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Las autoridades ambientales de Barcelona (España) quedaron perplejas al encontrar en las aguas de la bahía de la ciudad más de 600 urnas con las cenizas de personas cuyo último deseo fue que sus restos permanecieran en el mar. Alarmadas por la contaminación que esta práctica había generado, decidieron crear hace más de dos años un novedoso proyecto de cementerios verdes.
La iniciativa tuvo tanta acogida que se trasladó a otros países europeos, como Inglaterra, y acaba de llegar a Colombia, el primer país latinoamericano en acogerla. Se trata de un sistema de urnas ecológicas fabricadas con materiales orgánicos y biodegradables que contribuyen a la preservación del ambiente.
Hay tres tipos de urnas. La primera está diseñada para ser enterrada y degradarse en la tierra, gracias a que es elaborada con sustratos orgánicos, minerales y compuestos vegetales. Como además tiene abono, del lugar en donde permanezca nacerá un árbol. La segunda es hecha con sal marina y pensada para aquellas personas que solicitan que sus cenizas sean arrojadas al mar. En tan sólo 15 minutos de haber permanecido en el agua, la urna se disuelve y su contenido se pierde en la inmensidad azul.
Y el último tipo, fabricado con arena de mar y aglutinantes vegetales, es soluble y está dirigido a las familias que desean depositar las cenizas de su ser querido en un lago o río. Rafael Rocha, presidente de Jardines de Paz, la empresa que trajo al país este novedoso sistema, explica que aunque actualmente sólo el 39% de los servicios exequiales en Bogotá son cremaciones, se espera que para 2020 esta cifra sea del 50% y, por lo tanto, “es indispensable que adoptemos medidas que mitiguen el impacto ambiental que causan las urnas tradicionales”.
Estos servicios tendrán un costo aproximado de $1,3 millones, 3% más que unas exequias tradicionales en Jardines de Paz. De acuerdo con la aceptación que tengan entre los ciudadanos, la idea es poder implementar muy pronto, con la participación y colaboración de las funerarias, ataúdes ecológicos.
Rocha advierte que su objetivo es cambiar el concepto que existe de la muerte y por eso el lugar del cementerio destinado para las urnas se convertirá en un bosque. “Ya no habrá placas, sino árboles. Será un lugar de vida”.