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La fascinación de Jorge Reynolds por el corazón lo ha llevado a recorrer el mundo entero. Su interés por el músculo cardíaco lo ha hecho escalar los más altos picos del Himalaya en busca del corazón de montañistas y sumergirse en profundos mares tras el latido más poderoso del mundo, el de las ballenas. Ahora, el creador del primer marcapasos del país, emprende una nueva travesía que se remonta 40.000 años en la historia.
Se trata de Luyba, un mamut hembra de tres meses de edad, 90 centímetros de altura y 100 kilogramos de peso, descubierta en 2007 por un pastor de renos a orilla del río Yuri Bey, en Siberia. Este ejemplar cautivó al mundo científico por ser el primer bebe mamut descubierto en la historia y por su excelente grado de conservación.
Reynolds quiere estudiar el corazón de Luyba pues podría esconder claves de la evolución de este órgano entre los mamíferos. Pretende compararlo con el de otras especies, por ejemplo, el del elefante africano. “Hasta ahora estamos empezando a trabajar en esta nueva investigación”, afirmó Reynolds, en la conferencia Del mamut al elefante: anatomía comparada, realizada en el marco de la exposición Bodies: Real + Fascinante, que se lleva a cabo en Corferias, Bogotá.
“Sé que es una idea loca, de la cual no existe mucha información, pero en la medida en que enriquezca y contribuya al conocimiento de los seres humanos será muy útil para el futuro”, aseguró el investigador ante la curiosa iniciativa, y agregó: “Para esto esperamos contar con los investigadores principales y con National Geographic”.
La primera acción de Reynolds consistió en contactar a Naoki Suzuki, líder del estudio y profesor de medicina de la Universidad de Jikei, Japón, quien le facilitó en noviembre del año pasado una serie de imágenes del animal, producto de tomografías computarizadas, una técnica en la que se reconstruyó el cuerpo del mamífero por capas, desde la parte lateral izquierda hasta la derecha.
Sin embargo, el difícil acceso al mamut, que se encuentra en laboratorios de Japón y, la confidencialidad de los científicos encargados, obstaculizan el desarrollo del estudio. El grupo de expertos liderado por Reynolds espera conseguir luces científicas sobre cómo ha evolucionado el sistema cardiovascular. Por el momento, “se están desarrollando sistemas computarizados que reconstruyan al animal en tercera dimensión”, explicó Reynolds.
La investigación con el mamut es apenas el último eslabón en la carrera científica de Reynolds, que comenzó hace más de 50 años.
La vida de un aventurero
En 1957, Jorge Reynolds Pombo, un ingeniero electrónico, oriundo de Bogotá, decidió fusionar su profesión con la cardiología. Su primer logro fue la creación de una máquina capaz de estimular el corazón: el marcapasos. Este instrumento de asistencia cardíaca pesaba más de 50 kilos, se transportaba en una carretilla y era conectado por un lado a la batería de un automóvil y por el otro, mediante un cable de cinco metros, al tórax de la persona, permitiendo prolongar la vida de los pacientes hasta por 18 años. Su evolución ha sido sorprendente. El marcapasos actual no es más grande que una caja de fósforos y hoy en día es usado por más de 48 millones de personas en el mundo.
Durante más de tres décadas, Reynolds se ha dedicado a analizar los corazones de los seres vivos, desde un tubo contráctil que opera como corazón en los mosquitos hasta uno de dos metros de alto y cerca de dos toneladas de peso: el de la ballena azul. Estos trabajos le han valido los más altos reconocimientos tanto nacionales como internacionales.
“Uno se sorprende al ver el corazón de las ballenas. Examinar su evolución y trayectoria en 70 millones de años, cuando el hombre apenas comenzaba a erguirse, es increíble”, sostuvo Reynolds. El gigantesco corazón de las ballenas es 3.500 veces más grande que el de los seres humanos.
Sus historias y travesías se convierten en heroicos relatos. Entre ellas, sus aventuras junto al expedicionario francés Jacques Cousteau en las Islas Galápagos, donde encontraron un sorprendente reptil capaz de detener voluntariamente su corazón durante 45 minutos: la iguana marina. “Sería maravilloso que los seres humanos tuviéramos tal capacidad, creo que nos falta muchísimo conocer más de lo que nos rodea”, explicó Reynolds.
De las profundidades del mar hasta las alturas extremas, Reynolds ha estudiado cómo funciona el corazón humano en diferentes parajes. Analizó los latidos del buzo cubano, campeón mundial en inmersión, Francisco Pipín Ferreras, quien, según Reynolds, “tiene un corazón que puede dejar de respirar por ocho minutos y baja las pulsaciones enormemente”. También ha investigado el comportamiento de este órgano en montañistas colombianos que han subido el monte Manaslu, en el Himalaya. “En este caso se trata de atletas, pero a grandes alturas el corazón tiene una serie de anomalías, arritmias causadas por estrés, falta de sueño, altura extrema y temperaturas muy bajas”.
A sus 75 años de edad, Jorge Reynolds Pombo continúa soñando con más descubrimientos. Considera que tiene un corazón corriente al que cuida con dieta y ejercicio. Piensa que le gustaría morirse de un infarto, pero antes de que eso suceda, su meta es conocer más cómo funciona este fascinante órgano. “Se conoce tanto de él y existe mucha información, pero todavía no conocemos exactamente cómo funciona; la complejidad del corazón es increíble”. Quizá Luyba le depare alguna sorpresa.
Cardiólogos se reúnen en Cartagena
Cardiólogos de Canadá, Estados Unidos, Argentina, Brasil, España, México y Colombia se darán cita en Cartagena entre el 27 de febrero y el 2 de marzo para discutir las últimas tendencias y tratamientos en el manejo de enfermedades cardiovasculares.
El grupo de enfermedades del corazón constituye la principal causa de muerte en todo el mundo tanto en hombres como en mujeres mayores de 45 años.
Cardiopatía de la mujer, enfermedad coronaria, falla cardíaca, genética y corazón, nuevas técnicas de cirugía, entre otras, son algunas de las conferencias que se presentarán durante el XIII Congreso Colombiano de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.
*En junio de 2019 El Espectador publica un reportaje titulado Jorge Reynolds, el hombre que no inventó el marcapasos en el que se demuestra que ha cometido imprecisiones y exageraciones a lo largo de su carrera científica.