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Sobornos y fraudes, tradiciones corporativas

Pagos indebidos para ganar contratos han llevado a grandes compañías mundiales a ser sancionadas con millonarias multas y han puesto tras las rejas a sus altos ejecutivos.

Ana Maritza Villalba Castro
10 de enero de 2009 - 10:00 p. m.

Para vender hay que mostrar. Palabras más palabras menos ése es el principio básico de la publicidad, que cada día miles de empresas alrededor del mundo ponen en práctica y logran ser más que rentables.

Pero detrás de muchos de los éxitos de las grandes multinacionales internacionales están otras estrategias de negocio que, si bien no son una novedad y no sorprenden en países como los de América Latina, donde la corrupción es el pan de cada día, no deja de llamar la atención que marcas de gran reputación en todo el planeta y con millones de ganancias al año, que tienen, de entrada, una gran ventaja sobre compañías locales, recurran a prácticas poco ortodoxas e ilegales para hacerse a jugosos contratos en distintos países: el pago de sobornos y, en consecuencia, la alteración de la contabilidad y el fraude.

El escándalo más reciente tiene como protagonista a la reconocida empresa alemana de telecomunicaciones, transporte, energía y servicios financieros Siemens AG.

Los problemas de la compañía europea comenzaron en 2006, cuando los rumores que corrían por los corredores de sus sedes en más de 190 países sobre el pago de grandes sumas de dinero a funcionarios públicos de los gobiernos locales para asegurar la consecución de millonarios contratos, se hicieron realidad y las pruebas de esos pagos ilegales comenzaron a llegar a los tribunales alemanes y en una especie de efecto dominó, ante los jueces de por lo menos una docena de países más.

Si bien hasta 2002 en Alemania el pago de sobornos a funcionarios públicos o privados de otras naciones no era considerado un delito y las sumas de dinero entregadas bajo esa modalidad podían incluirse en la declaración de impuestos, bajo el concepto de gastos extraordinarios, en la mayoría de países donde se hicieron esos desembolsos, esa práctica sí es considerada corrupta.

Pero los sobornos de Siemens no terminaron en 2002; haciendo caso omiso a la nueva normativa, la compañía, según las autoridades alemanas, pagó, entre principios de los noventa y 2007, 420 millones de euros en sobornos.

De acuerdo con el actual presidente del grupo empresarial, Peter Löscher, el escándalo salió a la luz pública gracias a una investigación interna que permitirá limpiar a la corporación de toda mancha de corrupción y aseguró que en los últimos 18 meses han invertido 2 mil millones de euros para acabar con estas malas prácticas y readaptar las políticas del grupo empresarial.

Los documentos presentados ante la corte federal del distrito de Columbia (E.U.) revelan que los alemanes pagaron en Venezuela, entre noviembre de 2001 y mayo de 2007, US$18,78 millones en prebendas a varios funcionarios de ese país, a través de supuestos consultores empresariales, a cambio de un trato favorable en los proyectos de transporte masivo de las ciudades de Valencia y Maracaibo; contratos por más de US$340 millones.

De forma similar en Argentina, Siemens reconoció que durante los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa ofreció sobornos por US$105 millones, de los cuales US$80 millones los pagó entre 1998 y 2007.

En China, Polonia, Grecia y Vietnam, las denuncias son las mismas y Siemens habría pagado por lo menos 1.300 millones de euros en sobornos.


Siemens Colombia le dijo a El Espectador que la empresa, como parte de su “extraordinaria cooperación, como también de su nuevo programa exhaustivo de cumplimiento y sus esfuerzos de saneamiento”, llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia de E.U. y los cargos de corrupción que pesan en su contra serán retirados a cambio del pago de una multa de US$800 millones.

De la misma manera, la Fiscalía de Múnich (Alemania) desechó el caso a cambio del pago de una multa de US$591 millones. Sin embargo, los organismos judiciales de Argentina y Venezuela ya comenzaron sus propias investigaciones y les solicitaron los expedientes del caso a los tribunales norteamericanos.

Práctica de grandes ligas

Pero el caso de Siemens no es una excepción. En los últimos diez años, por lo menos un número similar de multinacionales de todo el mundo han incurrido en la misma práctica. Y las empresas alemanas y estadounidenses parecen tener vasta experiencia en el asunto.

En 2005, Volkswagen, la más importante compañía automotriz de Europa, estuvo en el ojo del huracán, tras una investigación de las autoridades alemanas, en la que se estableció que miembros de su junta directiva pagaron millonarios sobornos al Consejo de Vigilancia del grupo empresarial para que no revelara la creación de seis empresas ficticias a las que les giró importantes sumas de dineros, bajo pedidos ficticios.

Además en sus sobornos incluyó otra modalidad: varios de los pagos los hizo con viajes a Copacabana (Brasil) que incluían visitas exóticas a burdeles de la ciudad.

Tras el proceso judicial, por lo menos dos de sus altos directivos pagaron varios años de cárcel y multas millonarias por el desfalco.


Otro que pagó sobornos en dinero y en especie fue el gigante energético norteamericano Enron, que con su escándalo de pagos ilegales y fraudes en su contabilidad marcó uno de los peores momentos de los mercados energéticos del mundo y llevó a las autoridades de E.U. a cambiar la legislación para evitar este tipo de prácticas que pusieron en riesgo, en 2001, la economía más importante del planeta.

Enron sobornó con jugosos cheques y un “paquete turístico”, que consistía en una semana de cenas, y prácticas de deportes como el tenis, la pesca y el golf, a cientos de funcionarios en los 40 países en los que operaba, con el fin de hacerse a rentables contratos. Pero también compró a contadores, abogados y asesores, para que manipularan la contabilidad y mantuvieran en secreto la que ha sido considerada una de las estafas más famosas de la economía mundial.

Incluso en Guatemala (entre 1991 y 1995) utilizó US$71 millones del Banco Mundial para los sobornos que le permitieran quedarse con la concesión de la construcción de una central de generación eléctrica.

Un buen alumno de Enron resultó ser WorldCom, compañía norteamericana de telecomunicaciones. Pagó cientos de miles de dólares en sobornos, alteró libros de contabilidad, y su final fue el mismo que el de su maestro: en 2002 se declaró en bancarrota.

En 2004, el ex presidente de la francesa Vivendi Universal, empresa de servicios de recursos hídricos, Jean Marie Messier, fue a los tribunales acusado de difundir información falsa sobre la empresa; manipular cifras contables y pagar a sindicalistas de la misma por guardar silencio sobre estas irregularidades.

India, una de las economías más prósperas de los últimos años, tampoco se quedó atrás. Comenzando este 2009, la empresa de servicios de tecnología Satyam Computer se ha convertido en la comidilla de la prensa mundial, tras la confesión de su fundador y presidente, Ramalinga Raju, sobre el fraude en su contabilidad que les permitió inflar las ganancias durante años.

La revelación del fraude llevó a que el valor comercial de la compañía pasara de US$7 mil millones, hace seis meses, a US$170 millones de dólares.


Pero pese a todas las medidas, y las decenas de casos que se han conocido en la última década, las compañías parecen seguir recurriendo a estas prácticas, sobre todo en países en vía de desarrollo, donde los funcionarios son más vulnerables a la corrupción y los procesos judiciales pueden tardar años en llegar a un veredicto.

Los líos de Siemens en Colombia

En 1993, Telecom suscribió contratos de riesgo compartido con Siemens y otras multinacionales, con el objetivo de instalar miles de líneas telefónicas a menor costo. Sin embargo, la empresa pública terminó pagando por líneas más caras, además de asumir el “valor de rescate” de algunos contratos, derivados de ese riesgo compartido.

El caso más conocido es la multa de US$160 millones que debe pagarle a la empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá, propietaria del Metro de Medellín, por los incumplimientos técnicos, cronológicos y financieros en el contrato que había suscrito.

Pero la más reciente polémica de Siemens tiene que ver con otro sistema masivo de transporte: el Mío, de Cali.

La compañía alemana se hizo al contrato de semaforización por $14.967 millones, adjudicado de manera directa y no por proceso de licitación, lo que generó además un detrimento patrimonial de $3.328 millones, con un plazo de ejecución de seis meses desde el 2 de octubre de 2007.

Siemens no cumplió con el plazo, pues Metrocali no había terminado las obras requeridas para instalar los semáforos. Entonces, se renegoció el contrato y los alemanes recibieron $2.800 millones más.

El tema no paró ahí. Al finalizar 2008, se conoció que por los menos 80 semáforos peatonales de Siemens fallaron al poco tiempo de ser instalados; todo porque en los mismos se utilizó tecnología china y no alemana, detalle que las autoridades sólo conocieron cuando reclamaron ante la empresa, pues, según explicaron, Siemens se había comprometido a usar tecnología alemana (90% más cara que la china).

Por ahora, la Secretaría de Tránsito y Transporte de Cali y Metrocali realizan un estudio técnico y, de confirmarse la negligencia, una de las opciones sería la terminación del contrato de manera inmediata.

Por Ana Maritza Villalba Castro

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