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El superhéroe azul

En Neiva vive un superhéroe de carne y hueso. Se trata de Wilder Honorio muñoz, un hombre que se dedica a nadar el río magdalena para enseñarles a las comunidades ribereñas cómo preservar la corriente de agua y sus especies.

Dora Glottman
29 de octubre de 2014 - 07:14 p. m.
Wílber Honorio atravesó en 2010 el río Magdalena desde San Agustín hasta Barranquilla. El recorrido duró 34 días.
Wílber Honorio atravesó en 2010 el río Magdalena desde San Agustín hasta Barranquilla. El recorrido duró 34 días.
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Los niños de Neiva cuentan que un día salió de la orilla del río Magdalena un hombre azul, con vestimenta azul, así como su cabello, y en su pecho estaba la letra “H” en mayúscula e imponente. Era Súper “H”, un superhéroe con poderes mágicos, como sembrar en el corazón de los niños el amor y el respeto por la naturaleza, los animales y las plantas.

Wílber Honorio Muñoz se convirtió en Súper H por un arrebato de locura. “Se me metió en la cabeza nadar en el río y empecé a trabajar en ello. Entrené mucho y finalmente en 2010 consolidé esa gran idea. Nadé todo el río Magdalena desde San Agustín hasta Barranquilla", asegura Honorio mientras es entrevistado por el equipo de Titanes Caracol. En la travesía, que duró 34 días, nadó 1.600 kilómetros y atravesó más de 50 municipios. Al final de cada jornada se reunía con los niños y los lugareños y les relataba su experiencia. Si bien a los adultos les impresionaba la meta que se había impuesto el nadador, eran los ojos asombrados de los niños lo que lo conmovía.

Sin él siquiera saberlo, fueron esas miradas y la magia del río lo que poco a poco lo transformaban en héroe. Cuando terminó el recorrido, sus amigos lo esperaban en la orilla para festejar la hazaña y, según cuenta el hoy superhéroe de Neiva, uno de ellos dijo “este man ya no es Honorio, es Súper H” y así nació su personaje.

Lo que sus amigos no sabían era que en efecto Honorio ya no era el mismo, salió del agua convencido de que desde ese momento se dedicaría a luchar por la preservación del río y sus especies y a educar a los niños para que siguieran su ejemplo. “Siempre estuve mentalizado en el estado del río. Me preocupaba ver cómo estaba de contaminado y se me ocurrió este tipo de propuesta pacífica para llamar la atención”, dice.

Ahora Súper H lleva su mensaje a los niños del Huila. Semanalmente visita escuelas, instituciones y hogares, asiste a eventos sociales y realiza actividades recreativas, cuyo fin es formar y crear conciencia sobre la preservación de la corriente hídrica. Calcula haber llevado su mensaje a más de 500 mil niños y aunque sabe que no todos creen que sea un héroe tipo Supermán, confía que por medio de su creatividad e ingenio su mensaje cale en los niños de todas las edades.

En 2013 volvió a nadar en el río Magdalena pero ya convertido en Súper H. Esa vez fueron los pequeños quienes lo esperaron al terminar la aventura para confirmar que era un ser poderoso capaz de nadar largas distancias con tal de que su misión quedara para siempre grabada en sus mentes. “Él nos enseñó que nuestro futuro depende de que esté bien el río, que tenemos que arreglar el daño que nos están dejando los mayores, dejar de ensuciar y más bien limpiar”, dice una de las niñas que asisten a las actividades del superhéroe.

Wílber Honorio creó además una cartilla didáctica con las historias de Súper H en el río y sus enseñanzas. Sus poderes, que no requieren de capa voladora ni espadas mágicas, “son sembrar árboles, limpiar el río y cuidar la naturaleza”, afirma. Cuando un niño piensa dos veces antes de ensuciar el agua, cuando se agacha a recoger la basura de otros, cuando se aprende los nombres de los animales y las plantas ribereñas, Súper H considera su misión cumplida.

Este hombre es por lo pronto el único superhéroe de carne y hueso en Colombia, al cual solo le interesa existir para los niños. “Yo solo quiero llegar a la mente de ellos porque me parece maravillosa, es una lumbrera y quiero aprovecharla para que el día de mañana los adultos, que creyeron en Súper H cuándo niños, lleven su mensaje como escudo, lo repitan como un credo y cuiden con amor y respeto su tan amado río Magdalena”, concluye.

 

Por Dora Glottman

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