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Un hombre que odiaba hablar de sí mismo

El autor de 'Colombia, una nación a pesar de sí misma' fue uno de los primeros investigadores extranjeros en interesarse por la historia colombiana. Desde 1948 fue un visitante asiduo.

Pablo Correa
08 de septiembre de 2010 - 09:57 p. m.
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“Era tan maravillosamente loco y lleno de vida —recuerda el historiador Renán José Silva—, que en el último viaje que hizo a Colombia fue al Archivo General de la Nación a buscar alguna documentación, y hablando de algún documento que no le pudieron localizar dijo de forma maravillosa: ‘No importa, la próxima vez que venga lo seguimos buscando’ ”.

Era una ironía que escondía su amor por Colombia. Aunque tal vez ya le habían diagnosticado el cáncer que cobró su vida el sábado pasado, el historiador norteamericano David Bushnell siempre encontraba razones para regresar.

La primera vez que visitó Colombia fue en 1948. En aquella época era un estudiante de doctorado en la Universidad de Harvard interesado por un país al que sus colegas veían como una simple república bananera, sin el atractivo histórico de países como México, Argentina o Cuba. Bushnell, en cambio, discreto y meticuloso, vio la oportunidad de trabajar a sus anchas en una de las piezas clave de la historia de América Latina.

Desde el Reino Unido el profesor de la Universidad de Oxford Malcolm Deas, quien conoció a Bushnell en los años sesenta, lo recuerda como un hombre muy erudito, sencillo y amable, “siempre de buen humor en una profesión que tiene muchas vanidades”.

La última vez que lo vio fue en la invitación que les hizo la Universidad Nacional a un foro sobre Alfonso López Pumarejo en abril de este año. “Estaba muy frágil pero su mente, hasta los últimos días, estuvo muy fresca, con todo su humor y su profundidad”. Para Deas, la prosa sencilla, certera y sin pretensiones era un espejo fiel de la personalidad del norteamericano.

Deas dice que cada vez que alguien se acerca para que le recomiende un libro sobre la historia de Colombia siempre aconseja  Colombia, una nación a pesar de sí misma de Bushnell. Aunque el grueso de su producción intelectual quedó dispersa en artículos de revistas especializadas, los pocos libros que escribió son referentes obligados en los estudios históricos del país: El régimen de Santander en la Gran Colombia, Eduardo Santos y la Política del Buen Vecino, El nacimiento de los países latinoamericanos y Simón Bolívar, una biografía.

“Lo conocí muy tarde, en el año 1970 —cuenta desde México el historiador colombiano Marco Palacios—. Siempre tuve la impresión de que tenía las mejores virtudes de un profesor de la academia americana: muy discreto, no hablaba de sí mismo, muy respetuoso”.

Su pensamiento liberal se vio reflejado, en opinión de Palacios, en el interés por los dos personajes de la historia colombiana en los que centró su atención: Santander y Eduardo Santos. También lo recuerda como un hombre hogareño y de hábitos muy precisos. Cuenta que desde que llegó a Colombia a principios de los años 50, nunca dejó de frecuentar a la misma familia bogotana que en aquella época lo acogió en su casa.

Uno de los méritos que se le atribuyen al “padre de los colombianistas” es que fue pionero en el estudio del sistema electoral colombiano. Renán José Silva cree que tal  vez sea hora de releer sus trabajos de los años sesenta sobre el sistema electoral por lo poco que se sabe de ellos. “Cuando la izquierda, yo mismo desde luego, clamaba contra el sistema electoral y gritaba !Abajo la democracia!, él la descubría en el siglo XIX: imperfecta, pero no menos real —reflexiona Silva—; mientras nosotros decíamos que el ‘todo’ era el modo de producción, él hacía una humilde, acertada y necesaria historia política, que recordaba que la sociedad no es simplemente la economía”.

En el poblado de Gainesville, sede de la Universidad de Florida (Estados Unidos), en la que Bushnell trabajó como investigador y profesor, se esconde una de las bibliotecas más completas de la historia de Colombia. En los años por venir todos los estudiantes que esculquen entre sus estantes sin duda terminarán descubriendo a través de libros y documentos a una nación que se creó a pesar de sí misma.

Por Pablo Correa

 

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