El bitcoin no es lo suficientemente anónimo para ser una moneda

La misma transparencia que garantiza la validez de las operaciones, también permiten averiguar si la moneda pasó anteriormente por manos sucias.

Bloomberg
01 de noviembre de 2016 - 08:32 p. m.
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El bitcoin ganó una multitud de adeptos entre anarquistas y traficantes de droga en todo el mundo gracias a su anonimato. Sin embargo, ahora parece que la moneda digital no es lo suficientemente anónima.

Véase el auge repentino de Zcash y Monero, dos criptomonedas nuevas que ofrecen confidencialidad en las transacciones. Cuando se introdujo Zcash la semana pasada, la demanda fue tan alta que sus fundadores se convirtieron temporalmente en multimillonarios en papel (1). Monero llegó a la fama después de que un conocido mercado en la web profunda -ese segmento de internet donde se vende cualquier cosa desde pistolas a herramientas para la piratería informática- agregó la criptomoneda como opción de pago.

Los recién llegados han visto una oportunidad en uno de los fallos del bitcoin: las empresas de analítica -apoyadas por ayudas estatales- se han vuelto muy hábiles en la exposición de la identidad de sus usuarios, los cuales deberían quedar ocultos mediante una clave pública que reduce su identidad una mera serie de números y letras. La identificación es posible porque todas las operaciones quedan guardadas en un registro público permanentemente, lo que permite a cualquiera ver el historial completo de cada bitcoin y todas las actividades de cada cuenta. Un solo pago a un distribuidor de internet puede bastar para revelar la identidad del usuario, lo que a su vez deja ver todo lo que una persona ha hecho con esa cuenta.

En otras palabras, la misma transparencia que garantiza la validez de las operaciones de bitcoin también permiten averiguar si el bitcoin de un usuario pasó anteriormente por manos sucias. Esta información es tanto una ventaja como un inconveniente. Es útil porque ayuda a los proveedores de servicios decidir si quieren a cierto individuo como cliente, basándose en estos datos, pero ello conlleva la responsabilidad de tener que llevar a cabo una verificación de estos clientes para evitar un tropiezo con la ley.

Por ejemplo, el Gobierno estadounidense ha externalizado ciertas tareas en la lucha contra la delincuencia al exigir a las instituciones financieras -entre ellas los mercados de divisas digitales- que cumplan la regulación en contra del blanqueo de dinero. El tráfico de drogas y la evasión fiscal pueden resultar difíciles de frenar en su origen, pero los que cometen estos delitos generalmente tienen que mover el dinero, por lo que los bancos y los mercados están en una posición ideal para identificar e informar sobre cualquier actividad ilícita.

A primera vista, podría parecer que las criptomoneda que protegen la privacidad se diseñaron precisamente para esquivar este tipo de controles. Monero mezcla múltiples operaciones para que un origen no se pueda asociar directamente con un destino. Zcash protege sus operaciones, y todo queda oculto excepto una serie de datos que demuestran que la transacción es válida (2). Bitcoin tiene previsto agregar alguna de estas características en el futuro.

Sin embargo, por mal que parezca, los desarrolladores no crean sistemas de pagos anónimos porque quieren ayudar a delincuentes a esquivar la ley. Lo hacen porque es la única forma en la que una moneda descentralizada puede funcionar. Si, por ejemplo, los usuarios tienen que evaluar la validez de cada bitcoin según su historial de transacciones, entonces una moneda puede valer más que otra y perdería la razón de su existencia.

El dólar tiene éxito porque, en general, casi siempre vale un dólar, respaldado por la fe plena y por el crédito del Gobierno estadounidense. Esto se aplica ya se trate de un flamante billete acabado de imprimir o de uno viejo y arrugado, ya tenga un historial prístino o bien haya pasado por las manos de Al Capone. Una moneda digital controlada públicamente no tiene ese estatus legal y probablemente nunca lo tenga, por lo que debe encontrar formas de lograr la misma calidad fungible.

Y el anonimato lo consigue, al evitar que los comerciantes o los proveedores de servicios, ante cualquier dato dudoso, se abstengan de respaldar el bitcoin utilizado. Casi siempre el objetivo de la protección a la privacidad es, en general, el de evitar los juicos externos. En un mundo ideal, se revela tan poca información que todas y cada operación válida se trata de la misma forma.

Las monedas descentralizadas surgieron porque había una demanda en el mundo de transacciones digitales sin tener que pedir permiso. La medida en la que esto facilita la actividad delictiva depende enteramente de la prevalencia de esta actividad delictiva en el mundo real. Y quizás ése sea un problema que debe abordarse fuera del sistema monetario.
 

Por Bloomberg

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