Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Desde hace tres meses, cuando le fue diagnosticado un cáncer linfático, la vida del ministro Alejandro Gaviria dio un vuelco y –por cuenta no solo de su tratamiento, sino también de su día a día al frente de la cartera de Salud– ha tenido que dejar de lado cosas tan sencillas como tomarse una cerveza a propósito de un partido de la selección Colombia, salir en búsqueda de un par de libros o compartir un café.
Así lo hizo visible a través de un conmovedor mensaje que compartió en la red social Instagram y que tituló ‘Cosas que me gustaría hacer’. En él expresa sus anhelos, deseos y aspiraciones.
Este es el texto que Alejandro Gaviria divulgó en la red social:
Cosas que me gustaría hacer:
Ir a Barranquilla, ver el partido de Colombia con Brasil, olvidarme de todo, soltar diez o veinte o treinta hijueputazos y después, gane o pierda la Selección, tomarme tres cervezas a la salida del Estadio y hablar mierda y especular tranquilamente sobre lo que fue y pudo haber sido.
Salir a caminar por la carrera séptima, llegar hasta la calle 70, bajar por Quinta Camacho hasta la librería San Librario, comprar dos libros viejos, devolverme caminando, pensando en los problemas y las inclemencias del día, llegar a la casa, acariciar los libros, leerlos a medias, ubicarlos en la biblioteca y sentir que, desde allí, desde lejos, como si irradiaran algo, me hacen feliz.
Abrir el periódico, escoger una película al azar, cualquiera, ojalá desconocida, sin grandes estrellas, llamar a mi esposa, encontrarnos y entrar a cine, ver la película, salir a tomarnos un café y hablar sobre la vida, sobre los hijos que siempre nos sorprenden, sobre la tragicomedia de las oficinas y sobre las películas que hemos visto y las otras tantas que hemos dejado de ver.
Salir al parque con Tomás y hablar, cogidos de la mano, dando vueltas y vueltas, sobre los temas de siempre, la raza del próximo perro, la indiferencia de los gatos (casi como la del universo), la inutilidad de las tareas y los video juegos que son como la vida.
Salir de la casa con mi esposa ya tardecito, dar la vuelta a la esquina, entrar al restaurante italiano, sentarnos en una mesa, pero no frente a frente sino del mismo lado, pedir una botella de vino, cualquiera, y brindar porque estamos juntos y porque estar juntos es suficiente para brindar y brindar".