Para Colombia, Trump es una oportunidad

Es lo que dice la ministra de Comercio, María Claudia Lacouture, quien cree que algunos artículos que China y México dejen de mandar, tras las medidas del nuevo mandatario, los pueden reemplazar las exportaciones nacionales.

Camilo Vega Barbosa/ Juan Miguel Hernández Bonilla
25 de enero de 2017 - 03:38 a. m.
María Claudia Lacouture, ministra de Comercio, indica que hay potencial para productos como la resina en Estados Unidos. / Óscar Pérez
María Claudia Lacouture, ministra de Comercio, indica que hay potencial para productos como la resina en Estados Unidos. / Óscar Pérez
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En un mar de incertidumbre y preocupación, la ministra de Comercio, María Claudia Lacouture, es una de las personas optimistas frente el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Indica que el TLC con Colombia no es una prioridad para el nuevo mandatario, por lo que no cree que lo cancele, y más que una tragedia, ve en su llegada una oportunidad: ocupar parte del terreno que pierdan México y China e incluso entrar a negociar el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), son algunas de las ventajas que vendrían para el comercio colombiano. (Vea: ¿El comercio colombiano puede estar tranquilo en la era Trump?)

¿Cuál fue la reacción del Gobierno tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre?

Empezamos a mirar los escenarios de política colombiana. Entonces, ajustamos toda la estrategia de 2016 para que este año, y el siguiente, Colombia pueda hacer parte de todos esos nuevos movimientos comerciales. Y no se trata de cualquier cambio, consideramos que se trata de un movimiento de placas tectónicas en donde están un Estados Unidos que promueve una mayor protección para el desarrollo económico y una Unión Europea que no sabe para dónde va. Una señal clara fue que el nuevo presidente estadounidense ya firmó la salida de su país del TPP y anunció que revisará los TLC con México y Canadá.

Así es, aunque Trump lleva pocos días en el poder ya empezó a dirigir ataques, ¿estamos en la mira?

No creo que estemos entre sus prioridades, en especial porque Estados Unidos nos manda más de lo que nosotros a ellos. Se esperan medidas respecto al comercio de México, Canadá y China, que representan más del 45 % de las importaciones estadounidenses. Y hay que tener en cuenta que las acciones que tome debe hacerlas con cuidado. Por ejemplo, hay cerca de 5 millones de trabajadores que dependen de los flujos de bienes y servicios al país azteca, es decir, hay una interconexión importante.

En caso de que se llegara a revocar el TLC con Estados Unidos, ¿hay algún estimativo sobre el impacto en la economía colombiana?

Lo primero es que no podemos especular sobre algo que ni siquiera sabemos si va a hacer el presidente Trump. Sin embargo, renegociar es viable, en eso estaríamos dispuestos a trabajar. Lo que vemos es que actualmente el TLC tiene beneficios tanto para Estados Unidos como para Colombia. Y hay que tener en cuenta que nuestras exportaciones solo representan el 0,8 % del total de bienes y servicios que le llegan a esta nación. Por lo que no vemos que seamos ni una prioridad ni una necesidad para el nuevo mandatario.

¿Qué tanto se puede revisar el TLC con Estados Unidos?

Este acuerdo de libre comercio es de última generación y tiene beneficios para ambas naciones. No vemos dónde se puede revisar. Lo que ha mencionado el presidente Trump es que buscan cómo generar una defensa comercial que apoye tanto a la industria interna como a su comercio externo, y consideramos que nuestro TLC tiene esos elementos.

¿Qué recursos legales tiene a la mano Colombia en caso de que Trump cancele nuestro TLC?

Nosotros, la verdad, no creemos que esto sea una prioridad para el presidente Trump. Sin embargo, al igual que Estados Unidos, Colombia puede poner defensa comercial. También podemos proponer revisar el acuerdo. De hecho, si se quieren cambiar los aranceles, se debe entrar a renegociar el TLC, de lo contrario el otro país estaría incumpliendo y estaría por fuera de las normas internacionales. Pero no creemos que vaya a pasar. Lo importante en todo este proceso es que el país y los empresarios continúen con su diversificación.

Hablando de eso, ¿nota a los empresarios que exportan asustados con Trump?

No, al contrario. Los exportadores ven las oportunidades. De hecho, una de las tareas que estamos realizando con Procolombia es buscando a más de 800 empresarios en Estados Unidos que actualmente le compran a China, México y Japón, para que podamos entrar con nuestros productos. Entonces, estamos ya tocando las puertas a estos compradores para presentarles nuestra oferta enfocada a que se logre una sustitución.

Entonces, ¿Colombia no tiene nada de que preocuparse en materia de comercio exterior con Trump?

Vemos oportunidades. Consideramos que Colombia puede llegar a reemplazar parte de los productos que México y China dejen de mandar tras las medidas que está tomando Trump sobre estos países. Hay 136 productos sobre los que tenemos ventajas comparativas reveladas y que pueden tener gran potencial en Estados Unidos: resinas, autopartes, textiles y confecciones, entre otros. Además, vemos una oportunidad real en la industria del vidrio, debido a que tenemos una partida arancelaria que no tiene ningún otro país.

¿Pero si la meta de Trump es cerrar el país, los productos colombianos no quedarían por fuera también?

Depende, hay insumos que ellos no producen y que no tienen la capacidad de desarrollar ni en el corto ni en el mediano plazo, pero que podrían conseguir mediante otro. En el caso del vidrio hay una situación interesante, pues hay algunas empresas americanas radicadas en Colombia que pueden exportar a Estados Unidos. A diferencia de México, Trump sabe que con Colombia tiene un superávit comercial, por lo que de nuestro lado todavía le cabe recibir importaciones.

¿Ya que Colombia podría salir beneficiado cubriendo el terreno que dejen libres las políticas de Trump en Estados Unidos, no podría hacer lo mismo en México y China?

En efecto. México y China van a buscar nuevos aliados. Colombia tiene balanza deficitaria con ambos países, por lo que debemos encontrar la forma de aprovechar esta coyuntura sin que la actividad económica local sufra en el proceso. ¿Cómo lo hacemos? Pues con la política de desarrollo productivo que venimos desarrollando a nivel regional, con la creación de cadenas productivas.

Y ahora que Estados Unidos dejó una vacante en el TPP, ¿Colombia debería unirse a este pacto comercial?

Hoy tenemos una oportunidad: podemos entrar a hacer parte de la negociación. Antes lo que se buscaba era adherir a lo que estaba acordado. Esta es otra de las estrategias, la de cómo Colombia empieza a mirar hacia el Asia-Pacífico, porque no nos podemos quedar solo con los vecinos. Somos uno de los países menos internacionalizados. La globalización no se va a acabar, pero sí cambiará y puede tomar muchos caminos.

¿Qué camino tomará Colombia?

La idea es que sigamos trabajando la globalización, seguir buscando nuevos acuerdos. También buscamos que entre los cuatro países de la Alianza del Pacífico entremos a negociar el brexit, el TPP, y tener acceso a nuevos mercados. Asimismo, todo esto vendrá acompañado de nuestras estrategias de desarrollo productivo interno, en especial en el tema regional.

Ya que menciona el desarrollo productivo, ¿cómo es la propuesta de los corredores turísticos?

Colombia tiene unos productos turísticos que se han venido desarrollando y están distribuidos en diferentes partes del país. Lo que queremos es utilizar las ciudades conocidas para atrapar a los visitantes y llevarlos a conocer otras regiones de la misma área. Un caso real que ya se está vendiendo es Cartagena. Si la gente sabe que desde Cartagena puede llegar a las islas del Rosario, a Mompox, a Montes de María y a todo el Caribe, los podemos enganchar. Hoy en día, el turista no busca un producto sino una experiencia.

¿Qué experiencias turísticas distintas están promoviendo?

No vamos a dejar de promocionar la cultura, el sol, la playa y la naturaleza, que son nuestros focos, pero tenemos un producto turístico que no hemos aprovechado y es el avistamiento de aves. En los 32 departamentos hay especies establecidas, tenemos 1.900 a nivel nacional, 79 endémicas y 183 semiendémicas. El Valle del Cauca tiene 854 especies, la misma cantidad que Estados Unidos. Los avistadores de aves de EE.UU. son 46 millones, gastan entre 3.000 y 4.000 dólares por su estancia de cuatro días, mucho más que un turista de sol y playa, que gasta 1.000. Por eso, si logramos traer el 1 % podríamos multiplicar las divisas que hoy tenemos.

¿El avistamiento de aves sería una iniciativa pública o privada?

En este momento es pública, pero queremos que sea público-privada. Estamos trabajando en las APP de turismo entre empresas y Estado, ya hemos desarrollado el turismo de bienestar, pero podemos juntar esfuerzos para desarrollar el avistamiento de aves. Parques Naturales es esencial en esta labor, tenemos que trabajar en una política adecuada con el medio ambiente, pero que permita al mismo tiempo el desarrollo económico de la región a través del turismo.

¿Cómo hacer para que estos proyectos beneficien a las comunidades?

Ya tenemos un piloto de turismo comunitario en La Macarena. Con el acompañamiento de expertos internacionales la comunidad se organizó y entre ellos se dividieron las tareas, unos se encargan del alojamiento, otros de los planes, otros de la comida, etc. En tres años, los habitantes de la región pasaron de tener 23 empleos relacionados con el conflicto, a generar más de 800. Queremos aplicar este modelo en otros destinos y para lograrlo necesitamos que las comunidades se empoderen y se capaciten en bilingüismo, en calidad, y se conformen cooperativas sostenibles para que puedan administrar los nuevos destinos.

Corredores como el de la Orinoquia tienen destinos de difícil acceso, ¿qué planes de infraestructura tiene en mente para mejorar la interconectividad?

El proyecto de los corredores turísticos está dividido en tres fases. La primera, son los destinos que ya están desarrollados. En la fase dos están los destinos que van adelantados pero necesitan más recursos del gobierno y de las empresas para ponerlos en marcha. La tercera fase son esos destinos de los que usted habla, los destinos del posconflicto, que hoy en día están totalmente vírgenes. No queremos que el año entrante tengan mucha afluencia de turistas. lo que queremos es tener el acompañamiento de la comunidad e ir avanzando poco a poco. la serranía del Chiribiquete, por ejemplo, es hermosa pero su acceso es imposible entonces tenemos que ver si se justifica proyectar ese destino.

¿Para incentivar el turismo comunitario sería útil Airbnb?

Dentro de la política de desarrollo del ministerio lo importante es que no haya informalidad ni ilegalidad. Por eso lanzamos la campaña “Turismo a lo bien” y “Desarrollo comercial a lo bien”. Además de establecer castigos y sanciones, asesoramos a las empresas en todo el proceso de formalización. El ministerio tiene la política, generó las sanciones, pero no tiene la potestad legal para ejecutarlas. Hay más de 800 sanciones en ocho departamentos del país y ninguna se ha materializado porque las autoridades legales no las ejecutan.

¿Ustedes están de acuerdo con Airbnb?

Los gobiernos no pueden ir en contra de los nuevos desarrollos tecnológicos, sería absurdo. Lo que sí tenemos que hacer es construir una regulación clara para que estas aplicaciones compitan equitativamente con el resto de establecimientos. De hecho tenemos una mesa de trabajo con Cotelco y Anato para lograr establecer las reglas adecuadas que regulen este fenómeno.

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Por Camilo Vega Barbosa/ Juan Miguel Hernández Bonilla

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