La rebelión de las ciudades santuario

El presidente de los Estados Unidos firmó una orden ejecutiva para negarles fondos federales a las ciudades santuario por negarse a obedecer sus políticas antiinmigrantes.

Redacción Internacional
25 de enero de 2017 - 10:43 p. m.
Rahm Emanuel, alcalde de Chicago, una de las mayores ciudades santuario de Estados Unidos.  / AFP
Rahm Emanuel, alcalde de Chicago, una de las mayores ciudades santuario de Estados Unidos. / AFP
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Donald Trump ha dicho que quiere un país unido pero acaba de tomar una decisión que, seguramente, va a profundizar la polarización en Estados Unidos: el presidente electo firmó una orden ejecutiva para negarles fondos federales a las llamadas ciudades santuario: aquellas que protegen a los inmigrantes, por ejemplo, al negarse a imponer algunas medidas antiinmigrantes como las que ha propuesto el presidente Trump. Se trata de ciudades, en su mayoría, gobernadas por demócratas y con una población importante de inmigrantes que se han opuesto a Trump, incluso, desde antes de que fuera elegido presidente. 

No son ciudades cualquiera. Las tres mayores ciudades de los Estados Unidos, en lo que a población se refiere, y su capital hacen parte de estas ciudades santuario a las que Trump amenaza con recortarles el dinero que el gobierno les manda. La lista la completan ciudades como San Diego, San Francisco, Miami, Seattle, Houston, Phoenix, Austin, Dallas, Detroit, Salt Lake City, Minneapolis, Baltimore, Portland, Denver y todo el Estado de New Jersey. Y la lista sigue creciendo. Hace una semana, Santa Ana, en California, fue declarada ciudad santuario. 

Por ahora no es muy claro cómo va a hacer Trump para recortar los fondos federales de estas ciudades. Hay varias sentencias de la Corte Suprema de Justicia que protegen a estas ciudades. Por ejemplo: el gobierno federal no podría recortar sino aquellas fondos relacionados con inmigración y el recorte no puede ser tal que ponga a la ciudad en crisis. Para algunas ciudades, como Washington, los fondos federales representan casi una tercera parte del presupuesto de la ciudad. 

Pero, en el fondo, hay una pelea de visiones entre un Estados Unidos rural y otro urbano. En el primero Trump se impuso con holgura; en el segundo fue Hillary Clinton la vencedora. En el primero hay cierto recelo hacia los migrantes; en el segundo hay una mayor apertura. Y eso lo evidencian las declaraciones que han hecho varios alcaldes de estas ciudades santuario, como, por ejemplo, el de Chicago, Rahm Emanuel: "Aunque cambien los Gobiernos, nuestros valores y compromiso de inclusión no lo harán".  O las de la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser: "Los valores, leyes y políticas de Washington no cambiaron el día de las elecciones. Celebramos nuestra diversidad y respetamos a todos los residentes de DC sin importar su estatus migratorio". La pelea apenas comienza. 

Por Redacción Internacional

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