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Aunque no se ha ganado un Nóbel, ni sus libros han sido convertidos en películas, James Cañón tiene méritos para entrar a la historia de la literatura colombiana. No porque sus historias sean costumbristas, ni porque sus libros sean ‘best sellers' en el territorio nacional.
Este escritor tolimense que salió del país hace 15 años, ganó recientemente en Francia el prestigioso Prix du Premier Roman Étranger (premio a la mejor primera novela extranjera del año), por su novela ‘Dans la Ville des Veuves Intrépides' (‘La Aldea de las viudas'), escrita en inglés, publicada en "casi 20 países", según su página oficial, y traducida al francés, hebreo, italiano, coreano y español. También ganó el premio a la Mejor Novela Extranjera y el Premio de Lectores de Vincennes en el 2008 en Francia.
La novela muestra los problemas de una sociedad gobernada por mujeres. Tiene algunos toques políticos y de humor que la hacen especial. En abril, cuando la obra ganó uno de estos premios, el diario Le Monde publicó: "es una novela tan mágica como realista. Una utopía sabiamente elaborada y deliciosamente optimista".
Conexión Colombia habló con él. Y, antes de preguntarle por su obra literaria, quisimos conocer su historia como migrante colombiano. "Me fui a Nueva York porque en aquel entonces era la única ciudad de Estados Unidos donde tenía amigos que podían darme una mano", explica. "Mis amigos vivían en Jackson Heights, que era considerado el barrio colombiano de Nueva York. En menos de un mes ya estaba estudiando inglés y fregando suelos y baños en un Pizza Hut. Ahí me la pasaba muy bien, pero seguía comiendo buñuelos y arepas de choclo, y hablando con paisas y caleños. Entonces me cambié de barrio y comencé a relacionarme más con norteamericanos". Así comenzó su historia como un escritor famoso y reconocido.
Entrevista completa hecha por Ana María Durán, corresponsal en París de Conexión Colombia.
Cuéntenos un poco de qué se trata la novela
'La Aldea de las Viudas' es la historia de un pueblo perdido en las montañas de Colombia llamado Mariquita (no tiene nada que ver con Mariquita, Tolima), donde un día llega la guerrilla y recluta a todos los hombres mayores de doce años, convirtiéndolo en un pueblo de viudas virtuales. Al comienzo las mujeres se resignan a su destino: se quedan sin electricidad y sin agua, la comida comienza a escasear y en las esquinas del pueblo crecen las pilas de basura. Pero en medio de este caos hay una mujer que ve un destino diferente para su pueblo: Rosalba viuda de Patiño. Rosalba se compromete a restaurar el orden, la economía y la infraestructura de Mariquita, pero para lograrlo tiene que enfrentar problemas muy grandes. Con el paso del tiempo y tras haber superado varias crisis, las viudas comienzan a descubrir el poder y la autosuficiencia, y asumen el liderazgo y el control del pueblo, pero también el de sus propias vidas. Eventualmente crean una sociedad que, irónicamente, está basada en los valores socialistas por los cuales los guerrilleros dicen estar luchando pero que han traicionado (la armonía, el respeto, la igualdad y la cooperación). Y cuando algunos de los hombres regresan al pueblo luego de 16 años de ausencia y tratan de recuperar su poder abusivo y sus prerrogativas masculinas, las cosas se ponen muy interesantes.
¿Qué tan ajustada a la realidad está la novela? Porque la trama suena completamente realista, de esas historias que suelen aparecer en los noticieros
La historia es fruto de mi imaginación, pero la idea surgió de una situación real, luego de haber leído una noticia en un periódico colombiano en la cual citaban un pequeño pueblo donde los guerrilleros se habían llevado a todos los hombres mayores de 12 años. La noticia era muy corta y se centraba en los hombres que habían desaparecido. Entonces me pregunté ¿qué va a pasar con las mujeres y los niños de este pueblo? Las posibilidades eran muchas, todas tristes y desesperanzadoras. Luego pensé, ¿y qué tal si estas viudas virtuales logran ese cambio social que las guerrillas dicen estar buscando, pero sin disparar un tiro ni derramar sangre? Claro que suena a utopía, pero es que en tiempos de guerra, en tiempos difíciles como los que vivimos actualmente, renacen las utopías y soñamos más. Es justamente de sueños y proyectos aparentemente irrealizables que han surgido los sistemas más eficientes que se han visto a través de la historia. Los colombianos tenemos que seguir soñando, y tenemos que tratar de unificar nuestros sueños, tenemos que buscar un sueño común para nuestro país.
¿Qué temas trabaja en sus escritos?
El tema que más se repite en mi obra es el tema de la mujer en relación con la sociedad, la cultura, la religión, la política y la historia. Me fascinan los experimentos sociológicos, crear mundos alternos y llegar a soluciones que, aunque parezcan inverosímiles, son capaces, como ninguna otra, de enmendar errores y evitar tragedias mayores. Me interesa también el tema de la desigualdad y la indiferencia. Y ahora que vivo en España me interesa mucho el tema del racismo.
Entonces Colombia ha sido una buena inspiración para su trabajo
La cantidad de cosas insólitas que a diario suceden en Colombia y la forma particular que tenemos los colombianos de lidiar con ellas son dignas de ser escritas y difundidas. Sin embargo, en mi caso particular, no hablaría de inspiración sino de responsabilidad social. La literatura es una herramienta poderosa para retratar la sociedad, para crear conciencia e instigar un cambio social.
Y ahora que habla de la "responsabilidad social" del escritor, ¿siente que la suya ha tenido algún resultado?
La responsabilidad social de un escritor, como yo la veo, está en el cumplimiento de tus obligaciones sociales como ciudadano independientemente de los resultados. Sin embargo, ya que lo preguntas, creo que si hay algunos resultados palpables. Por ejemplo, la novela ha creado conciencia acerca del conflicto político y social colombiano en países donde no se conocía mucho del mismo, como Turquía, Corea e Israel. Allí se han escrito artículos al respecto motivados por mi novela y he respondido entrevistas. En Francia, donde Colombia era el pan de cada día antes y durante el rescate de Ingrid Betancourt, también se ha hablado mucho de la novela. Allí he tenido que responder muchas entrevistas y se me ha invitado a varios programas en radio e incluso en televisión, no tanto para hablar del libro ni mucho menos de mí, sino para analizar la realidad colombiana como yo la veo, y especialmente el papel de la mujer dentro del conflicto.
En una de sus entrevistas usted cuenta que comenzó a escribir cuentos sueltos sin saber que el producto final sería esta novela. ¿Cómo fue ese proceso?
Todo comenzó cuando estaba haciendo un máster en creación literaria en Nueva York. Escribí un cuento para una clase, una historia de amor que se desarrollaba en un pueblo de viudas. El cuento, a decir verdad, era bastante cursi y romanticón, pero tenía muchos elementos y personajes que me gustaban. Entonces decidí escribir otro cuento que tomara lugar en el mismo pueblo, pero que girara en torno a otro personaje. Luego escribí un tercero y un cuarto. Estaba convencido que estaba escribiendo un libro de cuentos, hasta que un día una profesora, refiriéndose a mis cuentos, habló de "tu novela". Sólo entonces supe que, en efecto, mi manuscrito tenía todos los elementos necesarios para una novela. Pasé varias semanas pensando en la historia y los personajes, diseñando un esquema para la misma. Luego empecé a investigar, a ordenar las páginas que tenía, a diseñar escenas y capítulos, a darle un hilo conductor a la historia. La escritura es así: un cuento se puede convertir en novela y viceversa. Otras veces comienzas a escribir una historia, y otra diferente a la planeada va saliendo.
Teniendo en cuenta que su lengua materna es el español, y que escribió esta novela en inglés, ¿qué palabras en español le resultaron difíciles de traducir?
Chicharrones, arepa, panela, bomboncito, bizcochito, paraco, chicha. El padrenuestro lo dejé en español por énfasis y sonoridad. Los dichos y refranes que mi abuela solía decir fueron los que me dieron más trabajo. Muchos de ellos tienen doble sentido y no funcionan en inglés. Hubo también algunas palabras que no quise traducir, pero las puse de tal forma que se entendieran dentro del contexto. Asimismo, me inventé un calendario que está basado en la menstruación, y nuevas palabras para describir el tiempo, por ejemplo un año es una "escalera" y un mes es un "peldaño". No veo necesario que el lector entienda a la perfección el significado de cada palabra. Para mí es mucho más importante el efecto general que un conjunto de palabras o frases crea, y las sensaciones que estas evocan o provocan en el lector.
¿Traduciría usted mismo la novela del inglés al español?
No. Soy un pésimo traductor. Todo cuento mío en inglés que he tratado de traducir, ha terminado siendo un cuento diferente en español. La novela fue traducida por Juan Fernando Merino, un excelente traductor, poeta y periodista caleño, que no solo le ha hecho justicia al texto, sino que también lo ha embellecido.
¿Ha vuelto a escribir poesía?
Si, escribo poesía cada que puedo, sin rutina ni disciplina, como debe ser.
¿Qué le gusta más, escribir poesía o prosa?
Poesía en español, para mí. Prosa en inglés, para el que quiera leerla.
¿Cree que después de haber escrito prosa en inglés, sería más fácil comenzar a escribir poesía en esa lengua?
Nada es imposible. Es muy probable que lo que surja sea algo así como poesía en inglés con acento tolimense, pero igual funciona.
¿Qué escritores colombianos le gustan?
William Ospina es en mi opinión el escritor más completo que tenemos actualmente en Colombia. Es poeta, filósofo, historiador, novelista, periodista... y todo lo hace muy bien. Además, está más comprometido con la realidad social del país que muchos de nuestros políticos.
¿Qué libro no puede faltar en su mesa de noche?
‘Cuentos Populares Italianos'. Son 200 narraciones que fueron recopiladas durante siglos, y que Italo Calvino tradujo a partir de los dialectos en que fueron creadas.
¿Qué está leyendo en este momento?
Un clásico olvidado: ‘La rebelión de los ángeles' de Anatole France.
¿Para qué sirven los premios?
Para alimentar tu ego y mejorar las ventas de tus libros. Para nada más.
¿Barcelona o Nueva York?
Barcelona y Nueva York. Juntas son como una buena pareja. No son excluyentes, se complementan.
¿Piensa volver a Colombia?
Nunca me he ido del todo. Voy y vengo. Me encanta viajar, conocer otras culturas.
¿Cuándo sale el libro en español?
Salió a comienzos de mayo en España. Aún no hay fecha de publicación en Colombia. Es una decisión que no depende de mí sino de la editorial.
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