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El domingo 7 de febrero la búsqueda del pequeño Juan Sebastián Fuentes, quien se perdió en Soacha el pasado diciembre, tomó un giro inesperado. La Dirección General de la Policía Nacional dio a conocer un video que muestra a un niño caminando cerca de un colegio público en el barrio Quintas de San Ana. El pequeño va persiguiendo una mascota y cae en un hueco. El material, prueba reina de que Juan Sebastián habría caído en el hueco, se entregó 38 días después de su desaparición. Con esa pista los organismos de emergencia reanudaron la búsqueda que culminó el pasado sábado, cuando se encontraron restos de un menor que, según la familia, sería el pequeño de dos años.
La necropsia del cuerpo comenzó ayer a las 7 de la mañana y hoy Medicina Legal dará un informe detallado. Con esas pruebas de ADN se podrá confirmar la información.
Para Raúl Riobueno, teniente de Bomberos de Soacha, los casi dos meses de búsqueda estuvieron llenos de sentimientos de impotencia, incertidumbre y una carga moral muy fuerte. “Buscábamos con todos nuestros recursos y conocimientos técnicos, pero la tarea no era fácil. La familia nos rogaba que hiciéramos todo para encontrar al angelito, pero el niño no aparecía. Me sentía impotente ante tanto dolor”.
El teniente Rodolfo Barrera, coordinador de rescate de Bomberos Bogotá, explicó que apenas analizaron la información del video dividieron la zona en seis tramos, uno por cada pozo que hay desde el punto donde cayó el niño hasta la desembocadura en el río. Enviaron la sonda y excavaron uno por uno los pozos. Fue ahí que encontraron una pista: la camiseta de un niño. La Fiscalía comprobó que era de Juan Sebastián. “Eso nos motivó a seguir con más ahínco. Buscaba con todas mis fuerzas, pero una pequeña parte de mí esperaba que no estuviera ahí. Preferiría que estuviera sobre tierra, con vida”, recuerda Riobueno.
La tarea fue difícil, porque la tubería, de más de 40 años de antigüedad, no tenía planos y a los organismos de rescate les tocó buscar a ciegas. Además, según explica Barrera, es una red irregular. Los tubos cambian de ancho y, por lo tanto, los buzos no podían recorrer la red de punta a punta. Sólo la sonda les daba información precisa de lo que se encontraba entre pozo y pozo.
La irregularidad y la falta de planos de la red eran un problema desde que empezó la búsqueda de Juan Sebastián, desaparecido desde el 22 de diembre pasado. Desde la primera semana los organismos de rescate trabajaban la hipótesis de que el menor podría haber caído por una alcantarilla que queda a pocos metros de la casa de la familia Fuentes Rojas. Introdujeron un robot y una cámara semisumergible para buscar dentro de la tubería. Se avanzaron 30 metros y se encontró una obstrucción. Lanzaron pelotas y botellas amarradas a una cuerda para entender el trazo de la tubería. La mayoría de las pelotas llegaron al río Bogotá, lo que indicaba que la alcantarilla efectivamente desembocaba en ese cuerpo de agua. Les causó curiosidad que varias pelotas que introdujeron no llegaron al otro lado. Pero por lo menos tenían una idea del trazado.
Mientras tanto la Policía de Cundinamarca contempló la posibilidad de que lo hubieran secuestrado habitantes de calle, pero después de hacer unos retratos hablados, identificar a los sospechosos y buscarlos, descartó esa posibilidad. Luego le siguieron la pista a un video que mostraba a una persona que llevaba a un bebé; tampoco era. Otras hipótesis sindicaban a su entorno familiar. Hasta llegaron reportes de que lo habían visto en México y en Medellín. La operación se volvía cada vez más confusa.
Con la aparición del video, los organismos de emergencia aplicaron el mismo procedimiento que diseñaron al principio de la búsqueda, pero en la red a la que estaba conectada a la alcantarilla que mostraba el video. Un día se dieron cuenta de que la presión del agua que entraba al pozo tres disminuía considerablemente cuando llegaba al pozo cuatro. Excavaron en la zona intermedia entre las dos alcantarillas y encontraron un tercer hueco que no sabían que existía. Al levantar la tapa encontraron al pequeño y las pelotas plásticas que habían enviado hace más de un mes, cuando empezaron a buscar.
“La situación es trágica para la familia, pero por lo menos ahora tienen la tranquilidad de saber qué le pasó al niño y le pueden dar cristiana sepultura”, concluye el teniente Riobueno.