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Carácter le sobró en la cancha, fue líder incuestionable y la franja parecía tatuada en su brazo izquierdo, porque cuanta camiseta vistió, siempre la defendió con capitanía de por medio. No en vano en Argentina le vinieron a llamar Patrón y ahora sí que lo debe ser desde el banquillo del América, que de codiciado y cotizado, se ha convertido en una caldera. Pero a Jorge Hernán Bermúdez no le intimida quemarse porque, tanto con la camiseta número 2 en su espalda, como ahora que tiene las letras DT en el pecho, demuestra que es a prueba de todo.
¿Por qué asumir en un momento tan crítico?
Primero que todo, por el compromiso afectivo que tengo hacia la institución, la gran historia que ésta tiene y porque me siento en deuda con un club que me dio tanto, como la posibilidad de jugar en Europa, por ejemplo (N, de R:. Lo transfirió en 1996 al Benfica), así que las limitaciones actuales no me inhiben en lo más mínimo este sentimiento y sé que deportivamente tenemos con qué levantar.
¿Llega pensando en evitar descenso o apuntando a puestos de vanguardia?
El primer objetivo es terminar de la mejor manera este semestre y ser protagonista en el segundo para llegar a las finales.
¿O sea que al promedio ni lo mira?
Ni lo miro ni lo pronuncio siquiera.
Para usted, que estuvo en las épocas de bonanza escarlata, ¿qué deja un momento tan crítico como éste?
Deja muchas cosas claras. La primera y más importante es que a pesar de las dificultades, América es y sigue siendo un grande, el nombre pasa por encima de los inconvenientes y el futuro de la institución se forma desde hoy, porque tenemos con qué revertir este momento.
Juan Carlos Gruesso, el técnico saliente, dijo que se iba porque ya venían hablando con usted…
La directiva habló conmigo el día miércoles y en cuestión de horas arreglamos todo, así que no hubo premeditación ni nada como el profesor cree, porque ese no es mi estilo.
¿Ni lo pensó para aceptar?
Hubo dos o tres cositas que aclarar, pero en realidad todo estaba dado para el sí rotundo.
¿Dirigiendo le han dado ganas de meterse al campo?
Lógicamente hay un tiempo prudencial para dejar de pensar como jugador y asumir como entrenador. Nunca se me ha pasado la idea de volver a la cancha, porque vivo feliz otro momento importante dentro del mundo del fútbol, como es ser técnico.
De tantos que lo dirigieron, ¿cuál le marcó el camino?
Los tengo tan presentes a todos, que dejar de mencionar a alguno sería desagradecido de mi parte, así que hoy recuerdo a Severiano Ramos, con quien debuté en el Quindío; ‘Pecoso’ Castro y (Eduardo) Retat, también importantes en mis inicios. Álvaro de Jesús Gómez, quien estuvo en la transición del Deportes al América, ni hablar del médico (Gabriel) Ochoa, que enrumbó mi vida como profesional; también lo hicieron Diego Umaña y Francisco Maturana en su momento, y luego en selección con Juan José Peláez y Hernán Darío Gómez. Le aprendí mucho a Luis Fernando Suárez, a Paulo Autuori en el Benfica, pero obviamente lo vivido al lado de Carlos Bianchi en Boca lo deja marcado a uno y luego la experiencia con Ricardo Gareca y seguir en contacto con él, me motivó a emprender este nuevo rol.
¿Qué exige Jorge Bermúdez como técnico?
Profesionalismo, respeto, buen estado de ánimo, compromiso y amor propio a prueba de todo.
¿Los otros dos equipos que sueña dirigir son Quindío y Boca?
No sólo esos, quiero dirigir grandes equipos del mundo, pensar muy arriba y llegar lejos. Obviamente Boca es un mundo aparte y sueño con volver a ser parte de él en algún momento.
¿Y la Selección?
Esa ocupa el ideal más grande de todos.
Por ahora ese es para ‘Bolillo’ Gómez…
Es muy positivo su regreso a la selección, porque es el técnico colombiano con mayor experiencia para asumir ese desafío y ojalá logre los resultado que todos deseamos para agradecerle en el Mundial de Brasil 2014.