La orina y otros contaminantes emergentes

Los residuos de antibióticos que expulsamos al orinar, minerales en celulares y compuestos de productos de aseo hacen parte de esta categoría que preocupa a los científicos.

Carlos Urrego Zuluaga*
24 de mayo de 2017 - 02:58 p. m.
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¿Y qué pensaría si esa ´agüita amarilla´ de la que hablan los Toreros Muertos afectara las fuentes hídricas, los suelos, los animales y la salud de los seres humanos?, la forma en la que se trata el agua en países como Colombia nunca tuvo en cuenta lo que se conoce hoy en día como contaminantes emergentes, por ejemplo, los residuos de antibióticos que expulsamos y que terminan en el medio ambiente.

Elementos que están en el champú o en productos de higiene y limpieza, los minerales con los que se hacen los celulares y tabletas de última generación, plaguicidas, herbicidas, entre otros, también hacen parte de esta categoría.

La orina cargada de medicamentos que no logran ser eliminados por los procesos de filtración o decantación en las plantas de tratamiento terminan en los suelos, en el aire y allí las bacterias se adaptan, lo que hace que los antibióticos tengan menor efectividad; incluso hace cerca de dos meses la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una lista de 12 ´súper bacterias´.

“Es un tema que tiene muy poca publicidad, y es bastante serio. Estamos haciendo un estudio con colegas de España y la Universidad de Antioquia y hemos encontrado en aguas residuales bacterias resistentes a antibióticos betalactámicos como las cefalosporinas, es decir, en Colombia están”, explicó el tumaqueño Ricardo Antonio Torres, posdoctor en Química e Ingeniería Ambiental y docente de la Universidad de Antioquia.

El Grupo de Investigación en Remediación Ambiental y Biocatálisis -Girab- de la Universidad de Antioquia, dirigido por Torres, ha encontrado estos microorganismos en aguas que vienen de hospitales de ciudades como Medellín, Bogotá y Tumaco en Nariño; de igual forma Milton Rosero Moreno, presidente del Comité Organizador del XII Simposio Latinoamericano de Química Analítica y Ambiental y profesor de la Universidad de Caldas comenta que elementos como el triclosán – que fue prohibido en la Unión Europea en el 2016 para uso en productos de higiene – están en el medio ambiente y pueden generar “problemas como los disruptores endocrinos (…) sabemos que están en fuentes hídricas que terminan afectando al ser humano y a los animales”. 

Contaminantes y alimentos

Para poder entender qué ocurre con los contaminantes emergentes es necesario desarrollar métodos que puedan identificarlos en las muestras que analizan los científicos. En general se usan equipos parecidos a los del anti-doping deportivo.

Renato Zanella, presidente de la Red para el Análisis de la Calidad Ambiental en América Latina (Racal), doctor en química analítica, explica que algunos países latinoamericanos conocen esta situación y por tal motivo han aplicado análisis más rigurosos a los productos que exportan como la leche o carne, allí se debe cumplir con estándares internacionales sobre niveles de plaguicidas, herbicidas, medicamentos utilizados, entre otros.

Racal actualmente desarrolla proyectos de análisis en alimentos de producción orgánica, algunos tipos de frutas y verduras, en los cuales la interacción consumidor-vendedor se basa en la confianza, “de 20 productores, uno o dos en la noche aplica un plaguicida y la única forma de saberlo es con monitoreo”, dijo Zanella.

Aunque para los productos que se exportan los controles son cada vez más, en el mercado interno la situación es distinta. Según Zanella no se realiza un monitoreo suficiente, la industria de plaguicidas y herbicidas tiene un gran músculo financiero por lo que estos elementos se utilizan en mayor cantidad y con más frecuencia.

Esta situación genera otro círculo vicioso, el uso indiscriminado de plaguicidas hace que las bacterias sean resistentes, lo que genera una necesidad de aumentar la cantidad de herbicida o de cambiar por uno más fuerte, lo que aumenta dramáticamente el riesgo de contaminar los suelos, alimentos y animales que finalmente el ser humano utilizará. “Hay que hacer más presión por parte de la comunidad, lo que pasa es que la gran mayoría no conoce este tipo de situaciones”, dijo Zanella.

Entre los contaminantes emergentes también se encuentran elementos como el tantalio, niobio, galio o coltán, comunes desde los años 90 en los celulares de reciente tecnología, tabletas, televisores, entre otros. Aunque no es claro si son nocivos o no para el medio, se han convertido en un nuevo punto de estudio para los científicos.

“Su uso lleva a que finalmente los encontraremos en el agua, en la comida. No podemos decir ahora ´oh, nos vamos a morir por el tantalio´, no. Estamos en una fase en la que debemos adquirir conocimientos sobre sus posibles efectos. No tenemos cómo analizarlos y estamos desarrollando dichos métodos”, dijo la docente de la Universidad de Ginebra (Suiza),  Monserrat Filella.

Estos minerales vienen en su mayoría de minas de China o de la República Democrática del Congo, por tal motivo, hoy por hoy la comunidad internacional está interesada en asegurar su provisión, un tema netamente geopolítico pero que los expertos han utilizado para solicitar recursos para investigar los posibles efectos de su uso.

Las soluciones

En el XII Simposio Latinoamericano de Química Analítica y Ambiental que se realizó en Manizales y congregó cerca de 200 asistentes de varios países a inicios de este mes, se analizaron varias alternativas para desarrollar métodos químicos con el fin de mitigar los contaminantes emergentes y recuperar zonas afectadas por la minería ilegal, la producción petrolera, erosión, entre otras.

Una de éstas fue la que presentó Ricardo Antonio Torres de la Universidad de Antioquia. El método se basa en la ruptura de moléculas de agua (H2O) o de peróxido de hidrógeno (H2O2) para generar el radical hidroxilo •OH, una especie química inestable y altamente reactiva que tiene una vida muy corta (algunos nanosegundos) mediante la acción de la luz ultravioleta, ultrasonido o electricidad. Ellos utilizaron la oxidación electroquímica del agua, lo que genera (con la ayuda de algunas gotas de limón) este radical libre que es más oxidante que el cloro o que el ozono.

“Le permite destruir cualquier tipo de elemento y bacterias, nos interesa porque tenemos contaminación química y biológica que viene de empresas, fármacos, hospitales, nuestras orinas y las bacterias que nos generan enfermedades. Este método puede atacar ambos”, explicó el científico. Espera iniciar un modelo piloto en plantas de tratamiento de varias ciudades del país.

Otra de las alternativas, que de paso ´mata dos pájaros de un solo tiro´ porque no solo le da un nuevo uso a la orina sino que disminuye la contaminación vehicular, fue la del profesor de la Universidad de Nariño, Juan José Lozada Castro, doctor en química analítica, quien presentó en su Ford Mercury modelo 1978 con un motor de 3.300 centímetros cúbicos a Mioil, un reactor que convierte la orina en combustible.

Durante dos años ha trabajado en un reactor que toma este desecho humano o animal y lo convierte en combustible limpio; esto gracias a la electrolisis, que en palabras sencillas es dividir los elementos gracias a una corriente eléctrica continua para obtener hidrógeno. Inicialmente oxidan los elementos que no necesitan como la urea, el ácido nítrico, la creatinina, entre otros. El resultado es hidrógeno de una pureza de hasta el 92%.

“El hidrógeno es aproximadamente 3 veces más energético que la gasolina. Ya lo tenemos funcionando en un carro de prueba, vinimos desde Pasto con él hasta acá a Manizales y no tuvimos ningún problema”, dijo Lozada Castro.

Mientras que en un proceso de combustión normal se genera óxido de carbono, este produce vapor de agua, lo que reduce de manera drástica los niveles de contaminación. Incluso empezará un modelo piloto en un colegio de Cali para utilizar los desechos que allí se producen como fuente de energía dentro de la institución.

Aunque en general los científicos aseguraron que la normatividad en Colombia ha cambiado lentamente en pro de enfocarse en estas problemáticas, aún está lejos de convertirse en un tema importante para la opinión pública. Aún más en un país en posacuerdo que debe recuperar sus fuentes hídricas y suelos para construir la sostenibilidad social.

 

Por Carlos Urrego Zuluaga*

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