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Esta semana la Universidad de los Andes decidió no renovar el contrato de una de sus profesoras asociadas de literatura, la escritora Carolina Sanín. El principal argumento expuesto por las directivas es que la docente afectó la convivencia entre los miembros de la comunidad estudiantes, profesores y egresados con varios de sus comentarios. Lo hizo con algunos comentarios como que la universidad cultiva una “cultura carcelaria” y cría delincuentes. (Vea: Uniandes explicó por qué despidió a Carolina Sanín).
El debate en redes sociales, en los pasillos de la universidad, en medios de comunicación ha sido intenso. El Espectador le preguntó a varios estudiantes de la carrera de derecho de la misma universidad qué opinaban sobre el caso.
Alejandro Moya, egresado en 2012, cree que se está pasando por alto que tanto Sanín como el grupo de los Chompos (un grupo de estudiantes que publica comentarios racistas y sexistas en internet) cometieron faltas a los reglamentos (el de estudiantes y el de profesores): “ofendieron a miembros de la comunidad y dañaron la imagen de la institución que los une”. La diferencia, para él radica en los objetivos. Mientras los chompos se burlan y disfrutan con el sufrimiento ajeno, Sanín hizo una crítica a cómo está creciendo la Universidad y el tipo de educación que está impartiendo. “Ambos merecen una sanción”, cree Moya, “los estudiantes, quizá, la expulsión y Sanín una amonestación. Hay personas que consideran que ella no debería ser sancionada en lo más mínimo. A mí eso me parece desacertado, pues ella es docente y, como tal, tiene un mayor grado de responsabilidad. Se espera que sirva como modelo de conducta dentro y fuera de clase. Razón por la cual, cualquiera de sus declaraciones tiene mayor eco y debe ser analizada con una lupa distinta”.
Luisa Ferreira dice que “uno puede diferir o estar de acuerdo con Carolina Sanín. Pero el debate es, ¿Puede la Universidad sancionar con despido la actuación de Carolina? He oído a la gente justificar la sanción con base en un argumento de rechazo a la violencia que contenían ciertos pronunciamientos de Carolina. Creo que el problema está en la definición de violencia. Estoy de acuerdo en que el la violencia debe ser SIEMPRE (posición política de la que provenga) rechazada. Sin embargo, yo no entiendo la reacción de Carolina Sanín como violenta o irrespetuosa. Haber criticado conductas discriminatorias de estudiantes y ciertas políticas institucionales no la convierte en una persona violenta. Adicionalmente, recuerdo estándares internacionales sobre libertad de expresión (interceder lo menos posible en la restricción al derecho). La actuación de la Universidad se acerca mucho a la censura”.
Gabriela Eslava, otra egresada reciente de derecho de los Andes opinó que “despedir a Carolina Sanín por dar su opinión en un debate público vulnera su libertad de expresión y se configura como una forma de censura. Además no sólo la revictimiza sino que también empobrece el debate y afecta el propósito de una universidad como espacio donde debe promoverse la libre circulación de ideas. Con esto se sienta un precedente nefasto y se manda un mensaje a la población estudiantil en el que el disenso no es permitido en la universidad”.
Una egresada que prefirió que se revelara su nombre cree que uno de los problemas con el despido de Carolina Sanín es la sensación de arbitrariedad que deja en términos de que los Andes es un espacio donde la libertad de expresión vale pero no cuando se trata de criticar a los Andes. “Puede que sea así, y si lo es, es gravísimo, porque es una institución educativa, que tiene (y debería tener) como uno de sus pilares fundamentales la libertad de pensamiento. Pero también puede ser, que los Andes, a pesar de que si entiende la importancia de esos valores considera que una persona que es parte del profesorado, y que es una figura pública (puede ser distinto hablar mal de los Andes en privado o, incluso en los Andes) lo diga en público y la universidad considere que ese tipo de comportamientos, son intolerables porque son ofensivos, porque la afectan a ella y sus estudiantes”.
Para Nicolás Forero, quien se graduó este año como abogado de los Andes, comentó que “el despido de Carolina Sanin desafortunadamente se da en un contexto donde el efecto termina siendo la legitimación del discurso discriminatorio de las personas que persiguen y matonean a estudiantes Uniandinos en razón a su orientación sexual, género, raza etc. La universidad ha creado un peligroso precedente, que demuestra su mal manejo de la incomodidad hacia las críticas”.
En el debate han terciado muchos profesores. Pablo Kalmanovitz, matemático y profesor de ciencias políticas, escribió en su cuenta de Facebook que lo “que realmente daña el nombre de la Universidad de los Andes es que despida a sus profesores de planta por sus declaraciones públicas sobre la Universidad. ¿A qué tanto le teme el rector Pablo Navas? ¿Por qué cree que la Universidad es tan vulnerable a tales declaraciones? ¿Por qué cree que tiene que tomar medidas tan extremas? La imagen de la Universidad se construye sobre el arduo y lento trabajo de investigar, publicar y enseñar, no sobre declaraciones en programas frívolos de radio o posts en FB. Qué pésimo mensaje de los directivos a la comunidad uniandina, a sus profesores y estudiantes, y qué pésima intervención en el debate público nacional sobre la educación superior”.