madre violada se le practicó el aborto, me alegraba porque al menos ella pudo hacer lo que fue imposible para mí. Pero ahora regresamos al punto de partida. En estos días me he preguntado: si a las hijas del Procurador, de alguno de los grandes empresarios o de los ministros les ocurriera lo mismo que a mí, ¿ellos permitirían que sus familiares pasaran por lo que yo pasé? O si tal vez solucionarían sus casos enviándolas a clínicas privadas donde les hicieran la operación en reserva, o enviándolas al exterior a un país donde el aborto es legal.

En qué consiste la nueva polémica

Al resolver la tutela de una mujer a quien le fue negado un aborto, a pesar de cumplir con una de las excepciones que estableció la Corte Constitucional en 2006 para permitir los legrados, este alto tribunal determinó que los ministerios de Protección Social y Educación, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo debían diseñar prontamente campañas para difundir los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, incluida la información de la sentencia con que se despenalizó parcialmente el aborto.

La decisión ha causado una fuerte polémica. La Iglesia Católica y el mismo procurador, Alejandro Ordóñez, la rechazaron. Representantes de la curia manifestaron que no podían enseñarles a los estudiantes sobre este tema, cuando predican el valor de la vida. La Defensoría expresó que acataría el fallo de la Corte Constitucional.

El Consejo de Estado, además, dejó sin piso el decreto que el Gobierno había proferido para reglamentar el fallo de 2006. No obstante, el presidente de la Corte, magistrado Nilson Pinilla, reiteró que éste sigue teniendo vigencia y recordó que las mujeres, con o sin decreto reglamentario, continúan con el derecho a abortar en caso de ser violadas, que su salud esté en riesgo o el feto presente malformaciones.

Por Cecilia Orozco Tascón

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