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Panamá al desnudo

Estas son las maniobras de políticos, empresarios y deportistas para esconder patrimonio en el paraíso fiscal y evadir impuestos en sus países de origen. A 850 colombianos se les relaciona con firma experta en empresas de papel.

Especial de Connectas
03 de abril de 2016 - 09:00 p. m.
Panamá al desnudo
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Siempre se ha dicho que los paraísos fiscales están repletos de dólares con aroma colombiano. Fortunas construidas a punta de cargamentos de cocaína, tráfico de armas, extorsiones, secuestros y desfalcos millonarios al erario. Pero la realidad es que en Colombia no solo los sospechosos de siempre tienen dinero en estos países de reputación incierta y secretos de acero. A juzgar por los archivos obtenidos por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, compartidos por el International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ) e investigados por CONNECTAS, las fortunas ocultas en estos destinos provienen mayoritariamente de personas con importante notoriedad en la vida empresarial, social y pública del país.

La información es parte de las revelaciones de Panama Papers, una gigantesca filtración de información que a través de 11.5 millones de documentos, expone la operación de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca, cuya función principal es la de abrir empresas de papel en paraísos fiscales, lo que facilita ocultar el rastro del dinero y evadir la vigilancia de las autoridades (Vea más en detalle: Las claves de Mossack Fonseca). El mayor activo de esta empresa es el de guardar el secreto de quienes participan de estas transacciones, algo que queda expuesto con esta investigación periodística global, que tuvo acceso a 2.6 terabytes de información, con detalles de más de 14.000 de sus clientes, y que fue revisada por un centenar de medios en 77 países.

En Colombia, la firma -conocida también como Mossfon o sencillamente MF-, ocupa el tercer piso de un sobrio edificio de grandes ventanales en la carrera 14 con calle 93 de Bogotá. Ahí reposan los secretos de más de 800 inversionistas colombianos que han pasado por las manos del discreto bufete panameño. En su gran mayoría clientes de Bogotá, Medellín y Barranquilla. Aunque el número puede ser superior, pues gran parte de las empresas ficticias se esconden detrás de acciones al portador. Es decir que el nombre de los verdaderos dueños no aparece por ningún lado, lo que hace dificil su rastreo. Hay además colombianos que registraron sus operaciones en las sedes de MF en Miami, directamente en Panamá o en cualquiera de las más de 40 oficinas que el bufete tiene en el mundo (Vea más en detalle: El Guardallaves).

En Colombia tener empresas en un paraíso fiscal no es en un delito en sí mismo. El problema es que el dinero tenga un origen ilícito, o que no se declare ante la DIAN. Por la reserva tributaria no hay forma de acceder al registro de contribuyentes de Colombia, de ahí que esta investigación periodística no tiene como señalar ilegalidad alguna en ningún caso. La mayor parte de los documentos de Panama Papers son el reporte habitual de operaciones comerciales y en una parte de ellos no se detalla con claridad quienes intervienen

Son múltiples las razones para tener recursos a través de empresas fachada. Van desde la facilidad para el manejo de operaciones internacionales, la prudencia para no dejar un patrimonio expuesto a la delincuencia o como una forma de ocultar riquezas en procesos de separación o sucesión. Y por supuesto las que encienden las alertas de las autoridades: ocultar dineros de origen ilícito y evadir de impuestos. Es por eso que cada vez más a nivel global se persigue con mayor severidad los llamados capitales offshore.

En 2014 Colombia buscó coger el toro por los cuernos al declarar a Panamá como paraíso fiscal. Así quienes tuvieran transacciones con este país deberían pagar impuestos tan altos, practicamente impagables por una actividad legal. Pero el Gobierno no soportó la presión. Por un lado la ejercida por el Gobierno del istmo, y por el otro, la de grandes ‘cacaos’ colombianos que pusieron contra las cuerdas al presidente Juan Manuel Santos por una medida que consideraron se había implementado a la ligera. La imposición duró un par semanas y como fórmula salomónica se acordó una mesa de negociación. El punto central de Colombia es lograr información de quiénes son los colombianos con inversiones en ese país, para buscar que paguen sus impuestos .

Ha pasado más de un año, se han anunciado prórrogas a los tiempos propuestos, y se ha compartido la sensación de que las conversaciones avanzan por buen camino. Sin embargo, CONNECTAS logró establecer que están en un punto muerto. Ambos países llegaron sin acuerdo a sus “líneas rojas”, que en el argot de estas negociaciones corresponde a los inamovibles. Colombia mantiene el espacio, pues no quiere reabrir de nuevo la tensión política internacional con el vecino país, ni quiere debilitarse con los empresarios colombianos de quienes necesita respaldo para sacar adelante las negociaciones con la guerrilla.

Ahora con las informaciones de Panama Papers se revela que las trabas para llegar a un acuerdo entre Colombia y Panamá en materia tributaria tienen un componente adicional. Varios de los principales negociadores y voceros diplomáticos del Istmo están metidos hasta la coronilla en el negocio de las empresas offshore.

Los negocios de los negociadores

Más allá de las posturas tributarias que defiende cada país, una de las razones que explicaría la falta de avance en las negociaciones pasa por los estrechos vínculos de al menos tres de los protagonistas de la mesa de lado panameño con la constitución de empresas de papel. Se trata del vicecanciller Luis Miguel Hincapié, el asesor de la Cancillería, Gian Castillero, y el abogado Raúl Castro. Ellos, además de participar en las negociaciones con Colombia, también están en las conversaciones que Panamá adelanta con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (Vea más en detalle: Los negocios de los negociadores).

En los hallazgos periodísticos se evidencia cómo estos negociadores están vinculados a cientos de empresas. En la mayoría es evidente que sus directores no son empresarios, sino prestanombres. Incluso, algunas de esta firmas fachada han resultado involucradas en escándalos internacionales (Vea más en detalle: Los empresarios de papel).

En el Istmo no es extraño el doble rol de negocios y política. Actividad que se concentra principalmente en la élite panameña. “Es un país chiquito”, repiten los locales, y según hace carrera, como son pocos los preparados para ocupar altos cargos entonces es normal que los abogados de las firmas prominentes o los empresarios exitosos sean quienes gobiernen. El argumento parece ser: lugar chico, poca gente, muchos cargos.

Por esta vía es que en la élite de Panamá no despierta la más mínima inquietud que Ramón Fonseca Mora, fundador y dueño de Mossack Fonseca & Co., sea Ministro Consejero y presidente del partido de gobierno de Juan Carlos Varela, su entrañable amigo. Hace dos semanas pidió licencia como Ministro Consejero cuando MF se vio involucrada en el caso de corrupción que lanzó a los brasileros a las calles. Su hijo, Eduardo Fonseca Ward, fue designado en septiembre de 2014 como cónsul general en Dubai, Emiratos Árabes Unidos. Mientras su hermano, Alfredo Fonseca Mora, es director General de Autoridad Aeronáutica Civil desde agosto de 2014. Por su parte, su socio, Jurgen Mossack, integra el Consejo Nacional de Relaciones Exteriores.

Son varios los que han buscado sacar el mejor provecho de la forma como Panamá esconde sus secretos, más aún cuando el salvaguarda es la firma del que le habla al oído al Presidente de la República. Marcelo Odebrecht, el exCEO de la multinacional constructora brasilera y cuyo escándalo de corrupción tiene a la presidente Dilma Rouseff en el centro de la controversia, el expresidente sirio Bashar al Assad, el dictador libio Muammar Gaddafi o el empresario argentino amigo de los Kirchner, Lázaro Báez, son algunos de los que quisieron sacar partido. Al final se zambulleron en escándalos de corrupción internacional por lavado de dinero y con eso pusieron en la mira a Mossack Fonseca (Vea más en detalle: Todos en la cama)

A diario cientos de personas abren empresas en las sucursales que estos bufetes tienen por todo el mundo. Solo llenan algún formulario y firman un contrato. En tres o cinco días tendrán una sociedad sin su nombre a la vista: una máscara para moverse en el sistema financiero y girar grandes sumas bajo un secreto infranqueable y sin pagar impuestos. A su vez esta empresa puede buscar otros destinos con los cuales proteger aún más su secreto. Estas firmas se encargan de abrir sociedades en Bahamas, Islas Vírgenes Británicas, Nevada, Luxemburgo o cualquiera de los destinos laxos en regulación y que permiten mover fortunas de un lugar a otro para despistar cualquier tipo de control.

Comenzar una empresa cuesta unos 350 dólares para los pagos en el Registro Público de Panamá, los honorarios de los abogados y un capital de inversión inicial de 10.000 dólares. ¿Quiere que su nombre no figure? Claro, quédese tranquilo que aquí ni los directores ni los dignatarios, que son los que figuran, tienen que ser accionistas, que son los verdaderos dueños. ¿Quiere una cuenta bancaria? Cómo no, hay asistencia para la apertura a nombre de la sociedad ya sea en Panamá o el extranjero. ¿Cuánto? Calcule unos 1.250 dólares. ¿Quiere olvidarse de esa empresa y que MF se encargue de los contratos, la presentación de actas, el pago de tasas? La firma ofrece servicios legales de hasta 10 horas por mes desde 1.700 dólares. Si el tiempo de dedicación lo excede, le pasa factura por hora. ¿Quiere residencia o permiso para trabajar en Panamá? Puede obtenerlo por 2.250 dólares. ¿Una compañía en Islas Vírgenes Británicas (BVI?) También, por un costo base de 910 dólares más 400 por mantenimiento. ¿Quiere montar una estructura internacional, que conecte empresas en Panamá con otra en UK o Islas Vírgenes o Hong Kong o Seychelles o todas esas juntas? Por supuesto que sí, se le tiene!.

Ramón Fonseca defiende su negocio con una metáfora: "Es como un carro: usted compra uno, la agencia le dice que es el agente de esa marca, que lo lleve a hacer chequeo cada seis meses, pero usted se lleva el auto. Usted hace lo que sea con él. Si roba con él, eso no es culpa de la agencia, ni de la fábrica. Nosotros somos agencia y fábrica. Construimos sociedades y las vendemos, y la persona que la compra es la responsable", dice.
Sin embargo, en los documentos revelados de la estructuras transnacionales de Mossfon se evidencia que sus consejos en más de una oportunidad parecen haber cruzado la línea, pues prestan asesorías sobre cómo utilizar estas empresas para justificar cuentas y mucho más que lograr las denominadas “eficiencias tributarias”.

A su servicio

Uno de los servicios que Mossfon ha acompañado es el que denominan “refacturación”. Se trata de emitir facturas por servicios a través de empresas de papel para así justificar gastos en empresas colombianas. De no prestarse el servicio, por esta vía se estarían incluyendo gastos inexistentes en las contabilidades y así se reducirían los impuestos a pagar por utilidades. Así lo explica un empleado de MF a un cliente: “Le mencionamos nuevamente el tema de refacturación para que se lo proponga al gerente y puedan sacar los excedente de dinero de la compañía”. En la jerga de MF, el objetivo era “despatrimonializarse en Colombia”. Con mensajes como estos, es claro que lo que se busca es quedar por fuera del radar de la DIAN.

En las revelaciones hechas por CONNECTAS, se ve como se da la orden para emitir facturas en operaciones similares desde sociedades constituidas en Nevada, Panamá e Inglaterra. Aunque en la mayor parte de los mensajes los empleados de MF son cuidadosos de no mencionar los nombres de los clientes, no lo son tanto con el tipo de transacción ofrecida (Vea más en detalle: Filtros maltrechos).

En una reunión con un abogado colombiano, los empleados de MF relataron: “Habíamos quedado pendientes en revisar un tema de refacturación que le envié propuesta, pero el cliente desafortunadamente ya había sacado algunos montos y sustentado algunas partidas. Entonces concluimos que lo mejor era hacerlo para un próximo monto ya que podría ser muy visible ante la DIAN, para el mismo cliente y un riesgo para nosotros emitir una factura por un dinero que ya no está”.
De forma similar intercambian mensajes de otra reunión que “tuvo como objetivo confirmar e iniciar una refacturación por USD 1.750.000. Enviamos ya las primeras facturas con fecha 30 de Junio, esta refacturación va de junio a diciembre en pagos mensuales.

El concepto de la factura a emitir es: Servicios y Consultoría en Investigación de Mercados . Utilicemos cualquiera de las compañías de Nevada. Circulante S.A $ 875.000 US$

El Concepto de la factura a emitir es: Concepto consultoría asistencia técnica en sistemas para países de Centroamérica y el Caribe
Utilizamos la compañía de Panamá. Para un total de USD 1.250.000”.

Así aparecen varias referencias a asesorías tributarias a empresarios “puesto que se han dado cuenta por los últimos años que el negocio está duplicando utilidades”.

Otro método para evadir el control es usar las empresas fantasmas para que estas adquieran bienes colombianos. Un empleado de MF explica el traspaso de las riquezas de una constructora a compañías en paraísos fiscales: “Están interesados en realizar una planeación tributaria con el fin de poder esquematizar de forma adecuada las ventas de los bienes a la sociedad offshore, los negocios de construcción que tienen y las rentas que sus bienes inmuebles están produciendo”.
Estos caminos financieros poco convencionales eran parte del día a día de MF. En un correo, comentan una reunión con un abogado, donde se sentaron a “revisar cual era la mejor forma de sacar el dinero del cliente como una inversión extranjera de colombiano afuera, para luego ese dinero pasarlo a la cuenta de una de las panameñas y traer nuevamente la plata Colombia como capitalización de la SAS”.

Las empresas fantasmas también son prácticas cuando se trata de repatriar dinero a Colombia. Según el Banco de la República, casi 30 por ciento de las inversiones extranjeras directas de Colombia vienen de paraísos fiscales. Aunque algunos podrían pensar que esto muestra que la economía nacional es atractiva, la realidad puede ser que dinero que evadió impuestos en Colombia vuelve a su dueño en el país.

Así se evidencia en una comunicación con un cliente: “Tiene un dinero fuera del país desde hace varios años que quiere traerlo para comprar unos bienes, y la mejor vía sería hacerlo a través de una sociedad panameña la cual traería el dinero como inversión extranjera en Colombia”.

La triangulación es justamente otra de las figuras usadas para evadir impuestos. Es práctico cuando se importa un producto desde otro país, pero la transacción financiera transita por un tercer país donde no se pagan impuestos. En un correo de marzo de 2011, MF describe una reunión con unos clientes que “necesitan una compañía en Panamá porque están trayendo de China unos equipos para gimnasia y entrenamiento físico todo encaminado al corazón, por tal razón quieren que China le facture a Panamá y Panamá a Colombia para poder dejar el margen de ganancia en Panamá”.

En otro correo, MF habla de un cliente que “está ingresando en los negocios de carbón como intermediario entre la industria Colombiana y los compradores internacionales. Debido a sus negocios está interesado en constituir una sociedad en Panamá, que pueda ser el centro de la triangulación de sus importaciones y exportaciones, y así mismo apertura de una cuenta para recibir algunas comisiones por la venta del carbón fuera de Colombia”.

En otra modalidad, uno de los empleados de MF describe un proceso de licitación, donde los verdaderos accionistas no querían ser públicos y preferían que los directores fantasma que les ofrecía MF pusieran la cara para evitar problemas en una negociación con el Estado. Un abogado del bufete panameño lo describe así: “En la reunión de hace una semana yo les había propuesto una compañía con directores nuestros, pero ya entendiendo que en el momento de una licitación en Colombia ante entidades gubernamentales, quedan al descubierto los accionistas, y ellos por ser médicos no pueden estar en esta clase de procesos por temas de inhabilidades, razón por la cual les ofrecí una compañía en BVI completamente administrada, que les pareció la solución perfecta”.

También hay quienes buscaban que MF resguardara secretos financieros frente a posibles disputas familiares. Qué mejor que una empresa de papel en un paraíso fiscal para esconder los bienes en una pugna familiar. En junio de 2010, MF se reunió con un abogado y “un par de clientes que están interesados en estructurar alguna figura que les permita en primer lugar evitar cualquier tipo de sucesión puesto que su madre murió y su padre tiene hijos, fuera del primer matrimonio”. En otra asesoría MF comenta “su abogado le sugirió mover algunos bienes a otra sociedad de afuera para evitar que entraran en cualquier liquidación de sociedad conyugal”.

Para abrir una empresa fantasma, el cliente tiene que enviarle a MF su pasaporte, un certificado bancario y una prueba de domicilio. En las oficinas de MF le hacen una “due diligence”, una especie de estudio previo que incluye una búsqueda en bases de datos del FBI, de Interpol, de los Servicios Secretos de Estados Unidos y de páginas especializadas como WorldCheck y WorldCompliance.

El paso siguiente es clasificar los candidatos a clientes en varias categorías que incluyen los PEPs (Politically Exposed Person – Persona Expuesta Políticamente), que se refiere a las personas que por sus actividades están ligadas de alguna manera al mundo de la política o que son suceptibles de controversia pública. Cuando un cliente se vuelve complicado de manejar, se emite lo que llaman un reporte de actividades sospechosas (Suspicious Activity Report).

Es claro sin embargo o que los filtros son demasiado laxos o que al final, los reportes y las recomendaciones sobre un nuevo cliente no son definitivas. Hay decenas de personas que han estado o están en posiciones públicas destacadas. Además de clientes internacionales que han tenido algún roce con la justicia. Casos de reconocidos dictadores, por ejemplo, con los que no hace falta tener acceso a una base de datos de Interpol para darse cuenta de su condición. Aunque el bufete de abogados muchas veces reacciona y pide explicaciones a sus clientes, por lo general es algo a posteriori.

Según la propia OCDE, “el sistema tributario colombiano sufre de altos niveles de evasión en paraísos fiscales que muchas veces pasa por trasferir recursos a Panamá o a islas del Caribe. La evasión ha sido incitada por tasas impositivas muy distorsionadas, las actividades ilegales y la inestabilidad por el conflicto armado”.
Para el economista Salomón Kalmanovitz, uno de los problemas es que “las capacidades investigativas y operativas de la agencia tributaria (DIAN) son débiles, ha sido presa de la corrupción, la legislación prohíja el ocultamiento de la riqueza y no existe cárcel para los que defraudan el fisco”.

No se sabe con certeza a cuánto ascienden los activos de colombianos escondidos en países como Panamá, las Islas Vírgenes Británicas, Islas Cayman, Barbados, Seychelle o Bermuda. En reportes oficiales y académicos figuran cifras van desde los 238 billones de pesos a los 95 billones. Pero sea cual sea el monto real, es una cantidad vertiginosa que ayudaría a resolver los agudos problemas fiscales que aquejan a Colombia.

Las revelaciones de las operaciones de Mossack Fonseca son las terceras en su tipo tras investigaciones lideradas por el International Consortium of Investigative Journalists. En 2013 publicó Offshore Leaks, que expuso 130.000 cuentas secretas en paraísos fiscales, en las que había un puñado de colombianos. Los nombres de ellos están en una base de datos abierta desde esa fecha y a la que se sumará en los próximos días la totalidad de los colombianos de las actuales revelaciones. En 2015, lideró una investigación que expuso las cuentas de miles de personas en la sede suiza del banco HSBC. En Colombia había 286 clientes, algunos con montos de decenas de millones de dólares, principalmente clanes familiares (Ver más en detalle: Negocio de familia). Sin embargo, pese al impacto de estas investigaciones periodísticas en la opinión pública en Colombia no se ha hecho público qué avances han tenido las autoridades competentes con esta información.

Es común el argumento de la excesiva confidencialidad financiera por los problemas de seguridad que ha sufrido el país. La realidad es que estas investigaciones periodísticas han demostrado que para miles de colombianos los paraísos fiscales, las cuentas secretas, las triangulaciones financieras son una manera de evadir impuestos, esconder dineros calientes y ocultarse de las autoridades fiscales y legales. Un desangre al erario que tiene que parar.

Archivos obtenidos por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, compartidos por el International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ) e investigados para esta nota por CONNECTAS, es publicado en EL ESPECTADOR gracias a un acuerdo para distribución de contenidos.

 

 
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