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Con separata en braille El Espectador conmemora Día de la baja visión

Nos unimos a quienes trabajan con los discapacitados visuales, con una separata especial impresa en braille.

Fernando Araújo Vélez
10 de octubre de 2013 - 10:43 a. m.

Este es el texto de la separata titulada ‘Invisibles’ que circula hoy con El Espectador.

Detrás de cada cifra viven miles y miles de personas. Las organizaciones y los estadígrafos calculan que en el mundo hay 250 millones de humanos con baja visión, y en Colombia, 1.134.085. Son cifras necesarias, acercamientos a un problema y diagnósticos que llevan, muchas veces, a olvidar que tras cada número hay un ser humano que convive con su drama, con sus dificultades, con la necesidad de que alguien le lea lo que dice en un letrero o lo lleve del brazo para cruzar una avenida. Cada número es mil necesidades, infinidad de sombras que se le atraviesan para impedirle su camino, aunque en la calle, a lo lejos, parezca que va por la vida sin mayores dificultades.

Cada número es una vida que se debate entre temores e ilusiones, y que requiere de otro, en ocasiones, incluso, para dar un paso. Las definiciones pasan por señalar que estas personas, estos 250 millones de seres humanos, “presentan una disminución de visión que no puede recuperarse con tratamientos médicos y/o quirúrgicos. Se han realizado todos los tratamientos existentes, pero a pesar de los grandes avances de la ciencia y la tecnología, no logran recuperar la visión, razón por la cual requieren de ayudas ópticas especiales para poder ‘ver el mundo’”. Esas ayudas ópticas especiales no son gafas convencionales. Son lupas, magnificadores, telescopios, y el apoyo de las tecnologías de la información y las comunicaciones”.

Colombia aún no cuenta con políticas públicas que intenten mitigar el problema. El sistema de salud no incluye, por ejemplo, ningún tipo de rehabilitación para aquellos que han sido intervenidos quirúrgicamente, y la sociedad, en general, los rechaza al considerar que son “falsos ciegos”. Infortunada y tristemente, para algunos son un simple número. Para otros, ni siquiera existen, como si fueran invisibles.

Por Fernando Araújo Vélez

 

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