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“Los pobres sólo tenemos dos opciones: delincuencia o educación”

Esta semana Nancy Palacios Mena fue elegida como la mejor maestra del año por la Fundación Compartir.

Ángélica María Cuevas Guarnizo
17 de mayo de 2015 - 02:00 a. m.
La profesora Nancy Palacios Mena es magíster en sociología. / Nelson Sierra
La profesora Nancy Palacios Mena es magíster en sociología. / Nelson Sierra
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La primera vez que Nancy Palacios Mena se paró en frente de un grupo de alumnos, agarró la tiza y comenzó a dar clase tenía 14 años y estudiaba en el Instituto Femenino Integrado, en Quibdó, una de esas escuelas normales a las que el país les debe gran parte de sus maestros. Si ahora, con 36 años, sigue sonriendo como niña, no puedo imaginar cómo era en clase esta profe adolescente.
 
Con el tiempo viajó a Cali, estudió licenciatura en ciencias sociales y se internó en algunos de los rincones más peligrosos del norte del Valle para enseñarles a sus niños que la violencia no es el único destino posible.
 
En 2005, en la Institución Educativa Santa Ana de los Caballeros del recóndito municipio de Ansermanuevo, la magíster en sociología emprendió una aventura que esta semana la hizo merecedora del Premio Compartir al Maestro. Convirtió a sus alumnos en reporteros, los envió a las calles a investigar sus conflictos, a recopilar historia y memoria colectiva y los convenció de que podían cambiar esa cotidianidad marcada por la muerte, la plata fácil, el no futuro. Les entregó dignidad a “sus niños”, como los llama, que se sentían subvalorados porque su pueblo sólo producía cosas malas.
 
Es un orgullo ser la maestra del año en un tiempo en que la educación se volvío debate nacional...
Llevo 20 años enseñando y es la primera vez que escucho al país entero hablando de educación; habla el taxista, pero también el presidente. Creo que está llegando la hora de convencernos de que no puede haber otra prioridad. Yo siempre les digo a mis niños que los pobres tenemos dos opciones: la delincuencia o la educación. La delincuencia te hace feliz por un ratico, pero luego tienes que estar escondiéndote, pero la educación te puede hacer vivir mejor y muy orgulloso de lo que eres.
 
¿Es posible convertir a Colombia en el país más educado de Latinoamérica?
Sí, pero se necesitan compromisos en todos los niveles. Los maestros tenemos que romper con las prácticas tradicionales de enseñanza, el Gobierno tiene que entregar condiciones para enseñar con calidad y las familias tienen que comprometerse. Somos muchos los maestros que amamos nuestro trabajo. Profes que sacan de su salario para pintar el salón, para comprar la escoba. Pero esos maestros necesitan superar esas condiciones precarias.
 
Si tuviera el poder de la ministra Gina Parody, ¿cómo mejoraría la calidad de las aulas?
Monitoreando lo que pasa dentro. Eligiendo coordinadores que sepan del tema y sean sujetos de continua retroalimentación. Muchos compañeros han tildado la evaluación como “persecución”, pero no puede haber algo más enriquecedor para el maestro que las buenas recomendaciones. Varios maestros coincidimos en que el Ministerio debe liderar ese proceso de evaluación, porque las secretarías de Educación están tan politizadas que lo que se piensa en Bogotá termina reducido a nada si ellas lo ejecutan. Se necesitan secretarios más técnicos y menos politiqueros.
 
¿Cómo imagina una escuela del posconflicto?
La esperanza de muchos maestros es que la plata que se está yendo a la guerra se redistribuya en las escuelas. Necesitamos infraestructura, material didáctico y tecnología. Es que en Colombia todavía hay mucho salón con piso de barro. Es una tristeza. Las escuelas tienen que ser ambientes reales de convivencia, donde los niños quieran conversar y opten por el diálogo como la manera de solucionar los problemas. Nuestro reto es formar una generación de colombianos que no quieran ser violentos porque comprenden que esta violencia sólo nos ha traído atraso.
 
¿Apoyó el paro de maestros?
Yo hace mucho no paro. Como tengo permiso para estudiar, me siento en la obligación de seguir. Además el tiempo no alcanza, nuestros niños en los colegios públicos estudian muchas horas menos que los de los privados, no es justo dejarlos sin horas. Frente a las peticiones del sindicato, creo que se tiene que lograr un equilibrio entre lo que se exige y lo que se da. Acá hay gente a la que le pagan muy mal, pero la discusión no sólo puede ser salario, sino también cómo el maestro se va a comprometer con la calidad.
 
¿Se siente representada por Fecode?
El sindicato necesita una renovación, gente que exija mejores condiciones laborales, pero que también se comprometa a mejorar y que estén preparados para dar los complejos debates sobre pedagogía que está necesitando el país. Quisiera un sindicato que, por ejemplo, defendiera nuestros espacios para estudiar, no se imagina lo complicado que es que un colegio público nos entregue tiempo para profesionalizarnos.

Por Ángélica María Cuevas Guarnizo

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