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Lo que para el Comité Noruego del Nobel de Paz fue un reconocimiento a “los Derechos Humanos, la democracia y la paz”, para el gobierno chino no se trató de más que de “una farsa que no quebrará la confianza de China”. Las versiones comenzaron a enfrentarse desde octubre pasado, cuando el Comité anunció que el ganador del Premio Nobel de Paz de 2010 sería el disidente Liu Xiaobo.
La noticia incluso amenazó la armonía de las relaciones entre China y Noruega, y sin embargo, la decisión de galardonar a Xiaobo nunca se vio afectada. El comité, se dijo después de los reclamos diplomáticos, es independiente de cualquier gobierno.
A diferencia del año pasado, cuando Barack Obama entraba al Ayuntamiento de Oslo con su popularidad aún en punto alto, en esta oportunidad no hubo manos para recibir el premio: Liu Xiaobo está preso desde el 8 de diciembre de 2008 en una cárcel del noreste de china. Así que Thorbjorn Jagland, presidente del Comité Noruego del Nobel de Paz, puso el reconocimiento de forma simbólica sobre la silla que el disidente debía ocupar, mientras en el fondo del escenario un retrato de Xiaobo lo recordaba como ganador.
Liu Xiaobo entró en prisión por oponerse al gobierno comunista de China y por acusarlo de tiranía y de violaciones a los Derechos Humanos. Como activista soñaba con una China democrática y para ello apostó a la creación de un proyecto. La llamada Carta 08, impulsada por él en 2008, fue un manifiesto firmado por 303 intelectuales chinos, que luego recibiría el apoyo de un grupo de más de 8.000 ciudadanos. Era un tratado que pretendía llevar al país hacia el camino democrático, “incitar la subversión contra el poder del Estado”, de acuerdo con los jueces que lo condenaron a prisión.
En su discurso, Jagland recordó premios a otros ausentes del pasado como los disidentes Aung San Suu Kyi (Birmania) y Andrei Sajarov (Unión Soviética). Rescató el hecho de que ni siquiera su esposa Lia Xia haya podido asistir, porque fue sentenciada a prisión domiciliaria una vez su marido obtuvo el reconocimiento. El hecho, comentó Jagland, “por sí solo ya demuestra que este premio es necesario y apropiado”.
La actriz noruega Liv Ullmann se encargó posteriormente de leer el discurso de Xiaobo, en el que expresaba que no sentía odio contra el régimen de su país y que será realidad “una futura China libre”. Durante la premiación, el acceso a la página web de Comité Nobel estuvo restringido en Pekín, al igual que las trasmisiones de las cadenas BBC y CNN.