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Durante los últimos 20 años, Ethan Nadelmann ha liderado un movimiento que busca replantear las políticas antidrogas en el mundo. Sus tesis están tan bien fundamentadas que fue invitado por los miembros de la Comisión Latinoamericana sobre Droga – liderada por los ex presidentes César Gaviria, Fernando Enrique Cardosa y Ernesto Zedillo – a participar en la elaboración del informe que se opone a la penalización del consumidor. Este fin de semana estuvo en Bogotá un el festival Malpensante y habló con El Espectador.
¿Usted está de acuerdo con la legalización de la droga?
No. No creo que todas las drogas deban ser legales y estar disponibles y no abogo por tratar todas las drogas como el alcohol y el tabaco. Sin embargo, sí abogo por dos cosas: la primera es terminar con la prohibición de la marihuana, y moverse en la dirección de tratarla más como alcohol. La segunda, es terminar con la prohibición del uso y posesión personal de drogas, siempre y cuando no estés dañando a otra persona. Las personas no deben ser castigadas por lo que consumen. Tenemos que movernos hacía reducir el rol de la criminalización y el sistema de justicia criminal, tanto como sea posible. Quizás eso significa permitir que adictos consigan sus drogas de fuentes legales en vez de del mercado negro, quizás significa hacer disponibles formas menos potentes de estas drogas; pero necesitamos dar prioridad a reducir el rol del sistema de la justicia criminal y aumentar el rol de la salud pública.
¿La prohibición puede causar más daño que la misma droga?
Sí. Hace 30 años, el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, dijo que el daño causado por las leyes antidrogas no debía exceder el daño causado por las drogas en sí mismas. Eso fue un momento breve de lucidez que se acabó rápidamente. Pero tenemos que ser claros , cualquier droga puede ser peligrosa. Entonces, la idea de las leyes del control es reducir el peligro. Desafortunadamente, el enfoque prohibicionista que ha evolucionado a través del siglo resulta causando mucho más daño. Y no sólo es la guerra y la violencia, sino también el efecto ecológico, de las campañas de fumigación, por ejemplo. Eso no se trata de las drogas; se trata de una política de prohibición que, inútilmente, está tratando de hacerse valer. La prohibición está causando mucho daño, mientras sus beneficios son pocos. Se ha reducido el uso en unas comunidades suburbanas, pero en comunidades más pobres, todavía se usa mucho la droga, y la prohibición se ha fallado totalmente en su objetivo de reducir la disponibilidad de las drogas. Las consecuencias de la prohibición caen encima de la gente pobre y sin poder.
¿Qué opina usted de las palabras del reporte anual de la ONU sobre la droga, que argumenta que la legalización no es la solución?
La comisión de la ONU sobre la droga ha sido una institución muy retrógrada, pero debo reconocer que una parte de este reporte es muy alentador, porque mientras rechazaron la legalización, más o menos abogaron por la descriminalización. Hablaron favorablemente de la experiencia reciente de Portugal, que descriminalizó la posesión de todas las drogas. Reconocieron que políticas de reducción de daño son necesarias. Entonces, en muchos sentidos, este reporte es un paso adelante.
El informe, sin embargo, insiste en la prohibición….
Sí pero con argumentos tan débiles. Es absurdo descartar la legalización de la marihuana. Argumentan a favor de la regulación, al igual qe yo, pero lo que no entiende el zar de la ONU es que la prohibición no es la forma suprema de la regulación: la prohibición es la abdicación de la regulación. Cualquier cosa que no controla el gobierno está fuera de control, y en manos de criminales que se compiten. Es por eso que tenemos un mercado negro mundial por la droga, es por eso que tenemos a las Farc y a los paramilitares. Legalización no significa gresca. Significa cobrar impuestos y regular estas sustancias para lograr dos objetivos: reducir el daño del abuso de la droga, y para reducir el daño de la droga y las actuales políticas antidrogas.
¿Por qué aún no se ha roto el tabú de hacer público el debate sobre las políticas antidroga?
Es un tabú muy poderoso. Incluso políticos que están de acuerdo con nosotros están preocupados por ser llamados blandos sobre las drogas y el crimen si hablan públicamente del tema. Pero tengo que decir que las cosas están cambiando. Una de las cosas maravillosas de el reciente reporte de la Comisión Latinoamericana sobre la Droga es que no sólo culparon a la prohibición como una parte del problema, no sólo dijeron que hay que descriminalizar la marihuana, no sólo hablaron favorablemente de las políticas de la reducción del daño en Europa, sino también enfatizaron la necesidad de romper este tabú.
La mayoría del debate sobre la legalización se centra en la marihuana, ignorando otras drogas. ¿No deberíamos enfocarlo sobre todos tipos de droga?
Es que la cuestión de qué hacemos con los mercados internacionales de drogas como la cocaína y la heroína es mucho más difícil. 40% de estadounidenses dicen que ya es hora de legalizar la marihuana. Sólo 10% apoyan la legalización de otras drogas. Realmente se trata de quitarle un pedazo a esos mercados. Por ejemplo, permitir que los adictos obtengan su heroína y sus jeringas de fuentes legales, como sucede en algunos países europeos, reduciría los mercados negros y el daño personal. No vamos a acabar con la prohibición pronto, pero es importante que la gente esté cómoda hablando de
En el informe de la Comisión Latinoamericana contra las Drogas se habla de legalizar sólo la marihuana. ¿No es hipócrita hablar solo de una droga?
La mayoría de la gente percibe la marihuana diferente de otras drogas. Pero en realidad, según la ciencia, no es tan diferente. Nuestro objetivo no es legalizar la droga, sino reducir el daño que causa, y el daño que causa las políticas antidrogas. Legalizar y regular la marihuana ayudaría a lograr ese objetivo. Acabar con la prohibición del uso y la posesión ayudará a lograrlo.
Aunque hay una aceptación creciente hacia los que usan drogas más blandas, particularmente la marihuana, hay un estigma hacia los consumidores de drogas. ¿Cómo hacer para acabar con eso?
Parte de eso tiene que ver con la clase y la raza: tendemos que ver los adictos como “los otros”. Hay una diferencia fundamental entre una persona adicta a la heroína ilegal y una persona dependiente de la heroína legal. Ambas son adictas a la misma droga, pero la calidad de vida es muy diferente entre las dos.
¿Cómo impulsar un debate pragmático sobre la droga?
Lo más importante es que hablen las autoridades sobre el tema. Personas respectadas también, pero más importante los que han sido elegidos por voto. Cuando candidatos presidenciales, alcaldes, jefes de prensa, el ex presidente Gaviria y el vicepresidente Santos hablan del tema, hacen una diferencia porque demuestran que están pensando en este tema.
En Colombia se penalizó la dosis personal. ¿Cómo ve esta medida?
Es un terrible paso atrás que resultará impidiendo el tratamiento de la adicción Yo le dije esto al presidente Álvaro Uribe hace un año, pero él no dijo que no estaba de acuerdo. Igual él es el presidente y no necesita razones, ¿verdad?
Usted lleva 20 años tratando sobre este tema. ¿Qué cambios significativos se han presentado durante este tiempo?
En Europa, especialmente, ha habido mucho progreso. Hace 20 años, no había programas de heroína legal, no había centros de inyección supervisados, las tiendas de café en Holanda sólo se estaban estableciendo, la idea de reducción del daño estaba luchando por ser escuchada. En Asia, un continente tradicionalmente retrogrado en cuanto a las drogas, ahora existe un movimiento hacia la reducción del daño. En EE.UU. el debate se está abriendo, se reconoce que la guerra contra la droga ha fracasado, se ha legalizado la marihuana para uso médico. Es la primera vez, en mis 20 años, que siento el viento está a mi favor.