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Es la fecha más importante del año para ellos: 24 de junio, día de San Juan Bautista. Uno a uno fueron llegando a la residencia del embajador Francesco del Sordo, en el norte de Bogotá. No permitieron que se les tomaran fotos. Estaba la mayoría de los 45 miembros colombianos de la Soberana Orden de Malta, también conocida como “la Milicia de los Caballeros de San Juan Bautista”.
¿Una secta? Ellos dicen que no, que es una Orden de servicio a los pobres enfermos, de carácter católico, con poderes de Estado y reconocida como tal por cien países y por el Vaticano. Existe desde hace 909 años, cuando en la época de las cruzadas los cristianos necesitaron defender a Jerusalén de los ataques musulmanes. ¿Qué tiene que ver con Colombia? Mucho, desde 1953, año en que el presidente Roberto Urdaneta les autorizó sede oficial.
Con razón ese martes de San Juan los caballeros brindaron no sólo por el encuentro sino por los “excelentes resultados” del acuerdo de cooperación que suscribieron con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. También por el reciente nombramiento de su Príncipe, el hombre con investidura de cardenal católico que dirige a un total de 12.500 caballeros y 90 mil voluntarios.
Como si se tratara de un Papa, en marzo pasado el Gran Consejo de la Orden citó a un cónclave en su Palacio Magistral en Roma y eligió al británico Matthew Festing de manera vitalicia, en reemplazo de Andrew Bertie quien falleció en enero. “Por su Alteza Eminentísima”. Así se refieren al Gran Maestro y Jefe Soberano de Estado, que todavía viste de uniforme militar rojo y es considerado el primer “soldado de Cristo” y del papa Benedicto XVI.
A estos caballeros se les cree, espiritual, económica y políticamente hablando, tan poderosos como el Opus Dei o los masones. Entre ellos se cuentan hoy el Rey Juan Carlos de España y su hijo el Príncipe Felipe, porque fue el Rey Carlos V quien les permitió instalarse en la isla de Malta, y, como símbolo de ese pacto, recibió el famoso halcón que ha sido tema de novelas y películas. Por eso los nobles son caballeros de primera clase, llamados de justicia o profesos. Les siguen los de honor, gracia y devoción, y en tercer nivel están los de gracia magistral.
En el pasado fueron caballeros célebres escritores como Lope de Vega y Franz René de Chateaubriand, así como el artista Michelangelo Caravaggio, quien pintó para la catedral de la isla de Malta La decapitación de Juan el Bautista, “el santo que no cede ante las veleidades mundanas”.
Misael Pastrana, fundador
Hace 55 años, el ex presidente Misael Pastrana Borrero fue uno de los fundadores del movimiento en Colombia junto al cardenal Crisanto Luque y el diplomático Hernán Tobar. Carlos Lleras Restrepo recibió El Gran Collar Melitense. A César Gaviria Trujillo el propio Príncipe Bertie le impuso, aquí en Bogotá en 1992, el Gran Collar de la Orden y él le devolvió el honor con el Gran Collar de la Cruz de Boyacá.
Antes de asumir como Presidente de la República, Andrés Pastrana Arango fue investido como Caballero de Gracia Magistral en una ceremonia en la que también fue admitido el ex presidente del Sindicato Antioqueño, Nicanor Restrepo. Hicieron la oración de los caballeros, se arrodillaron, recibieron la túnica negra con la cruz de ocho puntas y la estrella octogonal que los exalta como miembros y benefactores de la Orden de caballería que sobrevive en pleno siglo XXI.
Para merecerlo debieron demostrar que las últimas tres generaciones de sus familias son “moralmente sanas”, que son católicos bautizados (a Pastrana lo bautizó el Papa Pablo VI), que tienen una “tradición católica de caridad y honestidad”, que son “hombres casados no divorciados” y, muy importante, que se trata de “notables prósperos, dispuestos a hacer votos de obediencia”.
Todo implica un proceso de estudio de dos años, desde que sus nombres son postulados ante el presidente de la Asociación Colombiana hasta que llegan a manos del Gran Canciller, que es un Conde. Luego el Príncipe los recibe en el Palacio Magistral de la romana vía Condotti, edificio con imponencia vaticana.
Guillermo León Escobar, durante ocho años embajador de Colombia ante la Santa Sede y ante la Orden de Malta, así como caballero de gracia magistral, cuenta que “los lujos, los tesoros, la filigrana de muros y techos impresionan a cualquiera”. Dos detalles: en el primer nivel sólo funciona la carísima tienda de Hermés y el capellán del Palacio es Ángelo Acervi, quien fuera Nuncio Apostólico en Colombia.
El acuerdo con Uribe
Fue en ese lugar donde, el 20 de mayo de 2005, el gobierno de Álvaro Uribe y la “milicia celestial”, como ellos mismos la proclaman, firmaron un acuerdo de cooperación por medio del cual pueden hacer importaciones y donaciones libres de impuestos, destinadas a centros hospitalarios. El documento fue suscrito por el vicecanciller Camilo Reyes y por el gran canciller de la Orden, Jean-Pierre Mazéry.
En 2006, por ejemplo, registraron donaciones por 4.700 millones de pesos para 35 centros de salud de todo el país (ver recuadro). A finales del año pasado el Príncipe Bertie aceptó las cartas credenciales del nuevo embajador de Colombia, Juan Gómez Martínez, y le envió un mensaje a Uribe en el que agradeció su colaboración “contra las desigualdades entre ricos y pobres”.
Según Escobar, lo importante es que ese poder se ponga al servicio de los más necesitados como ocurrió durante el terremoto de Armenia, en 1999. El primer avión que aterrizó en el Eje Cafetero con nueve toneladas de ayuda fue un 747 de la Orden de Malta. En desastres como el de Armero hicieron lo mismo.
Andrés Pastrana fue quien primero sancionó una ley —la 767 de 2002— para permitir un “tratado de asistencia en materia humanitaria” con la Orden, que entró en vigencia dos días antes de que él dejara el Palacio de Nariño. Lleva su firma y la de su canciller, Guillermo Fernández de Soto, hermano de otro caballero de gracia magistral, Aníbal Fernández de Soto, ex alcalde de Bogotá.
A pesar del posible impedimento, la Ley no fue demandada y la Corte Constitucional la declaró exequible, aunque con un duro salvamento de voto del magistrado Alfredo Beltrán Sierra (ver columna). A comienzos de su mandato, Pastrana ordenó la emisión de 500 mil estampillas para conmemorar los 900 años de la Orden. El ex presidente no respondió las llamadas que El Espectador le hizo para hablar del caso.
Quien sí accedió a hablar fue Jorge Cárdenas Gutiérrez, presidente de la Federación Colombiana de Biocombustibles, quien se siente honrado de ser uno de los recientemente admitidos. “Fui invitado a hacer parte de la Orden con un grupo muy distinguido de personas, gente extraordinariamente importante. Me pareció una buena cooperación con la comunidad y soy caballero desde hace cuatro años cuando era presidente de la Federación de Cafeteros”. Cree que quienes los critican por elitismo disfrazado de caridad “desconocen el bien que hacemos en materia de salud en áreas remotas del país”.
Chateaubriand en sus Memorias de Ultratumba admite que se dejó tentar por las prebendas de la Orden como trampolín de ascenso social e incluso se casó con una supuesta millonaria a la espera de su admisión, pero el ser caballero no colmó sus expectativas, aunque reconoció “los servicios que prestan al mundo”. “Me puse de rodillas, en uniforme, la espada al cinto, a los pies del prelado: me cortó dos o tres pelos en la cima de la cabeza; eso se llama tonsura, de la cual recibí letras patentes en buena forma. Con ellas, me podían tocar 200 mil libras de rentas, cuando mis pruebas de nobleza fueran admitidas por Malta”. Vale recordar que el Vaticano anunció este año, a través del L´Osservatore Romano, que la “acumulación excesiva de riquezas” es un pecado que puede condenar al infierno.
Tal vez valiéndose del verso de Lope de Vega “¡Loco debo yo ser, pues no soy santo!”, el caballero Guillermo León Escobar aclara, con muy buen humor, que no se trata de una cofradía de ángeles sino de “pecadores de buen gusto y gran corazón”.
Otros caballeros, damas y voluntarios
El presidente de la Orden en Colombia es José Román Fernández, ex banquero de Barranquilla. Otros miembros: el ex presidente de Megabanco y asesor del Grupo Aval, José Elías Melo, el ex dirigente conservador Mariano Ospina Hernández, el abogado Fernando Suescún Mutis, el ex superintendente bancario Ramón Madriñán de la Torre, el médico José Eusebio Cadena Puyana, Jorge E. Salazar, Jaime Lizarralde, Marco Fidel Rocha, Alberto Mejía D., Francisco Mejía Vélez, Álvaro Madero Luzardo, Jorge León Galindo, Octavio Flórez Pinilla, Carlos Manuel Torres, Álvaro Soto Holguín, Gabriel Isaza Botero, Leopoldo Forero Pombo, Eduardo Navas Sanz de Santamaría, Norman Charles Weston Cubides, Alejandro Arango Mejía, Juan B. Pique y Calixto Nicholls.
Las mujeres, muy pocas, son nombradas Damas y entre ellas figuran Martha Arango de Durán, viuda del ex alcalde de Bogotá Hernando Durán Dussán, Susana Robledo de Isaza, Mimi de León, Clelia de Flórez, Dora de Mejía, Clara de Soto y Anita de Lücker. Su consejero, o “Gran Bailli”, es, desde 2002, el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, quien recibió la Gran Cruz al Mérito Melitense.
¿De dónde sale el dinero?
La Asociación Colombiana de la Orden de Malta recibe un promedio de 5.000 millones anuales en donaciones. Provienen de lo que los caballeros llaman “el común tesoro”. Desde 1997 recibe ayuda internacional de la organización Americares. A su vez, cada miembro debe pagar una cuota anual de un millón de pesos, aparte de lo que quiera aportar los “Días de obligación”, que en 2008 son el 1° de enero, día de María; el 29 de mayo, día de la Asunción del Señor; el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen; el 9 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y el 25 de diciembre, día de Navidad. Ayudan a los hospitales San Rafael, La Misericordia, San José, Militar Central, San Antonio, San Ignacio, Central de la Policía, San Vicente de Paúl, Evaristo García, Naval de Cartagena y al Banco de Sangre de la Cruz Roja. También a decenas de fundaciones como Niños de los Andes, además de ancianatos y colegios.