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Un artículo científico escrito por videojugadores, en colaboración con bioquímicos de la Universidad de Stanford (California, EE. UU.) describe un nuevo conjunto de reglas obtenidas de forma intuitiva por una comunidad de usuarios de Eterna (http://www.eternagame.org), un juego en internet que desafía a los participantes a diseñar secuencias químicas de ácido ribonucleico (ARN) que se doblen de manera estable y en las formas deseadas.
El ARN es la base de prácticamente todos los procesos críticos en biología y se usa cada vez más como una herramienta de gran potencial médico y farmacológico. Las moléculas de ARN comienzan su existencia como una cadena lineal de subunidades, pero se pliegan rápidamente en una forma estable, la cual determina con qué componentes de las células interactuará y cuál será su función.
Por esta razón, los científicos se han empecinado en mejorar los modelos computacionales de diseño del ARN. Con estas simulaciones, los científicos plantean un futuro que, por ejemplo, incluye una nueva generación de terapias a medida destinadas a tratar enfermedades neurológicas, cánceres y dolencias congénitas, y el desarrollo de nuevos antibióticos y vacunas.
El estudio comenzó con el interés de tres jugadores experimentados de Eterna, quienes compartieron sus experiencias en documentos de Google y luego se contactaron con los creadores del juego para que probaran de forma independiente sus ideas.
Jugadores versus computadoras
Los investigadores utilizaron supercomputadoras para poner a prueba las predicciones de los jugadores contra seis algoritmos para suministrar secuencias de ARN plegadas en formas específicas.
Sorprendentemente, los usuarios de Eterna resolvieron la mayoría de los retos de plegado de moléculas de ARN y clasificaron la dificultad de diferentes diseños de una manera tan eficaz como las computadoras, según Das Treuille, creador del juego. Pero curiosamente, en los retos más complicados, contrario a lo que pensaba, a los humanos les fue mucho mejor que a las máquinas, que se quedaban estancadas y debían dedicar varios días de cálculo a la búsqueda de una solución.
Aunque la mayoría de estos jugadores no tienen una formación científica, el estudio reveló que las habilidades lógicas son las que los hacen valiosos. “Hay un gran potencial en los juegos distribuidos, ejecutados por un gran número de personas de todo el mundo, como fórmula para ayudar al proceso de descubrimiento científico”, afirman los investigadores.
Casi todos los jugadores que ayudaron al autor en el estudio sobre el plegado del ARN tienen un conocimiento empírico y no tienen una formación directamente relacionada con la biología o la genética. Sin embargo, Das, el líder de la investigación, no dudó en denominarlos como un grupo de “ciudadanos científicos”.