Publicidad

Mujer golpeada por el 'Bolillo' Gómez: "yo no soy ninguna prepago"

Tras varios años de silencio, salió del anonimato Isabel Fernanda del Río Maya, la mujer que recibió una golpiza del técnico Hernán Darío el ‘Bolillo’ Gómez.

Norbey Quevedo Hernández
23 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
Isabel Fernanda del Río Maya tiene 35 años y busca reivindicar los derechos de su hijo, cuyo padre dice que es Hernán Darío Gómez. / Fotos: Óscar Pérez
Isabel Fernanda del Río Maya tiene 35 años y busca reivindicar los derechos de su hijo, cuyo padre dice que es Hernán Darío Gómez. / Fotos: Óscar Pérez
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

 

En agosto de 2011, el técnico de fútbol Hernán Darío el Bolillo Gómez se vio envuelto en un escándalo por la golpiza que le propinó a una mujer con la que departía en un bar del centro de Bogotá. Un asunto que derivó en su renuncia al cargo en la selección nacional. La mujer, que fue víctima de los golpes, permaneció durante varios años en el anonimato y cargando el lastre de ser señalada como una prepago. Hoy, tres años después del incidente, decidió hablar con El Espectador para contar quién es realmente, qué fue lo que pasó esa noche y cuál es el alcance de su relación con Gómez.

¿Quién es Isabel Fernanda del Rio?

Soy una mujer trabajadora, madre, hoy trabajo ayudándoles a muchas personas a interpretar su historia de vida. Desde el amor le ayudo a la gente a interpretar todo. Me surgió luego de un accidente de tránsito que tuve hace 14 años, en 1999, cuando tenía 16 años. Allí comienza toda mi historia. Cuando conozco a Hernán Gómez me da algo y tengo que buscar ayuda sicológica. En ese proceso me encuentro con algunas cosas que me faltaban de mi infancia y en mi sicóloga encuentro respuestas a muchas cosas que nunca pensé. Siempre mi pelea fue dejando a Hernán Gómez.

¿Cómo conoce a Hernán Darío Gómez?

¿Qué impresión le da cuando lo ve por primera vez?

Nunca me gustó. Encontré a un hombre con unos comentarios muy fuertes. Hablaba sobre las mujeres de forma muy despectiva. En ese momento él andaba con su pareja, que es la actual; ellos estaban terminando sus relaciones porque ambos eran casados. A ellos los descubren, eran amantes y los encuentro en una pelea. Por eso nunca me imaginé que iba a tener algo con él. Pero un día que mi jefe tuvo un viaje a Estados Unidos, Hernán Darío llamó y me dijo que si mi jefe “Guanabana”, como le dicen, estaba, que él iba a pasar a ver unos partidos en su oficina, que si había dejado las llaves. Me preguntó a qué hora salía yo. Le dije que a las 5 y 30 p.m. La secretaria se dio cuenta y me dijo: “te está echando los perros”.

¿Y qué pasó luego?

Que efectivamente llegó. Se sentó y empezó a contarme su historia. Me dijo que era un hombre muy sólo a pesar de que era un hombre muy famoso. Aunque no me gustaba, me conmovió mucho su sinceridad y sencillez. Al día siguiente me invita a almorzar a las afueras de Medellín y llegamos a un lugar, era una cancha como en arena, nos pusimos a ver el partido y nos tomamos una cerveza. Me pareció un acto de sencillez de un hombre que en ese momento era técnico de la selección de Ecuador. A partir de allí empezó la atracción porque sentí que era un hombre noble. Ese día me dijo que había terminado con su novia. Luego vinieron las llamadas, empezamos a vernos, a hablar y a encontrarnos. Pero al mismo tiempo comenzó una relación con altibajos. Yo quería y no quería estar. Él tenía 46 años y yo 22. Me atraía demasiado y a veces no entendía por qué. En la relación empecé a llorar mucho al punto que acudí donde la sicóloga. Es que me empecé a enamorar desde que salí con él.

¿Ella que le dijo?

Empezó a quitarme esa figura en la que yo veía a Hernán Darío también como un papá. Porque él me llamaba y de inmediato, sin importar donde estuviera, allá llegaba para estar con él. De esta situación también le comenté a mi pareja de ese momento, José, quien me dijo: “No importa, yo te ayudo”. Incluso me propuso matrimonio. Mis amigas también me decían que dejara a Hernán Darío, que no me convenía. Y empecé a recordar lo que pasó con mi padre, un gran papá pero un mal marido, toma trago, violento, de clase media en una familia conformada por cinco hermanos y cuatro hermanas. Fue una familia disfuncional por el alcoholismo de mi papá, quien finalmente se suicidó. Con todo esto empecé a sufrir. Lo que sentía por Hernán era algo más fuerte que mi propio cuerpo, pese a que era una relación de ires y venires. La sicóloga luego me mandó a otro especialista con quien empecé a trabajar el tema de la percepción extrasensorial y a buscar ayuda en los ángeles.

¿En el primer año de relación cuantas veces salieron?

Nosotros nos encontrábamos en un apartamento de él. En algunos encuentros salíamos, pero en general siempre todo fue muy de puertas para adentro, porque por asuntos de trabajo el grupo de sus amigos se fue reduciendo para salir. Entre tanto yo luchaba con mi novio para no estar allí y sacarme de la cabeza a Hernán. Por eso, en 2007, cuando tenía 27 años, tomé la decisión de casarme con mi novio José Lenis, con quien encontraba equilibrio.

¿Y se casa con José teniendo una relación con Hernán qué tenía una relación?

Yo creía que casándome llegaría la solución. Le cuento a Hernán Darío y él me dice que muy bueno el matrimonio. Yo esperaba que me dijera que no, pero me respondió muy tranquilo. En ese momento él ya estaba como técnico en Guatemala, y una hora antes del matrimonio me llamó y me dijo: “Me alegra que te cases”. Eso me dolió mucho y me arrancó la lloradera. Mientras a mí me hacían despedidas, a mi futuro esposo le insistían en que yo salía con Hernán, pero él se hacía el desentendido.

¿Y cómo su novio acepta casarse sabiendo de su relación con Hernán?

En ese momento pensé que me quería demasiado, pero el tiempo me hizo ver que era otro asunto. Yo pensaba: “¿será que este hombre es gay, será que se está escondiendo de algo?”. Ni yo lo entendía. Y yo era frentera en mi relación con Hernán. Mi marido en la cama y yo agarrada con el otro en la sala y él ni por enterado se daba. Él no decía nada. Yo viajaba y me veía en hoteles con Hernán y él no decía nada. En medio de esta situación aparecen los ángeles y empiezo a entender qué es lo que está pasando y me dicen cómo vivir.

¿Pero usted pensó en separarse al año?

La relación era muy fría, era amor afuera y adentro no hablábamos, no había parte sexual siquiera, era absurdo lo que teníamos, pero yo sentía culpa por tener a otra persona. Y entre ires y venires seguía manteniendo mi relación con Hernán Darío, hablábamos casi todos los días porque él es muy posesivo. De todas maneras yo cargaba el lastre de ser la moza. Sin embargo, a los dos años dije “me voy a separar”. Eso lo supo mi exjefe, quien me dijo: “Como la ayudé a casarse la voy a ayudar a separarse”. Yo ya había creado una empresa con mi suegro para alquilar equipos y además arrendé un apartamento para irme a vivir. En mi trabajo me iba muy bien y a los 24 años me ganaba ocho millones de pesos. Eso le molestaba a Hernán porque no dependía económicamente de él y por eso la relación era de igual a igual. Esa era la pelea porque él nunca pudo manejarme. Entonces empecé a trabajar en la otra actividad que aprendí que era ayudarle a la gente a interpretar su historia de vida. Se generó voz a voz y empezaron a llegar muchas personas.

¿Y en qué momento resulta en embarazo?

Cuando todo estaba listo para la separación quedo en embarazo. Eso fue como un milagro porque por una enfermedad yo solo tenía una posibilidad del 5% de tener hijos. Tenía ovarios poliquísticos. Ese año se había afianzado mucho la relación porque Hernán Darío ya estaba con el club Santa Fe. Me iba en las mañanas a Bogotá y a los dos días regresaba a Medellín. Mi empresa no iba bien pero verlo me inyectaba ánimo y me llenaba de alegría. En ese diciembre de 2007 nos vimos mucho y allí quedé en embarazo. Me di cuenta de mi embarazo cuando regresé de vacaciones de Santa Marta en enero siguiente, cuando me sentí muy mal y me hice la prueba. Supe que era de Hernán porque llevaba ocho meses sin estar con mi marido.

¿Cómo reaccionó Hernán Darío cuando le contó del embarazo?

Lo primero que le dije es que no iba a abortar porque no dependía de nadie. Entonces me dijo “cuenta con todo mi apoyo”. También se lo conté a mi esposo José, quien se puso feliz. Yo pensé: “este hombre me tiene que amar demasiado”. Arrancó el proceso y todos estaban felices. Mis amigas juraban que no era de Hernán porque todo lo que hacía con él era en secreto. Incluso, cuando yo estaba en reuniones con la gente de mi gremio, muchas veces él (Hernán) aparecía, lo hacía como marcando territorio, era muy posesivo, muy celoso.

 ¿Cómo determinaron el nombre del bebé?

Yo siempre quise tener un hijo con el nombre Emiliano. Sin embargo, Hernán Darío me propuso que se llamara Daniel. Me molesté mucho porque él tiene un hijo que también se llama Daniel. Le dije “no seas descarado”. Mi padre también tenía como sueño concebir un hijo que se llamara Daniel y tuvo un hijo fuera de matrimonio a quien llamó así.

¿Cómo fue el comportamiento de Hernán Darío durante su embarazo?

Se portó muy mal. Quien sí estuvo muy pendiente de mí fue su amigo “Guanabana”. José, mi esposo, también estuvo muy pendiente y se quebró con el niño. Sin embargo, a veces me molestaba y me decía “este niño va a ser jugador de fútbol”. Nació Emiliano el 13 de agosto de 2009 y Hernán estuvo pendiente, además, incluso embarazada, tuvimos algunos encuentros sexuales. El día del parto me llamó en la mañana y se comunicaba constantemente con mi hermana. A los dos días de nacido, ya que vivimos cerca, Hernán apareció, le mostré el bebé, yo temblaba, se lo mostré entre la reja y me dijo: “esta divino, cuídalo mucho, vas a ser la mejor mamá”.

¿Y qué pasó luego?

Emiliano empezó a crecer y yo me fui a trabajar. Entramos en una situación económica difícil, mi esposo José no trabajaba pero trataba de conseguir algo a través de Forex. Yo le prestaba algo de plata y así pasó un año. Ya estaba cansada. Hernán, entretanto, no me ayudaba pero la relación seguía. Yo lo amo tanto que a mí no me importaba. Luego, fue nombrado técnico de la Selección Colombia. Comienzan los partidos y Hernán llega a Medellín a hospedarse con la Selección, se estaban preparando para la Copa América. Entonces, se perdió durante casi dos meses. Ni llamadas, ni conversaciones, ni nada. Por eso dije: “ahora sí me separo de ambos, ya no puedo vivir con éste ni con el otro”. Y efectivamente me separé de José, pero al mismo tiempo mi empresa de alquiler de equipos estaba quebrada. Entonces yo empecé a vivir de la consulta a mis pacientes, y con eso mantuve a Emiliano.

¿Cómo reaparece Hernán Darío?

¿Y la esposa de él sabía?

Claro, ella sabía. A ella le mandaron cartas, la esposa se llama Luz Adriana Ortiz, ella sabía mucho de mí porque la llamaron muchas veces a contarle cosas. Nunca fui yo, porque mi intención nunca fue dañar lo que para él era su perfección. Si él no quería estar conmigo yo no lo podía obligar.

¿Cuál fue el antecedente a la golpiza en el bar El Bembé?

Ese fin de semana estaban en las Feria de las Flores y yo me quedé para un desfile de autos clásicos. Él me insistió en que regresara y siempre era quien me pagaba los tiquetes. El sábado en la tarde viajé a Bogotá. A la salida del hotel me estaba esperando Hernán Darío, y me sorprendió porque siempre nos veíamos adentro o bajaba al lobby, él nunca me registraba en los hoteles, ese es el dolor de una amante o moza, que todo el mundo cree que es el mejor papel. En fin, llego, me recoge, paga el taxi. La verdad es que estaba muy lindo y me dijo “tengo una reservación para comer”. Sinceramente yo me asusté porque Hernán no era de esos. Estábamos en el hotel JW Marriot de la 73 que la FIFA había asignado por el Sub-20. Entramos al restaurante del hotel, La Mina. Allí empezamos a hablar y nos tomamos unos vinos, fue una botella y media. Cenamos y estuvimos allí como hasta las 10:30 de la noche

¿Cómo es el traslado al bar?

Nos fuimos en una camioneta. Pero él ya iba bravo porque yo hablaba por whatsapp con mi mejor amigo. Él había llamado a su esposa y yo a mi amigo. Llegamos al bar y cada uno cogió por su lado. Entrando me caigo, yo no estaba borracha, sino que me tropecé porque el camino era como de adoquín. Yo iba de botas, me paré con mucha pena y me raspé la rodilla. Entramos al lugar y empezamos a tomar, a reírnos. Hasta que apareció una mujer pidiendo que nos tomáramos una foto los tres. Yo le dije “tómese todas las fotos que quiera con él, yo no”. Entonces insistió, pero yo me negué. Y empezó como a echarle los perros a Hernán y él empezó a tomar y empezó con la joda. Seguimos y no estábamos borrachos, éramos conscientes de todo. Siguió mirando a varias mujeres y yo le dije que si lo seguía haciendo me iba.

¿Y qué horas eran en ese momento?

¿Y qué pasó después?

Logré soltarme, me percaté de que me estaban pegando, yo nunca sentí dolor. Yo pensé “me cascó”; ya entonces llevábamos 12 años de relación aproximadamente, apareció entonces otro tipo furioso y yo le dije “vámonos”. Apareció un taxi, nos montamos, Hernán me miró y me dijo: “me tiré mi vida, Isabel”. Y se acordó de mis papeles, por eso le dio la orden al taxista de devolvernos. Lo hace y nos espera. Cuando yo me bajo del carro él se queda en el taxi, yo entro y un grupo de personas que vieron todo, me dicen “señora, lo va a demandar, cierto?”. Yo no sabía si me habían golpeado de verdad o qué había pasado. La gente mirando yo como que no reaccionaba. Subo al segundo piso y el administrador me dice “señora, tranquila, venga, tómese algo, yo tengo sus papeles, tengo su bolso”. Se lo agradecí. Me entró a una bodega y me dijo: “señora uno no puede salir con esos famosos, es que ellos son así, usted no sabía”. Yo me sentí cual prepago, me puse a llorar, le di las gracias y le pedí agua con gas. Me dijo: “tranquila, quédese aquí lo que quiera”. Yo como que me desperté y empecé a llorar. Cuando golpearon la puerta, era Hernán. Me dijo “tranquila, no le voy a hacer nada, nos vamos”. Cogí el bolso y nos montamos al taxi. Empezó a hablar de su hijo y su familia, yo le respondí. Sentí que en ese taxi salieron todas las verdades. Cuando nos fuimos a bajar le ofrecí excusas al taxista. Él respondió: “tranquila, eso pasa hasta en las mejores familias”. Y nunca apareció hablando en los medios, él fue el único que supo todo.

¿Qué pasó cuando llegaron al hotel?

 

Iba a tomar mis cosas, pero él no quiso que me fuera. Me terminé quedando. Pero no permití que me tocara. Esa noche fue de silencio. Ambos lloramos. Con los golpes no me salió una gota de sangre, pero me desvió el tabique. Aún lo tengo desviado. Estábamos tomados pero nunca perdimos la noción. En la mañana me metí en el baño para irme, el tocó la puerta y me pidió perdón y me dijo “perdóneme, pero me va a tocar decir que usted es una cualquiera porque yo tengo que protegerla a usted”. Yo nunca pensé que a Hernán le fuera a pasar todo lo que le pasó. Y me dijo “quédese y dígales a sus ángeles que me hablen”. Me quedé, hablamos mucho y sentí como una despedida, como un entierro, era algo muy frío. A las 5 y 30 de la tarde tomé el vuelo y llegué a Medellín.

¿Y el lunes que hizo?

Tenía pacientes, llamé a mi mejor amigo. Me pasó algo particular y es que cuando llegué al hotel encontré 12 llamadas pérdidas de José, mi exesposo, para preguntarme si estaba bien. Empecé a trabajar. En ese momento me escribió Hernán y me dijo “llamaron faltando un cuarto para las cinco de La W”. Mi amigo Lucho me dijo entonces “esto se prendió”. Cancelé mi agenda y Hernán me empezó a llamar y a decirme “me tiré mi vida”. Me sentí culpable y me insistió en que no hablara con la prensa. Él en ese pánico y a mí se me olvidó que me habían golpeado. Hacia las 12 del día salió la primicia en televisión. Luego le conté a mi familia.

¿Qué pasó después?

A los ocho días Emiliano cumplía años y fui por un millón de pesos que Hernán me iba a dar para la piñata. Arrancó el escándalo, yo miraba y no reaccionaba. Me pasé en protegerlo y me sentía culpable y me quedé callada. Pero mi hermano Andrés, ante la impotencia, si le escribió a la FIFA y a la Federación denunciando el caso. El jueves Hernán llega a Medellín y me dice que va a renunciar, siempre nos comunicamos en la crisis. Y me insistía en que si me llamaban no respondiera. Cuando escuchaba algo en los medios me dolía porque me trataba como una prepago. Entonces se empieza a fracturar el contacto y Hernán habla de una extorsión y dice que va a hablar en diciembre, pese a todo yo lo seguía ayudando y hasta se quedaba en mi casa. Él entró en una severa depresión hasta que sacó su comunicado y renunció.

¿Y porque la demanda su exesposo?

Hernán llega como técnico del Medellín, llega a la final. Y yo sigo trabajando. Hago dos programas de televisión en UNE sobre los ángeles y la gente me empieza a identificar, pero no sabían que yo era la del problema con Hernán. Al año de haberme separado, mi exesposo José Lenis, quien veía a mi hijo cada 15 días, me demanda reclamando tiempo y alimentos y una indemnización de 100 millones de pesos por perjuicios, porque Emiliano no es su hijo. Tampoco permite que salga del país. Entretanto dejé de hablar con Hernán durante un año. Y mi hijo se vuelve hincha del Medellín porque ve pasar el bus y su sede queda cerca de donde vivimos.

¿Usted que hace ante esta situación?

Busco unos abogados porque existe la posibilidad de que José me quitara mi hijo. Entonces presenté una contrademanda con base en la prueba de ADN para demostrar que él no es el padre y que la demanda no procedía. Además entregué todos los papeles para certificar que nunca me ayudó y que era yo quien sostenía al niño y a él. Ya era agosto del año pasado. Llegamos a conciliación. La juez dice que no entiende la demanda, porque el hijo no es de José, quien se para y reconoce que es de Hernán Darío Gómez. Hoy se está peleando su paternidad porque mi hijo merece que le digan quién es su padre. Hoy prevalece la verdad de mi hijo y por eso estoy aquí.

¿Y cómo reaparece Hernán Darío Gómez luego de esta demanda?

Estaba en Medellín, seguíamos hablando y las recriminaciones continuaron. Llamé a Hernán Darío para contarle lo que había sucedido con mi hijo en el juzgado y le indiqué que debía hacer impugnación de los apellidos porque mi exesposo no era su padre. Le señalé que mi abogado me había dicho que el niño debía tener su apellido y el mío y le pregunté qué hacíamos. Se molestó y nuevamente me sacó en cara que yo tenía un nuevo novio. Por eso la relación volvió a ser como antes, llena de insultos y recriminaciones. Entonces con mis abogados hice tres demandas. Una en la cual Hernán Gómez e Isabel Del Río demandan a José Lenis para que el niño tenga nuestros apellidos. Otra yo demando para que el niño quede con mis apellidos y una tercera en donde yo demando a Hernán y a José para que cada uno responda en lo que le toque. Entonces le dije a Hernán escoja la demanda porque yo no dependo de usted.

¿Y se han reunido con Hernán ante los abogados?

Sí, nos reunimos con su hermana y con él porque su familia ha sabido de toda esta historia. Todos lo saben, incluyendo el hijo de Hernán Darío. Incluso, hay otro hecho y es que mi hijo Emiliano estuvo en la guardería de la mamá de Mariana Pajón cuya socia es la primera esposa de Hernán Darío y está ubicada en el barrio El Poblado. En esa cita se acordó que yo demandaría a José Lenis para que tuviera mis apellidos y no los de Hernán para seguirlo protegiendo. Entonces, el abogado de José me llama y me dice que él está pidiendo 100 millones de pesos como indemnización por lo que le hice. Luego, se hace la prueba de ADN que demuestra que José no es el padre y éste desaparece.

¿Qué pasa cuando a Hernán Darío lo nombran entrenador de Panamá?

Un día me llama y me dice que me va a pagar la educación de Emiliano. Un día aparece en mi apartamento para verlo. Cuando lo vio, lo saludó y le observó el carro buscando algunos regalos que le había prometido pero que no le llevó. El encuentro fue corto y Hernán se fue. Pero la razón de la visita era que al otro día Hernán viajaba para asumir la Selección. Entonces, me puse a buscar toda la información y me di cuenta que los grupos feministas pusieron problema por su designación. Entonces me dijo además que tenía que llegar con su mujer.

¿Qué pasó después del Mundial cuando empezaron a salir chistes y columnas agradeciéndole por la salida de Hernán Darío Gómez de la Selección?

¿Qué propuesta le hicieron?

Una vez alguien fue al apartamento de Hernán y le dejaron una tarjeta para que yo hablara y a cambio me darían mucho dinero, él me la entregó pero yo le dejé claro que mi lucha no es por dinero; hoy tengo claro que él nunca agradeció mi silencio. Sin embargo, me cansé del abuso, del maltrato y de que piensen que soy una prepago. Entones llamé a tres asesores amigos quienes me dijeron que debía salir a contar todo lo que pasó a nivel nacional.
 

¿Qué pasó con el proceso?

En los últimos meses apareció José y dijo que iba a quitarle el apellido a mi hijo siempre y cuando apareciera su verdadero padre, El Bolillo Gómez. Por eso entró al proceso. Entonces lo ubiqué en Panamá, hablamos toda la noche y le expliqué la situación. Finalmente, él me respondió que lo que yo quería era dinero, que buscara abogado y esa actitud me partió el alma. Ahora él está dilatando el proceso cambiando de abogados desde Panamá.

¿Qué viene ahora?

¿Quién es Hernán Darío Gómez?

Hernán Darío Gómez, mejor conocido como el Bolillo Gómez, nació en Medellín el 3 de febrero de 1956. Es hermano de Gabriel Jaime Barrabás Gómez, exfutbolista y exjugador de la tricolor. Se desempeñó como futbolista en la selección juvenil de Antioquia, el Independiente Medellín y Nacional. Asimismo, fue convocado a la selección de mayores de Antioquia, al igual que a la de Colombia. Tras una lesión se convirtió en director técnico. Actualmente dirige a la selección panameña. Ha participado en campeonatos nacionales como jugador, y como técnico estuvo en una Copa Interamericana con Atlético Nacional. En 2011, cuando estaba a cargo del equipo colombiano, fue acusado de haber golpeado a una mujer en un bar en Bogotá, lo que le costó su salida de ese cargo, al igual que fue blanco de fuertes críticas que llegaron a comprometer su carrera.

Los logros del entrenador nacional

Cuando se desempeñaba como jugador del Atlético Nacional sufrió una lesión en la rodilla que lo obligó a retirarse en 1984, por lo que se convirtió en técnico. Empezó siendo asistente del técnico Francisco Maturana, quien dirigía al Atlético Nacional y la selección Colombia en los Mundiales de Fútbol de 1990 y 1994. En 1991 pasó a ser el director técnico del Nacional, equipo con el que obtuvo el título del Fútbol Profesional Colombiano. Para el 98 ya era director técnico de la selección, logrando clasificarla al Mundial de ese año. Obtuvo en el 96, en Uruguay, el reconocimiento como el mejor técnico de Suramérica. Ese mismo año fue contratado para dirigir el seleccionado de Ecuador, clasificándolo al Mundial de 2002. En 2006 dirigió la selección de Guatemala hasta 2008, año en el cual sufrió la “Debacle de Los Ángeles”, la mayor derrota de ese equipo. A su salida pasó a ser el nuevo técnico de Santa Fe. Después de una serie de malos resultados decidió renunciar. Fue nombrado técnico de la selección Colombia para el año 2010, puesto del que desistió tras verse envuelto en 2011 en un escándalo por haber golpeado a una mujer en público. Para el 2012 dirigió el Club Deportivo Independiente Medellín. Actualmente dirige la selección de Panamá.

 

nquevedo@elespectador.com

@norbeyquevedo

Por Norbey Quevedo Hernández

Temas recomendados:

 

Sa(90951)24 de octubre de 2021 - 04:44 a. m.
No quiere que la tilden de prepago, pero con estas declaraciones, no se ayuda mucho!! 🤔
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar