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El domingo 13 de marzo de 1988 el conservador Andrés Pastrana se convirtió en el primer alcalde de Bogotá elegido por voto popular. Le sacó ventaja a una división del liberalismo, que presentó dos candidatos. La disputa entonces era esencialmente bipartidista, muy a pesar de que en esa ocasión llegaron hasta el final 21 aspirantes. El panorama era tan diferente al de hoy que la izquierda, por ejemplo, estaba lejos de ser una opción viable en la ciudad.
Recorrer esa historia —en la que al bipartidismo lo siguieron nueve años de gobiernos independientes de las estructuras tradicionales, y posteriormente la izquierda— también sirve para leer las elecciones de hoy. Es muy elocuente que en la punta estén tres candidatos que representan (al menos políticamente) los momentos que han vivido los gobiernos de Bogotá. Claro está, guardadas las proporciones: Rafael Pardo, de la entraña del Partido Liberal (aunque aliado con un sector alternativo); Enrique Peñalosa, que se sigue vendiendo como el representante del auge urbano que vivió la ciudad a finales de los 90 (más por el apoyo que recibió de Antanas Mockus, aunque también está aliado con sectores tradicionales), y Clara López, portavoz de la izquierda de los últimos 12 años.
El Espectador hizo el ejercicio de recopilar los resultados que reporta la Registraduría sobre las elecciones a la Alcaldía de Bogotá desde 1988, para que los lectores se hagan una idea de la trayectoria que han seguido las preferencias electorales de los habitantes de la capital (ver página 18). Que el recorrido arranque en Andrés Pastrana y termine en Gustavo Petro, pasando por Antanas Mockus, por poner un ejemplo, es una muestra de cómo los bogotanos han reorientado su búsqueda del modelo de ciudad que más les ha parecido conveniente en un momento determinado. Ese modelo es, en definitiva, lo que hoy está en juego de nuevo.
En la columna que acompaña este informe, el profesor Fredy Barrero, de la Universidad Externado, esboza las posibles razones que dan cuenta de esos cambios, como la inclinación por los candidatos outsiders y la base social y partidista que forjó la izquierda y le ha permitido sostenerse.
El recorrido desde el 88 también permite ver datos llamativos, como la primera candidatura de Petro a la Alcaldía en 1997, cuando ganó Peñalosa; las cuatro candidaturas de este último —antes de la actual— que empezaron en 1994 a nombre del Partido Liberal, y que el exministro Jaime Castro, elegido alcalde en 1992, también lo ha intentado cuatro veces.
La proliferación de candidatos a nombre de múltiples partidos es muestra de la apertura política de finales de los 80 y comienzos de los 90, fenómeno que, aunque se ha aplacado, no deja de ser llamativo. Hoy la Alcaldía se la disputan, al menos en el papel, siete personas. De Pastrana a Petro la ciudad ha escrito su historia reciente.