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El hombre de los dinosaurios

Si está pensando en diversificar su portafolio de inversiones tal vez le interese el sector jurásico. En Villa de Leyva se construye un parque de atracciones con gigantescos reptiles al tamaño natural.

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Pablo Correa
04 de abril de 2008 - 04:04 p. m.
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Hace cuatro años a Bernardo Salamanca se le ocurrió una de esas ideas que por descabelladas resultan ingeniosas: construir en Villa de Leyva un parque paleontológico que albergara dinosaurios a escala natural y en el que sus visitantes se divirtieran aprendiendo sobre la vida en la Tierra hace más de 65 millones de años.

Sus padres, luego de pensionarse, habían comprado una casa de recreo en este municipio boyacense y un día le contaron que estaban interesados en crear un negocio de venta de souvenirs en forma de dinosaurios. Insinuaron que él podría encargarse de fabricarlos a través de su empresa Cíclope, especializada en servicios de efectos especiales para televisión, cine y publicidad. “No hay que hacer figuritas sino dinosaurios al tamaño real”, fue la respuesta de Bernardo a sus padres luego de pensarlo unos minutos.

Así nació El Gran Valle, parque paleontológico, un ambicioso proyecto de casi 6.000 millones de pesos que ha despertado la curiosidad de los habitantes de Villa de Leyva y Sáchica que ven cómo, desde la cumbre de uno de los cerros, un gigantesco Stegosaurus stenops vigila sus actividades cotidianas.

No saben que otros 50 saurios ya salieron de la imaginación de este bogotano y hacen turno en un taller del barrio La Soledad, Bogotá. Allí, todos los días se reúne un equipo de artistas plásticos e ingenieros para fabricar moldes con resinas, yesos y caucho que son luego recubiertos con pieles de poliuretano espumoso y resinas pintados, para finalmente dar el aspecto de ictiosaurios, cronosaurios, brontosaurios, velociraptors y tiranosaurios que adornarán las tierras semidesérticas que rodean a Villa de Leyva.

Entre un mamut de largos pelos que mide tres metros de alto y un tiranosaurio aún sin piel, Bernardo enumera entusiasmado todas las atracciones previstas para el parque: museo de escalada, lagos, tobogán, zona de camping, museo, restaurante, tiendas, paseos en el lago, juegos extremos, en total 40 actividades para grandes y chicos. Anuncia que tendrá “un laberinto extremo, que será como nuestra casa del terror, donde los turistas tendrán que escapar de un saurio carnívoro. También hemos previsto una guardería que parecerá una aldea de los hobbits con dinosaurios de peluche”.

Inversiones

El parque, de cumplirse el cronograma de trabajo, abrirá sus puertas en diciembre para invitados especiales y en enero de 2009  para el público en general.


Por ahora cumplen tareas en tres frentes. En los terrenos del parque, 53 fanegadas, se abren senderos, se reforestan parajes, se adecuan espacios. En el taller de Bogotá se fabrican las piezas con la asesoría de un antropólogo y un paleontólogo. Otro grupo, encabezado por Bernardo y algunos de sus familiares, se hace cargo de las tareas administrativas.

Aunque su familia será el socio mayoritario, ha salido en busca de inversionistas. En algunas puertas que ha tocado le ofrecieron comprar todo el proyecto, pero desechó las tentadoras ofertas porque no quería quedar por fuera.

Los parques turísticos recientemente construidos, como Panaca de la Sabana (Cundinamarca) y el Parque Nacional del Chicamocha (Santander), que recibió 23.000 visitas sólo en Semana Santa, prueba que los departamentos ven en ellos un motor para sus economías. Panaca incluso exportó su modelo a Costa Rica, y según William Rodríguez, director comercial de Panaca en el país centroamericano, el parque busca 330.000 visitantes en el primer año luego de invertir 15 millones de dólares.

A través de un plan de acciones planea captar el capital para alimentar a todos estos dinosaurios. “La rentabilidad por millón está calculada en un 24%. Es tan rentable que parece increíble”, comenta Bernardo.

La primera que puso algún dinero sobre su escritorio fue la jefe del taller Johana Pineda, luego de escuchar hablar sobre el plan de acciones. “La filosofía que mueve este proyecto es que el beneficio sea para el municipio”. Dueños de bares, hoteles y restaurantes de Villa de Leyva ya han hecho sus aportes.

Efectos especiales

El parque jurásico es el sueño de este creativo y experimentado empresario que engaña por su edad. Aunque da la impresión de un hombre llegando a los 40 años, en realidad se acerca a los 31. “Comencé a trabajar muy joven. De hecho, creo que me he perdido muchas etapas de la vida”, confiesa Bernardo.

A los 13 años ya había dado muestras de un talento especial: maquillar la piel para simular heridas, chichones, golpes y morados. No sabía que en aquel juego estaba cifrado su destino. “Me gustaba ensangrentarme y maquillarme heridas para luego aparecer en la droguería del barrio y ver la expresión de angustia de todos los que estaban por allí”, relata.


El juego poco a poco se convirtió en trabajo. Estudiantes de la Universidad Nacional le encargaban maquillar actores de sus cortometrajes. Esos mismos estudiantes, años más tarde, como empleados de RCN, Caracol Televisión, RTI y agencias de publicidad lo llamaban para que se hiciera cargo del maquillaje de sus personajes en novelas y comerciales.

Por eso no tuvo otra opción que estudiar por las noches en la Academia Lumière y cumplir compromisos laborales en el día. Aprendió no sólo los secretos de las heridas y la sangre, también a crear efectos especiales de lluvia, fuego y viento. También tuvo que dedicar horas a estudiar principios generales de química, física, ingeniería electrónica y arquitectura, así como conceptos básicos de electrónica e ingeniería mecánica.

El palmarés que lo respalda hoy es elocuente. Realizó efectos especiales para películas como Perder es cuestión de método, Karma, Blof, Bogotá 2016 y algunos elementos de utilería para El amor en los tiempos del cólera. Su empresa le dio cuerpo a El Cinco, personaje en forma de mano de las campañas publicitarias de Orbitel, así como a Bon Ice, el monstruo de Crem Helado y “Súper” de Cafam.

Hace unos años su empresa incursionó en un campo que le daría la experticia para hoy soñar con un parque jurásico. Luego de participar en la construcción de Maloka con el Muro del Tiempo, fue contratado para realizar el parque de atracciones del Centro Comercial Paseo San Rafael, construir rocas artificiales en el Parque Camelot y diversas figuras para Mundo Aventura y Divercity.

“Decidí viajar en 2006 a Berlín. Quería realizar un curso especializado en animatrónicos. Ya venía haciendo muñecos con movimiento empíricamente, pero quería fortalecerme en esta área”, cuenta Bernardo. Por eso no deben sorprenderse los visitantes de El Gran Valle cuando en una esquina del recorrido principal de 3 kilómetros o en los senderos alternos uno de los dinosaurios se acerque a husmearlos.

Por Pablo Correa

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