El torero francés Sebastián Castella, en idilio con la afición taurina de Manizales

El francés Castella, quien cumple 20 años de alternativa como torero, fue el triunfador de la tarde, al cortar tres orejas a dos toros de la ganadería Las Ventas del Espíritu Santo, irregulares de juego.

Miguel Jaramillo Ángel
09 de enero de 2020 - 03:00 a. m.
Sebastián Castella, uno de los toreros más queridos por la afición manizaleña, cortó tres orejas tras ejecutar dos faenas de alta calidad. / Cortesía Plaza de Toros de Manizales - Bryan Santiago Grisales Chica.
Sebastián Castella, uno de los toreros más queridos por la afición manizaleña, cortó tres orejas tras ejecutar dos faenas de alta calidad. / Cortesía Plaza de Toros de Manizales - Bryan Santiago Grisales Chica.

Sonó el himno de Manizales y cerca de 12.000 personas se pusieron de pie para entonarlo y recibir al colombiano Paco Perlaza, al francés Sebastián Castella y al español Álvaro Lorenzo. En las graderías, un bonito detalle del tendido joven, donde ondearon banderas con los colores de Colombia y de la capital caldense.

Homenaje a Castella de manos de los monosabios de la plaza, quienes le entregaron una placa al francés en reconocimiento por sus 20 años de alternativa como torero.

El primer toro de Las Ventas del Espíritu Santo fue Mélodico, negro, de 496 kilos,  bien presentado de trapío y pitones, que le correspondió a Perlaza.

Recibió con el capote el colombiano a un astado distraído y poco fijo en el capote. Lo mejor, la media verónica. Buenos pares de banderilas de Emerson Pineda e Iván Dario Giraldo, quienes saludaron desde el tercio ante la ovación del público.

Brindó Perlaza a el Cid, a quien le agradeció por engrandecer la fiesta como torero y como persona, por sus grandes cualidades.

Perlaza empezó la faena cerca a las tablas, con los pies aplomados, dando pases con la derecha, de uno en uno, a media altura. Con la misma mano, templando la muleta y trayéndolo toreado le dio cuatro pases. Se cambió la muleta a la izquierda para darle un forzado de pecho.

Nueva tanda, cuadro derechazos, molinete y recorte torero. Pasó la muleta a la mano izquierda, ante un toro que siempre buscó los tableros de la plaza, muestra de la falta de casta. Ejecutó tres naturales, un farol y sonó la música, que hizo eco en los tendidos.

Nueva tanda con la derecha y recorte a la cintura, pasando el toro entre el cuerpo del torero y las tablas, con mucho valor, para cerrar la faena. Los múltiples fallos al entrar a matar le quitaron la opción de cortar una oreja. Dos avisos y silencio.

El segundo de la tarde, Pamplonica, negro de 483 kilos, fue recibido por el francés Castella con verónicas al delantal, de embestidas irregulares, humillando en unas y buscando el pecho del torero en otras.

El toro salió débil del caballo de pica y buscó los tableros en el tercio de banderillas, que fueron del color favorito en los trajes de luces de Castella: el lila.

Brindó el toro a Andrés de los Ríos -torero manizaleño que falleció en enero del 2018-, y a la jóvenes taurinos.

Un principio torero de Castella, doblándose con el toro y llevando la embestida con mucha suavidad. Parecía más un baile que una lidia. Buen momento.

Con la derecha, bien parado ante la cara de Pamplonica, manejó la muleta por bajo, llevando muy lentamente las acometidas del toro. Con la misma mano, y atornillando la zapatilla izquierda en arena, ejecutó cuatro pases y un recorte por bajo elegantísimo.

Muleta a la mano izquierda, cuatro naturales y pase de pecho. Buen comportamiento del toro por ese pitón. Sonó la ópera Carmen y Sebastián acompañó a la banda con toreo profundo al natural, aunque le enganchó la muleta en dos ocasiones. Volvió a la derecha, con recortes que terminaron en las tablas.

Acomodó al toro con suavidad para entrar a matar. Espada completa y desprendida hacia al lado del pitón derecho. Atinó al primer descabello. Oreja para Castella, quien dio una vuelta al ruedo en la que recibió las muestras de afecto de una afición entendida y muy entregada con el francés.

Mesurado, negro, de 488 kilos, fue el animal del primer turno de la tarde del español Álvaro Lorenzo. Tres verónicas y dos medias para conocer las embestidas del toro. Así fue el inicio de Lorenzo con el capote.

Brindó al público, en medio de fuertes aplausos. Citó de largo en su inicio de faena y cambió al toro dos veces por la espalda. La muleta firme y templada para llamar a Mesurado, implementando derechazos muy clásicos. El toro, de embestida irregular, con poca fuerza y falta de emoción para transmitir a los tendidos.

Le dio distancia Lorenzo para robarle derechazos a un animal que se resistía a pasar. En las rayas del ruedo, Lorenzo sacó nuevos pases, no con la profundidad que deseaba, pero entendiendo que era la forma adecuada para que el toro embistiera.

Tres molinetes y pases por alto para cerrar la faena. Estocada completa y trasera. Falló con el descabello. Silencio.

Paco Perlaza y Desorientado se encontraron en el ruedo, y el toro hizo honor a su nombre dando vueltas por el albero y sin acudir a los capotes, producto de la falta de casta y al parecer por un problema en la visión. El palco presidencial solicitó el cambio del toro. Desorden absoluto en el ruedo.

Sonoro, toro negro de 554 kilos, reemplazó a Desorientado, con el que se pasó un momento penoso en el ruedo. Salida alegre del astado, rematando en los burladeros. 

Recibió Perlaza con verónicas en las que se dobló con el toro. Voltereta del animal en el medio del ruedo. Nuevamente desorden en el tercio de varas, lo que deslució la lidia.

La movilidad del toro se afectó tras la fuerte caída que sufrió, y perdió en varias ocasiones la fuerza en las patas delanteras. No tenía condiciones el toro para la lidia y el lucimiento del torero. Tres cuartos de espada y estocada tendida. Sonoro fue pitado en el arrastre.

Salió otro toro para Castella, de 544 kilos, que fue recibido con veronicas templada por el francés. Puya en mala colocación, trasera.

Quite de Castella por chicuelinas de mano baja, cuatro en total y remate con el capote a una mano. Olés coreados por el público.

Faena. Lo embarcó Castella, al recibirlo con un cambiado por la espalda, a centímetros del cuerpo. Muleta a la mano derecha y toreo de profundidad, una y otra vez.

Con la izquierda, la misma torería, templado, ante un toro que humilló, con profundidad y suavidad en su embestida. Molinete para cerrar la tanda.

Entendió Castella al toro y navegaron juntos, de uno en uno, hasta lograr un circular invertido y llevar a su gusto a un toro que encontró buen puerto en el valor del nacido en el Mediterráneo.

Sonó el pasodoble Feria de Manizales y hubo un nuevo aire, con un toro que aunque le costaba pasar un poco, seguía embistiendo. Catella, estático, aplomado, exprimió los motores del toro. Desplante y ovación cerrada del público. Pedido de indulto equivocado.

Buscó el perdón de la muerte del toro Castella, al seguir toreándolo y buscando dicho efecto en el público, ante opiniones divididas. Estocada fulminante. Rodó sin puntilla el toro que embriagó de alegría a todos. Dos orejas para el francés, para sumar tres en total.

Vuelta al ruedo para el toro. Aplaudido en el arrastre. Felicitaciones colectivas para el ganadero César Rincón.

Recibió la corona de café, máximo premio de los tendidos; un sombrero vueltiao y varios ponchos, que llevó en el hombro y con los que dio la vuelta al ruedo como máximo triunfador de la tarde. Empuñó la arena del ruedo y se la llevó al pecho, cerca a su corazón, para agradecerle a la Manizales del alma.

"Mi forma de agradecer es entregándome cuando sale un toro así. Debo estar a la altura o mejor que el nivel mostrato por el animal. En un triunfón que reúne toro,  torero, ganadero y alde arriba", explicó emocionado Castella.

Cerró la tarde Álvaro Lorenzo, con Melacita, castaño requemao de 454 kilos. Larga cambiada de rodillas y verónicas suaves para recibir al astado.

Con la derecha, Lorenzo ejecutó derechazos templados, profundos y lentos. Siempre quietos los pies del torero. En la segunda tanda sonó la música, tomó la muleta con la izquierda y de uno en uno metió en la muleta a Melacita, guiando una embestida de calidad.

La luna llena y las luces de la plaza acompañaron una nueva tanda de naturales. Lorenzo, entendedor del toro, le dio tiempo, hasta lograr tres circulares invertidos de mucho valor.  

Soltó la espada, y se cambió la muleta de una mano a la otra, para ejecutar pases con el cuerpo descubierto, a escasos centímetros  e los pitones de Melacita. Pinchazo y media estocada. Silencio.

Resumen

Paco Perlaza: Silencio y silencio.

Sebastián Castella: Oreja  y dos orejas.

Álvaro Lorenzo: Silencio y  silencio.
 

Por Miguel Jaramillo Ángel

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