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Buena parte de los futbolistas que pasan por las divisiones menores del Boca Juniors de Argentina terminan jugando en alguna liga europea. Por eso es normal que apenas se estrenan en la primera división comienzan a pensar en ser transferidos a clubes de Italia, España, Francia o Inglaterra, aunque no a todos ese sueño se les hace realidad.
Al volante Miguel Caneo, por ejemplo, el destino le ha jugado malas pasadas y por causa de las continuas lesiones no ha podido llegar al balompié del Viejo Continente. Sin embargo, no pierde la ilusión de ser adquirido por uno de los grandes clubes del mundo y asume su paso por el Boyacá Chicó, como una oportunidad de crecimiento personal y una experiencia enriquecedora.
“Mentiría si dijera que hace un par de años tenía entre mis planes jugar en Colombia. Las circunstancias se dieron para que viniera, sobre todo porque he sufrido lesiones en momentos claves en mi carrera, en los que estaba a punto de dar grandes saltos y eso me ha cerrado algunas puertas”, explica el volante creativo de 24 años, quien advierte, eso sí, que no descarta ir a una liga importante en el futuro. “Soy joven y ya estoy completamente recuperado, tengo mucho por delante”, asegura.
Miguel Caneo habla con la seguridad que le dan su enorme talento dentro del campo y casi 10 años de experiencia, pues llegó a Boca Juniors en 1999. “Allá uno desde chico se codea con grandes figuras. Con Óscar Córdoba, Jorge Bermúdez y Mauricio Chicho Serna no fui compañero, pero sí hice algunas prácticas y vi desde la tribuna todos sus triunfos”, cuenta el 10 ajedrezado, que debutó con el primer equipo xeneize en 2003 y jugó al lado de Fabián Vargas y Luis Amaranto Perea en la Copa Intercontinental que ganaron ese año. “Por ahí Fabián me dio algunas pataditas, porque ese es el juego de él, eso exige su posición, aunque sabe mucho con la pelota”, afirma.
En 2005, cuando se fue a Quilmes, actuó con Andrés Pérez e Iván Champeta Velásquez y después compartió con Andrés Felipe González en el Colo Colo de Chile. “El Chino, como le pusimos de cariño”, explica el defensa central vallecaucano que hoy juega en Santa Fe, “es un tipo sencillo, descomplicado, de esos que caen bien en todo lado. Hicimos una buena amistad porque éramos vecinos. Él vivía al frente mío, entonces muchas veces nos íbamos juntos a los entrenamientos y en los ratos libres salíamos a comer con las familias”.
La relación de Caneo con Colombia continuó en Godoy Cruz, adonde llegó en enero de 2006. Allí estuvo un par de meses con Martín Arzuaga antes de romperse los ligamentos de la rodilla derecha.
Su inactividad, sin embargo, no acabó con la buena imagen que había dejado en las canchas y que sirvió para que Eduardo Pimentel se fijara en él. “En octubre pasado supimos de su recuperación y la seguimos en detalle. Luego lo contactamos y le ofrecimos venir para la Copa Libertadores”, cuenta el presidente del Chicó, orgulloso de haber acertado en la contratación de Caneo, quien ha marcado cinco goles en siete partidos con el equipo boyacense.
Al respecto, el futbolista argentino dice: “Realmente no soy un hombre muy goleador, pero sí un volante con llegada. Acá he marcado bastante y eso es bueno, pero sobre todo porque sirve para que el equipo esté arriba en la tabla”. Asegura además que “el nivel del torneo colombiano es parejo, casi todos los equipos están bien trabajados tácticamente y algunos se reforzaron bastante bien”. Y aunque aún es muy pronto para hablar de favoritos al título, se aventura a pronosticar que Santa Fe y Chicó darán la pelea. “En nuestro club hay jugadores con mucho talento y eso simplifica mucho las cosas. Además de Víctor Pacheco, Néstor Salazar y Frankie Oviedo, de quienes ya tenía referencias, me han impresionado Ferley Villamil, Fran Pacheco y Edwin Móvil. Además los volantes de marca también saben con la pelota. Está claro que hay cosas que mejorar, pero creo que tenemos armas para llegar a la final”, señala antes de admitir que haber quedado eliminados en la fase previa de la Copa Libertadores fue un duro golpe.
No obstante, para él, que ya está acomodado en Tunja con su esposa, su cuñada y su hija, el torneo local representa un reto. “En el fútbol siempre hay presión y objetivos interesantes, sobre todo para un jugador extranjero, al que miran más, pues esperan que marque la diferencia. Por eso para mí Chicó es muy importante, porque aquí volví a ser futbolista después de 10 meses. La para me hizo valorar más el día a día del fútbol, los entrenamientos y las prácticas que tanto extrañé”, explica Caneo, quien a pesar de que sigue soñando con llegar al fútbol europeo, por estos días está concentrado en lo que pueda hacer con el Chicó.
El jugador, que está a préstamo hasta junio, es consciente de que por ahora todo es color de rosa, pero que si su rendimiento baja, las cosas pueden cambiar. “Es clave arrancar bien, pero más importante acabar bien, que es lo que me he propuesto. Quiero consolidarme, cumplir mi contrato y después ya veremos si me compran, si se prolonga la cesión o si me voy a otro lado, pero sin duda estoy contento con el equipo, que es mucho más de lo que esperaba, con la ciudad, fría pero con el calor de la gente, y con Colombia”.
Para Miguel Caneo el camino hacia Europa ha sido más largo que para algunos de sus amigos como Juan Román Riquelme o Carlos Tévez, pero lo sigue recorriendo con fe e ilusión porque sabe que, como dice la ranchera, “no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar”.