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Ahora en Colombia, un grupo de amigos actores, bajo la dirección de Manuel Orjuela y Marc Caellas, retoma este montaje. Ellos son Jimena Durán, Valentina Monsalve, Patricia Tamayo, Margarita Hasbún, Mario Duarte, Martín Fernández y Carlos Gutiérrez. Su versión de la obra se toma varios espacios del barrio La Macarena de Bogotá, donde hacen un recorrido con los monólogos que hablan sobre la familia, el trabajo, la educación entre otros temas de la sociedad. La obra se presenta los sábados y domingos de septiembre partiendo desde la galería Valenzuela y Klenner.
García define la propuesta como una necesidad expresiva, más que una nueva forma de hacer teatro. “Nunca hemos buscado nada por ser novedoso o resultar original. Esas cosas no calan profundamente, no te puedes fiar de lo aparente. A veces acertamos con la forma, a veces fallamos. Por el contrario, los que trabajan desde la forma, tienen el fracaso garantizado: sopla un aire y se cae el castillo de naipes”, afirma.
El dramaturgo, ausente en esta nueva versión de su creación, respondió desde España una serie de preguntas que finalizaban con la siguiente frase: “Si usted va a cortar alguna parte de mis respuestas, por favor: no publique la entrevista. No soporto la censura. Yo no cobré por hacer esto. Tengo derecho: o pone entero todo lo que le respondo o no ponga nada. Gracias”.
1. ¿Por qué hacer una obra que se desarrolle en diferentes escenarios?
Fue un encargo de un festival. Querían una obra y yo intenté aprovechar que el Festival tenía varios espacios. Me pedían una obra y yo intenté hacer algo así como una serie. En capítulos. Me gustaba la idea de serie, pero en teatro. Teníamos las referencias de Twin Peaks y antes de Berlin Aletxanderplatz de Fassbinder. Lo intentamos y no funcionaba. Era complejo hacer eso. De todas maneras busqué elementos en común que podían hacer de hilo conductor entre los monólogos. No conseguí contar una historia, fueron varias historias con algunos detalles que te hacían pensar que se trataba de una serie, pero realmente fui incapaz de contar una historia.
2. ¿Es esta una nueva propuesta de hacer teatro?
Es una necesidad expresiva. Nunca hemos buscado nada por ser novedoso o resultar original. Esas cosas no calan profundamente, no te puedes fiar de lo aparente. Expresamos conceptos. A veces acertamos con la forma, a veces fallamos. Por el contrario, los que trabajan desde la forma, tienen el fracaso garantizado: sopla un aire y se cae el castillo de naipes.
3. Según me han contado, usted prefiere trabajar con personas, mas no con personajes ¿A qué se debe esta preferencia?
El teatro es tan estúpido, arcaico, inútil, egocéntrico y simple que hay que derribarlo y, en los lugares fértiles que asoman entre los escombros, sembrar. Hablar de personas en lugar de personajes es una -entre tantas- de mis propuestas-semilla.
4. Cristina Rota, quien dirigió este montaje en España afirma que es una crítica a “la deshumanización de un mundo que predica la bondad” ¿Qué opinión le merece este comentario? ¿Esta era su intención cuando escribió los monólogos de la obra?
Nadie necesita que yo sea “su voz”. Escuchas la radio, ves la tele: todo son mensajes parecidos. Yo intento mostrar las cosas desde otros ángulos, menos usuales. ¿Es mala la prostitución infantil? Yo debo defender que es muy positiva, para la economía de los niños, etcétera. Tengo que argumentarlo, aunque no lo comparta. Eso hace rabiar al público. Y empieza el debate. Sabemos que muchos de los que enfurecen, tienen relaciones sexuales con menores. Pero enfurecen. Eso es interesante. Hablar de las cosas con simpleza. Y que la gente se asuste ante sus propias vergüenzas.
5. ¿Cómo cree que el público colombiano pueda interpretar esta propuesta teatral?
El teatro no significa nada. Y menos en un país donde se asesina con bastante naturalidad e impunidad. El teatro no es nada. Hay que arreglar asuntos más importantes. De educación, sanidad y sobre todo de distribución de la riqueza. Luego hacemos teatro, si quiere. Conseguir que la vida de un colombiano valga lo mismo que la de un francés es algo importante. ¿Por qué la vida de un colombiano vale mil veces menos? Porque los que gobiernan son corruptos. ¿Por qué son corruptos? Por la oligarquía y el negocio de las drogas y el peso del ejército y del clero . ¿De qué sirve el teatro? De nada. Primero hay que solucionar asuntos de vida y muerte. Si usted va a cortar alguna parte de mis respuestas, por favor: no publique la entrevista. No soporto la censura. Yo no cobré por hacer esto. Tengo derecho: o se pone entero todo lo que le respondo o no ponga nada. Gracias.
Informes: (1) 342 61 84.