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El novelón judicial de dos rusos en Colombia

El profesor de matemáticas de la Universidad Nacional Eugeny Dulov está siendo procesado por la Fiscalía por extorsionar a su compatriota Iouri Iniouchine, representante de una multinacional.

El Espectador
12 de febrero de 2008 - 07:31 p. m.

Una historia de intrigas y amenazas insospechadas, que parece sacada de un novelón del siglo XIX, el verso y la literatura fantástica incluidos, tiene a dos ciudadanos rusos enfrentados en los estrados judiciales del país. El profesor de la Universidad Nacional Eugeny Dulov, reputado matemático de 36 años, está siendo procesado por la Fiscalía por extorsionar a su compatriota Iouri Iniouchine, un empresario de una multinacional, de 72 años.

Iniouchine, ingeniero electromecánico nacido en San Petersburgo el 18 de mayo de 1935, arribó a Colombia hace casi tres lustros con el único objetivo que ha perseguido durante toda su vida -y que lo obligó en esa búsqueda a recorrer media Europa, media Asia y casi toda América Latina-: hacer empresa y, claro, dinero. Hoy es el representante para Colombia de la compañía mundial Esgem, que trabaja como proveedora de recursos hidroeléctricos.

Aquí conoció no hace tanto al matemático Eugeny Dulov. La cerrada y poco numerosa comunidad rusa en el país los juntó en una reunión cualquiera. Congeniaron rápidamente y el vínculo se concentró en la pasión por los números, contaría Iniouchine al inicio de la entrevista. Y hasta un trabajo le ofreció a Dulov. Se trató de una investigación para calcular la duración de unos materiales que serían comercializados por la multinacional.

Prometió pagarle por este trabajo un millón de pesos. Sin embargo, dice Iniouchine, la investigación matemática estuvo equivocada de cabo a rabo en sus proyecciones y no fue, en últimas, útil para nada. La relación empezó a agriarse. El genio matemático, según el veterano empresario, no fue ni tan genio ni tan matemático a la hora de los números aplicados y las fórmulas conexas. Finalmente, resalta Iniouchine en tono provocador, Dulov no le sirvió y decidió prescindir de sus servicios. Y punto. Aun así le pagó el dinero.

"Él se imaginaba un genio de las matemáticas y se estrelló conmigo porque pensó que yo no tenía idea del asunto y resulta que soy un enfermo por los números -asegura Iniouchine con su europeizado castellano-. Supe entonces que no era tan brillante. El ego de él (Dulov) quedó tremendamente herido y resolvió castigarme de cualquier manera. Ése fue el origen de las amenazas, como en el célebre libro Crimen y castigo de Dostoievski".

La extorsión

Así entonces, en marzo del año pasado, al correo electrónico y al fax de la empresa empezaron a llegarle a Iniouchine amenazas de todo calibre y con nombre propio, en las que Dulov le exigía, como compensación por el irreparable daño moral que le provocó su compatriota, una indemnización de $500 millones, o de lo contrario acudiría a las autoridades rusas, o a alguna oficina de abogados corruptos, o a bandas de delincuentes de Moscú y San Petersburgo que cierto favor le debían, para destruir su reputación en el país.

Según esos correos, Dulov acusa a Iniouchine de ser un lavador de dinero, de historias turbas y negocios chuecos, de evadir impuestos y hasta de nexos con las Farc. En carta fechada el 9 de abril de 2007, Dulov le recuerda que tiene una información muy grave en su contra y que, por lo tanto, espera como retribución a su mutismo mucho dinero. "Soy capaz de convertirle en un infierno no sólo su vida, sino también la de su familia".

En otra misiva, titulada "Ultimátum", le escribe: "Dispongo de suficiente información que podría interesarle no solamente al Ministerio o a la Comisión Energética, sino también a la DIAN, a la Procuraduría y al DAS...". Y a renglón seguido le refiere que el dinero que le dé solamente le compraría un plazo de tiempo, porque eventualmente Dulov lo denunciaría por sus múltiples fechorías no probadas. Como colofón le asegura, sin embargo, que es un hombre de negocios y que sigue en firme su propuesta y que como el "embajador está de vacaciones, no habrá nadie que pueda interceder por usted".

Iniouchine recurrió a la Fiscalía y al Gaula de la Policía. El 15 de agosto de 2007 el reputado matemático, de 1,85 de estatura y barba espesa, fue capturado. Y desde entonces esa rencilla de egos y vanidades de dos rusos adoptados en Colombia se libra con ferocidad en un juzgado especializado de Bogotá. Precisamente el fiscal de la Unidad Antisecuestro Juan Carlos Díaz le imputó a Dulov hace algunas semanas el delito de extorsión. El caso se encuentra en audiencia pública.

"Cada país tiene sus problemas, pero jamás imaginé que podría extorsionarme otro ruso en Colombia", alega Iniouchine, desconcertado y en un español apenas comprensible. Es el epílogo de una historia novelesca entre un matemático y un empresario; el primero de 36 años, el otro que le dobla la edad; uno acusado de extorsión, y el otro extorsionado; en fin, una historia que nada tendría de relevancia en un país repleto de historias judiciales de no ser porque, esta vez, fueron dos soviéticos los protagonistas y no aparece en el expediente, por lo menos que se sepa, ningún colombiano.

Por El Espectador

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