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Gran parte de la vida de la profesora Maritza Neila Wills se ha ido ayudando a la población carcelaria por medio de la literatura. Para esta bogotana, hacer catarsis por medio de la escritura es una gran ayuda para los reos, un método efectivo para liberar las culpas que llevan dentro. Sin embargo, uno de sus alumnos, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, la obligó a exiliarse —según ella— por haber publicado su catarsis en forma de libro. Wills, biógrafa autorizada de Velásquez, se enfrentó la semana pasada en los micrófonos de la W Radio con el conocido exintegrante del cartel de Medellín por el libro lanzado en Estados Unidos en mayo de este año: Jhon Jairo Velásquez: Mi vida como sicario de Pablo Escobar. Escrito por el sicario y editado por Wills, el texto relata una vez más la historia de Velásquez dentro del temido grupo narcotraficante. Para Popeye, el libro de 275 páginas distribuido por Harper Collins, es una estafa.
¿Cómo conoció a “Popeye”?
Lo conocí en la cárcel Modelo, cuando asistía a dos presos norteamericanos que fueron capturados en el aeropuerto El Dorado tratando de contrabandear cocaína. A mí me contactaron para que les sirviera como traductora a estos hombres, que no hablaban una sola palabra de español. Como en ese momento la corrupción en la cárcel era campante, los dos capturados tenían que pagar por conseguir buenas celdas. Jhon Jairo tenía trabajadores por fuera del penal para cobrar ese dinero y eso me llamó poderosamente la atención. Desde antes yo le seguía la pista dentro de la cárcel, pero acceder a él era imposible porque se encontraba en la zona de prisión con más seguridad. Puse a un lado mis miedos y di el primer paso para acercarme. Cuando lo conocí no podía creer que una persona tan pequeña pudiera albergar tanta maldad.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro?
Empezamos a planear el libro en 2007, cuando él fue trasladado a la cárcel de Cómbita. A partir de ahí empezamos a intercambiar cartas y borradores. Hay terapias que por medio de la escritura permiten que la persona pueda expresar todo de sí y que se libere. Mi meta era que hiciera catarsis y que se reconciliara con Dios. Mis dudas con él empezaron cuando “Popeye” dio un testimonio para el caso de Krishna Maharaj, un ciudadano británico que ha estado preso durante 27 años en Estados Unidos por un doble asesinato que, señala Maharaj, perpetró el cartel de Medellín.
¿“Popeye” le dijo a usted algo sobre el caso de Maharaj?
Al principio me dijo que no sabía nada, pero a los ocho días me comentó que tenía información al respecto. A partir de ahí se hicieron todos los trámites para que “Popeye” cooperara. Vino un investigador privado con un camarógrafo a tomarle el testimonio, que posteriormente fue rechazado por una corte estadounidense. Durante el tiempo que estuvimos compartiendo noté un progreso en las actitudes de Jhon Jairo. Empezó a tener un crecimiento personal y apegarse más al rezo. El problema es que “Popeye” cree que el rezo y el plomo pueden ir de la mano.
¿Y el libro?
Al salir de prisión empecé a pulir el texto, a darle los últimos detalles y a releerlo con él. Sin embargo, él un día dice algo y al siguiente otra cosa. Por ende, el proceso de verificación con los otros actores de la historia y la documentación me llevó mucho tiempo. Por ejemplo, con el caso de Wendy Chavarriaga (quien fue amante de Pablo Escobar y luego de Popeye), siempre le insistí en que me contara la verdad. Él sostenía que el culpable de esa muerte era Pablo Escobar, pero yo verifiqué las historias con la familia de Chavarriaga y con dos miembros del cartel que tenían diferentes versiones. Un hecho que fue revelador para mí fue que en ese momento Popeye, por motivos que desconozco, rompió con su pareja sentimental. Entró en cólera y dijo: “Esta china hijuemadre va a ser la cuarta que se va a hacer matar”. Quedé muy decepcionada de él porque había prometido no volver a matar. Esto me confirmaba lo que había indagado sobre la muerte de Chavarriaga; todo apuntaba a que él fue quien la ejecutó. Imagínate, Jhon Jairo dormía en un cuarto con un cuchillo debajo del colchón y su pareja dormía en otra habitación con otro cuchillo.
¿Por qué se interesó en acercarse a un personaje relacionado con el crimen como “Popeye”?
Porque no soy justiciera. A Jhon Jairo le decía que el mejor regalo que le podía dar al país era dar muestras de que en realidad había cambiado, a través de la escritura y siendo sincero. Pero fracasé en la tarea de transformarlo. Cuando volvió a la libertad se contaminó de nuevo. La prensa jugó un papel importante. Cuando fueron a buscar noticias de él, Jhon Jairo se dio cuenta de que los medios de comunicación lo empezaron a glorificar y su actitud cambió totalmente. Ahora, todos los días tenemos que verlo aparecer en algún lado. También hay que aceptar que en prisión tenía momentos en que se volvía muy violento.
¿Se le puede creer algo a “Popeye”?
Pues yo no le he creído, sobre todo desde que empecé a verificar las historias. No podía correr ese riesgo. Jhon Jairo mintió en la declaración que dio para el caso de Krishna Maharaj porque él no tenía conocimiento de los movimientos del cartel de Medellín en Estados Unidos. Cuando estuvo en la Modelo se volvió el escudero de todos los paramilitares que estaban allí. Se hacía al lado del árbol que le diera más sombra para poder sobrevivir. Claramente, le está mintiendo a la justicia.
¿Él está exagerando su papel en el cartel de Medellín?
Por supuesto. Es más, Colombia ha comprado una historia en la que se muestra a Pablo Escobar como el hombre más fuerte de ese grupo narcotraficante. En realidad, el hombre más importante era Gustavo Gaviria. Hombres del cartel que viven en Miami dan otras versiones de los hechos. Jhon Jairo no era la mano derecha de Pablo Escobar y tampoco creo que haya matado a toda esa cantidad de personas que dice. En este momento estoy escribiendo sobre quién fue realmente Pablo Escobar.
¿Alias “Arete” podría desmentirlo?
Él ya organizó su vida y no quiere meterse en problemas, ya tiene suficientes. Alias Mugre tomó la misma actitud.
¿Cuál fue el punto de quiebre en su relación con “Popeye”?
Además de la transformación que sufrió cuando recobró su libertad, Popeye empezó a incumplir con dos contratos que ya teníamos con la editorial Harper Collins. Después le dio una entrevista a Univisión, lo que estaba prohibido en uno de los contratos. Luego empezó a pedir dinero a la editorial y le expliqué que esto era un proceso: para que dieran adelantos tenía que pasar cierto tiempo. Él estaba urgido por tener el dinero. Solicitó que le dieran un millón de dólares o de lo contrario no había acuerdo. Un pedido totalmente irreal.
¿Cuándo surgieron las amenazas?
Un día manteníamos una conversación por Skype y él entró en cólera por el dinero. Desenfundó una pistola y dijo que no tenía miedo de la editorial, que ojalá se vinieran esos gringos porque los iba a atender. Me acusó de haberme aliado con la editorial para estafarlo. Mientras trataba de calmarlo le tomé una foto a la pantalla, mientras él empuñaba un arma de fuego. Como a los 15 días llamó a mi hijo Daniel y le preguntó si era consciente de lo que yo estaba haciendo, le dijo que él no era estúpido. En ese instante hizo alusión a un capítulo del libro que se llama “La cacería” y le dijo a mi hijo: “Dígale que desde este momento empieza la cacería”. La única opción que tenía era exiliarme. Yo fui a denunciarlo a Tunja ante un juez, solicité ayuda en la Policía y la Fiscalía, pero no fui escuchada.
¿En qué se diferencia su libro de los demás que han salido de “Popeye”?
Mi libro tiene un fin y es llevar un mensaje de cambio, para que los jóvenes no vean en Jhon Jairo un modelo a seguir. También es un llamado de atención para todo el desgobierno que vivimos en Colombia.
En la parte final de su libro hay unas fotos inéditas de la primera visita de “Popeye” a la tumba de Pablo Escobar. ¿Cómo fue ese momento?
Él les mintió a los medios cuando anunció que por primera vez iba ir a la tumba de Escobar. Cuando recobró su libertad fue sin presencia de prensa. Los únicos que fuimos esa vez éramos un grupo de colaboradores, mi hijo y yo, para grabar un documental que va a ser explosivo. Cuando salga a la luz se caerán todas las mentiras de Jhon Jairo. Tuvimos que cortar varias veces porque realmente lo vimos conmovido.
¿Usted fue la persona más cercana mientras él estuvo preso?
Creo que sí, porque él se abrió mucho conmigo. Se atrevió a contar cosas que a nadie más le hubiese contado. Él vio que yo era una persona muy vulnerable, pero se equivocó. Yo sé lo que me puede pasar si lo tengo al frente, pero sé cómo tratar a Jhon Jairo. A él hay que tratarlo como a un niño. Sin embargo, nadie podrá cambiar su forma de actuar intestinal y sicarial, porque él nunca conoció lo que era tener una familia feliz. Desde pequeño vio la violencia como algo normal a su alrededor.
¿Cómo se puede confrontar a “Popeye”?
La única forma es con la verdad.